jueves

OSHO / MÁS ALLÁ DE LA PSICOLOGÍA - CHARLAS DADAS EN URUGUAY (PUNTA DEL ESTE)



Capítulo 31

El Coraje de Ser ignorante



Amado Osho,
¿Cuáles son las cualidades del buscador de la verdad?

Cada niño nace con una búsqueda innata de la verdad. No es algo aprendido ni adoptado posteriormente en la vida. Verdad simplemente significa: «Yo soy, pero no sé quién soy.» Y la pregunta es natural: «Debo conocer la realidad de mi ser.» No es una curiosidad.

Estas son las tres diferencias, o las tres categorías en las que se puede dividir el mundo: hay cosas que son, pero no saben que son; por tanto no están abiertas a ninguna investigación. Están cerradas, su existencia no tiene ventanas. Después hay animales que saben que son, pero no tienen la inteligencia para preguntarse qué es lo que son. Sus ventanas están abiertas, pero no tienen la inteligencia suficiente para mirar por ellas y ver las estrellas y el cielo, y los pájaros y los árboles. Sus ventanas -estén abiertas o cerