miércoles

C. G. JUNG / RICHARD WILHELM


VIGESIMOPRIMERA ENTREGA


EPÍLOGO (2)

En nuestro texto ese influjo es por cierto aún mayor de lo que en general se puede admitir en el Gin Dan Giau. En la segunda mitad de la tercera sección se indica expresamente el método de la "contemplación fijativa" (Dschi Guau). Éste es un método puramente budista, que era practicado en la escuela Tiën Tai de Dschi Kai. De ahí en adelante cabe observar una cierta brecha en la exposición de nuestro escrito. Por un lado se describe el cuidado de la "Flor de Oro", pero del otro asoman pensamientos puramente budistas que desplazan, a manera de repudio del mundo, la meta a la proximidad del nirvana. Siguen luego algunas secciones1 que, si se considera el nivel espiritual y el rigor de la coherencia de la obra en su conjunto, cuanto más podrían pretender un valor de consulta. Además, sólo en sus primeros estadios es descrito el Trabajo sobre el renacimiento interno mediante el curso circular de la Luz, y la generación de la simiente divina, si bien los estadios ulteriores son denominados metas. (Véase al respecto el Sü Ming Fang de Liu Hua Yang, donde esos últimos estadios se explican con mayores detalles.) No podemos, por tanto, descartar la suposición de que efectivamente se perdió una parte del manuscrito, habiendo sido sustituida partiendo de otra fuente. Eso explicaría la brecha mencionada y el nivel inferior de las partes no traducidas.

Pero, en la lectura sin prevenciones, llama la atención que esas dos fuentes no alcancen a cubrir por entero los pensamientos involucrados. También es utilizado el confucianismo, en su dirección fundada sobre el I Ging. Los ocho signos básicos del I Ging (Ba Gua) son introducidos en diversos pasajes como símbolos para ciertos procesos internos; más adelante trataremos de explicar la influencia ejercida por esa aplicación de los símbolos. Por lo demás, el confucianismo tiene en común con el taoísmo una ancha base, de modo que tal unificación de pensamientos no perturbó en absoluto la coherencia de la exposición.

Quizás sorprenda a muchos lectores europeos el que aparezcan en el texto locuciones que ya les son conocidas por las enseñanzas cristianas, mientras que, por otro lado, justamente esas cosas del todo conocidas, que en Europa por lo general sólo se toman como metáforas eclesiásticas, ganen una perspectiva enteramente distinta en razón de las correlaciones psicológicas en que están introducidas. Encontramos ideas y conceptos como los siguientes (para tomar sólo unos cuantos en especial sorprendentes): La Luz es la vida de los hombres. El ojo es la Luz del cuerpo. El renacimiento espiritual del hombre a partir de agua y fuego, al que debe añadirse la "tierra-pensamiento" (espíritu), como seno materno o campo cultivado. Compárase a tal fin las palabras de Juan: "Os bautizo con agua; tras de mí vendrá uno que os bautizará con el Espíritu Santo y fuego", o: "A menos que el hombre naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios". ¡Cuán plástico se hace en nuestro texto el pensamiento del "agua" como sustancia simiente, y cuán clara la diferencia entre la actividad que fluye hacia fuera, que se agota en el engendrar (lo que nace de la carne es carne) y el movimiento "retrógrado". También el baño desempeña una parte en este renacimiento, al igual que en el bautismo de Juan (y en el cristiano). Pero inclusive las bodas místicas, que tienen un papel tan grande en las parábolas cristianas, aparecen varias veces; también se menciona al niño (puer aeternus, el Christus que debe nacer en nosotros y que, por otra parte, es el prometido del alma) en nuestro propio interior, así como a la novia. Y lo que tal vez sea más sorprendente: aun un rasgo en apariencia tan secundario como que se debe tener aceite en las lámparas para que ardan lúcidamente, adquiere a través de nuestro texto una significación psicológica nueva y poderosa. Mencionemos asimismo que la expresión Flor de Oro (Gin Hua) contiene también, en un sentido esotérico, la expresión "Luz". En efecto, si se escribe los signos uno bajo el otro de manera que se toquen, la parte inferior del superior y la parte superior del inferior forman el signo "Luz" (Guang). Evidentemene ese signo secreto fué inventado durante un período de persecución, la que pudo también haber motivado que la divulgación ulterior de la enseñanza sólo se cumpliera bajo el velo del secreto más profundo, para evitar en lo posible todo peligro. Y ésa fue sin duda la razón de que las enseñanzas quedaran siempre limitadas a círculos secretos. Todavía hoy sus adherentes son más de lo que podría creerse desde fuera.

Si nos preguntamos ahora hacia dónde apunta esta religión de luz, podemos en primer lugar pensar en Persia, pues en el período Tang existían templos persas en muchos lugares de China. Pero si bien algunos rasgos se corresponden con la religión de Zaratustra, y particularmente con la mística persa, hay por otra parte divergencias muy notables. Otra opinión a considerar es la de un directo influjo cristiano. Durante el perído Tang alcanzó gran prestigio el nestorianismo, que era la religión de los Uigures, aliados al Emperador, como lo demuestra con su inscripción china y siria, el conocido monumento nestoriano en Sianfu, que fué erigido en el año 781. Por tanto, son muy posibles las relaciones entre los nestorianos y el Gin Dan Giau. Th. Richard fue tan lejos como para ver en el Gin Dan Giau simplemente los restos de los antiguos nestorianos. Lo determinaron a ello ciertas concordancias en el ritual y ciertas tradiciones de los miembros del Gin Dan Giau. Recientemente P. Y. Saeki1 ha retomado de nuevo esa teoría y establecido una serie de ulteriores paralelos, guiado por la liturgia nestoriana hallada en Dun Huang por Pelliot. Va aún tan lejos como para identificar a Lü Yen, el fundador del Gin Dan Giau, con Adam, el cronista del texto de la placa conmemorativa nestoriana, que firma con el nombre chino Lü Siu Yen. ¡De acuerdo con eso Lü Yen, el fundador del Gin Dan Gian, habría sido un cristiano de confesión nestoriana!

Saeki llega, en su afán de identificación, demasiado lejos; sus pruebas son casi todas convincentes, pero falta siempre el punto crucial que redondearía la demostración. Muchas pruebas a medias no hacen una completa. Pero deberemos estar de acuerdo con él en que ha tenido lugar en el Gin Dan Giau un aflujo muy intenso de pensamientos nestorianos, que se afirma también en el presente escrito. Estos pensamientos tienen en parte un raro aspecto en el ropaje foráneo, y en parte reciben una especie notable de nueva vitalidad. Aquí alcanzamos uno de los puntos que una y otra vez prueban que: "Oriente y Occidente no deben permanecer separados."

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