QUINTA ENTREGA
20 / Mutilación
Pág. 456 de la NL: Sólo en tu alma, muchacho, está el camino. Dale cuerda, dejá que se ponga en marcha, y que sea lo que Dios quiera. Lo sublime, la dimensión que no tenemos en cuenta, lo que nos falta no está en ninguna parte y puede estar en cualquiera; hoy aquí, mañana allá, pasado desapareció, dentro de veinte años reaparecerá, tal vez, o no; todo depende de la Gracia -y de cómo ande uno con uno mismo-. Una vez, quizá por azar, la Gracia me tocó en una Iglesia. Tenía treinta y seis años, y esa experiencia, que ya relataré en su oportunidad, hizo que comulgara por primera vez. Hasta a las iglesias puede llegar la mano de Dios.
Este párrafo pertenece al CAPÍTULO SEGUNDO del texto que Jorge escribió en el 84, hasta que se trancó precisamente cuando no se sintió capaz de relatar esa experiencia decisiva durante la cual se sintió transfigurado por la Gracia.
Bueno, es muy sencillo. Lo que le pasó en ese momento fue que se des-animó -lo explicaría tajantemente T, nuestro común terapeuta.
Collage de fragmentos del Prefacio histórico:
(…) Es que yo también había de ser mutilado, y lo fui. La mayor parte de las acciones que formaban parte de las circunstancias en que me puse a escribir la novela luminosa, tenía que ver con mi entonces futura operación de vesícula. (…) En esos meses completé cuatro libros que venían siendo largamente postergados, mientras me lanzaba a la furiosa escritura de esos capítulos de la novela luminosa. (…) estuve cargando con esa novela trunca durante dieciséis años, y cada tanto me empeñaba en una nueva revisión que añadía o quitaba cosas. En el 2000 recibí una beca de la Fundación Guggenheim para realizar una corrección definitiva de esos cinco capítulos y escribir los nuevos capítulos necesarios para completarla. (…) Durante ese lapso, que fue de julio de 2000 a junio de 2001, sólo conseguí dar forma a un relato titulado “Primera comunión”, que quiso ser el sexto capítulo de la novela luminosa pero no lo logró (…) está lejos de completarla. También el prólogo, “Diario de la beca”, puede considerarse una continuación de la novela luminosa, pero sólo desde el punto de vista temático.
Pero lo que yo estoy intentando demostrar en este centellograma estético, más acá o más allá de que Jorge haya calificado a su novelón como el testimonio de un gran fracaso, es que durante esta heroica liberación narrativa aprendió a re-animarse.
21 / Relectura
Vengo de pasar mi 65 cumpleaños en familia con manjares, velitas y un compacto cariño, aunque también mi hija (pediatra) acaba de informarme que el médico bondadoso que se apuró a descartar las posibles metástasis hizo una relectura ampliada de la tomografía y ahora duda del diagnóstico, por lo que mi hermano (cardiólogo) consiguió una hora urgente con una oncóloga.
Da la impresión de que la única manera de esclarecer un cuadro tan incierto es mandarme a hacer una resonancia magnética o un PET y en caso de que se confirme una todavía mínima diseminación cancerígena, atacarla enseguida con medicación.
Y en estos casos siempre recordamos a García Lorca aullando en Nueva York:
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! (…) Pero no hay olvido, ni sueño: / carne viva. Los besos atan las bocas / en una maraña de venas recientes / y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso / y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño. / Este es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Pág, 417 de la NL: Y para colmo, no es cierto que esté cansado de vivir. Podría seguir llevando exactamente este tipo de vida que estoy llevando ahora todo el tiempo que el buen Señor me quisiera otorgar, incluso en forma indefinida. Si bien es cierto que algunas de mis conductas me molestan, también es cierto que no me esfuerzo mucho por combatirlas. En realidad soy feliz, estoy cómodo, estoy contento, aun dentro de cierta dominante depresiva.
Y una página antes: Tengo un gran problema con este diario; antes de dormir pensaba que por su estructura de novela ya tendría que estar terminado, pero su calidad de diario no me lo permite (…) tiene que haber algo, algo especial, un hecho que ilumine al lector sobre todo lo dicho anteriormente, algo que justifique la penosa lectura de esa cantidad de páginas acumuladas; un final, en suma.
Y esa imprescindible iluminación provendrá de la inclusión final del relato “Primera Comunión”, que Jorge fue escribiendo a contrapelo del selvático prólogo titulado finalmente “Una única, eterna madrugada”.
La completud adulta se consuma cuando aprendemos a re-animarnos en total soledad y abandonados hasta por la mismísima mano de Dios, que no actúa por nosotros.
22 / Darno
Las valoraciones musicales de Levrero siempre fueron realmente lunáticas, pero su fanatismo masliahno era previsible y lógico.
El problema es que estábamos en la década dorada de nuestro canto popular y a Jorge no le interesaba nadie más que Leo Masliah, a quien yo no soporto congénitamente, como le pasaba a él con Beethoven.
Y lo peor es que me acusaba de no haberlo escuchado con buena fe por prejuicios ideológicos y un día prendió un cigarrillo y después de anotar la hora en una libretita para controlar mejor los altibajos de la pulsión tanática (aunque a mí nunca me dijo que tenía un enfisema) puso Falta un vidrio en el tocadiscos y me sonrió con simpatía de Testigo de Jehová.
Ya éramos muy amigos (al punto que llegué a confesarle mi preocupación por no haber podido llorar de verdad a mi padre, muerto en el 79, y él me explicó con devoción curativa cómo le funcionan los mezquinos mecanismos del alivio al edípico severo) y esa noche me concentré para ofrecerle una receptividad festiva al maldito long-play.
Lo peor es que el lipoma-bochón de Jorge resplandecía casi con beatitud mientras carcajeaba coreando los slogans corrosivos del clown que fue capaz de tomarse para la joda al mismísimo Silvio Rodríguez.
Pero mi amigo lo consideraba su pan de cada día.
Entonces decidí contratacar llevándole el Zurcidor, aunque ya en la tercera canción decidí sacar yo mismo la luna negra de la bandeja para no calentarme demasiado.
Me di cuenta que Jorge no captaba aquel grano místico (que le hacía tanta falta) por un emperramiento más fundamentalista que soberbio, y fue recién al año que me llamó para rogarme que no me perdiera el espectáculo que había estrenado el Darno en el Circular, con los temas de Nieblas & Neblinas.
Estaba conmovedoramente arrepentido.
En el 85 me reafilié al Partido y agarré tantas tareas juntas que no lo visité más y ni siquiera me enteré de que se había operado de la vesícula.
Y el día que alguien me comentó que el Darno llegó a cantar en el dormitorio de su apartamento para sosegarle la convalecencia, no fui capaz de intuir que la des-animación de Jorge iba a terminar haciéndolo cruzar muy pronto el Aqueronte.
23 / Cerebro
Pág. 165 de la NL: Ni sombra del espíritu; ni sombra de imágenes; ni pensar en aflojarme en un relax, en encontrarme placenteramente como antaño conmigo mismo, sentir cómo “el espíritu de la mente” se liga al “espíritu del cuerpo y ya no pueden separarse” (Tao Te King). Aquel agradable calorcillo del self. (…) Gracias al señor Guggenheim, cuya generosidad me ha permitido emprender esta aventura, este intento de rescate. No era mi intención hacerlo, cuando solicité la beca; no sabía que estaba perdido. Recién ahora puedo darme cuenta de la magnitud del desastre. Que, como ya dije, no empezó ayer, ni hace cinco años, ni diez. De modo que tampoco, si hay curación posible, será esa curación para hoy, ni para mañana, ni para pasado mañana.
Pág. 225: El primero de diciembre, según he escrito en este diario y según me propuse de modo terminante e irrevocable, debo comenzar con el proyecto de la beca. (…) Me he transformado en un perfecto energúmeno. (…) No implica ponerse a teclear tantas horas por día sino que, como creo que ha quedado claro en estas páginas, significa sufrir un proceso psíquico que he denominado “retorno”. Y nunca estuve más lejos del retorno que en estos momentos. Pero lo voy a hacer. Hoy me di cuenta, cuando mi vista cayó azarosamente sobre un almanaque, de que el primero de diciembre es viernes. Día muy apropiado, porque el viernes es el día de Venus, pero también el día de la Virgen -el día de lo femenino trascendente-. Y mi proyecto apunta precisamente a eso; es, al menos, el primer tema que debo encarar, comenzando lo que sería el capítulo sexto de la “novela luminosa”.
Hoy recibí un mail (extraordinariamente ilustrado con imágenes sobrepuestas) donde se revela que en 2010 los neuroanatomistas Suk y Tamargo descubrieron, estudiando La creación de Adán de Michelangelo, una representación anatómica perfecta y disimulada del cerebro humano en la figura de la divinidad que da la vida.
Y justamente en la pág. 350 del prólogo-diario donde Levrero (a una altura en la que el relato resucitador presentado al final del libro ya estaría avanzando luminosamente, por más que se nos esconda esa información para generar el efecto de hondura de iceberg) analiza un sueño donde la energía irradiada por el sexo de una mujer-ánima que está a punto de tocar el suyo le hace recordar el casi-contacto milagroso de la Capilla Sixtina.
Quiere decir que Michelangelo también creía en la carnalidad del logos inasible.
24 / Chl
Es recién en la página 359 de la NL que Levrero reconoce la existencia de líneas que van formando el cuerpo argumental del elefantiásico prólogo-diario que pudo transformarse en un descartable caos solipsista, pero que terminó por proliferar como un atrapante desembuchadero selvático de impronta barroca específicamente americana, para hablarlo en José Lezama Lima.
Y una de esas líneas argumentales vertebradoras del verdor no perecedero lo constituye, en todo momento, la presencia de una muchacha cuyo nombre es abreviado como Chl.
Pág. 358: Estuve buscando, para completar la historia del dedo de Dios y adyacencias, la fecha (…) …de mi encuentro con Chl. (…) …cuando buscaba ahora entre las cartas, abrí una al azar y encontré con fecha 5 de julio (del 98) justamente mi declaración de amor clara y concisa, y el origen del nombre “Chl”: “… Seré breve, entonces: te amo, te deseo, me gustás, me impresionás terriblemente. Desplazaste mi punto de equilibrio y es probable que me hunda irremediablemente. Pero al menos ahora tengo una sonrisa. Muchas gracias, pequeña chica lista”.
Lamentabilísimamente, Elvio E. Gandolfo anota a propósito de este vínculo milagroso que reanimó al hombre muerto hasta hacerlo conquistar el vuelo sobrenatural que necesitaba para escribir con fe sobre su primera comunión:
En cambio la historia de amor central engancha y avanza a través de la relación esquiva y compleja con Chl, a quien se le otorgan todas las virtudes imaginables, pero con una condición aceptada a regañadientes: sexo no hay, aunque hubo (ese período feliz queda fuera de la escritura, después de El discurso vacío y antes de La novela luminosa). Allí avanza un romanticismo también compuesto de elementos contradictorios: una intensidad idolátrica digna del romanticismo alemán más clásico (la mujer inalcanzable y cercana a la vez), y una división postmoderna o moderna entre el sexo y el cariño. Con un componente sólidamente montevideano: Chl es una sistemática proveedora de kilos de milanesas o “guisotes”, que alimentan en el sentido básico de la palabra a nuestro protagonista.
Esto es como poner que los cocidos de mondongo veronés que le bajaba Julieta por el balcón a Romeo eran más suculentos que sus pechos.
25 / Reverso
Esta tarde la oncóloga no consideró graves a las pequeñas manchas sospechosas de secundariedad cancerígena pero resolvió que me hiciera un PET (o tomografía por emisión de positrones) para confirmar la posible patología metastásica y atacarla con medicamentos orales.
Si el nuevo examen tampoco aporta certidumbre, puncionarían las zonas invadidas por las salpicaduras de la desgracia.
Jung concebía la buena evolución de la psiquis como un espiralamiento ascendente, y desde el viernes pasado hasta hoy siento que yo cumplí 65 años pero mi adolescente retardado saltó de los 46 a los 56.
Estoy seguro de que a Jorge le hubiera encantado la autoaplicación de este reverso lúdico aunque en dirección opuesta, y que él debe haber muerto lleno de PAX-LUX a los 64, porque lo que se propuso durante toda la escritura martirológica de su libro capital, fue el retorno al estado de Gracia en el que vivió habitado por su daimon mágico.
Y cuando Jorge Mario Varlotta Levrero se sintió encepado por el pánico prequirúrgico y se abalanzó a escribir los cinco primeros capítulos de su propio Evangelio tenía exactamente 46.
No nos puede sorprender de ninguna manera, por supuesto, que uno de los subtítulos de la nota de Elvio E. Gandolfo sea El retorno imposible.
En este caso tampoco visualizó el oro hondo, pero por lo menos se basó en la enfermiza humildad del propio novelista cuando nos prepara para leer, en el prefacio de la NL, el testimonio de un gran fracaso.
Y no olvidemos que allí a Jorge lo traiciona la irrupción de su Tinker escondido (o el putísimo Edipo resurgente, como es calificado en la pág. 263) que nos tortura a todos.
Pág. 333 de la NL: Hace algunos años me fascinaba experimentar con un espejito, para obtener los personajes imaginarios que surgían de la duplicación de cada hemisferio. Algunos resultados fueron espeluznantes, del tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde: un enano psicópata conviviendo con un pajarón bondadoso.
Recuerdo que una vez vi un libro de Gandolfo dedicado a su amigo del alma donde lo apellidaba Varlero, y aquello me pareció algo más que una broma ingeniosa.

























1 comentario:
imposible decifrar lo que este pobre viejo inconcluso escribe, haber se se atualiza abuelo quedo en una dialectica que no se la entiende ni Ud, mismo si se lee, mire a los genios: benedetti, onetti, cortazar, al menos copielos y dejese de parafraseos al santo cuete, que terminan sin decir nada, nunca lo lei, hoy lo ojee, y alcanzo, never more.
Walter
Publicar un comentario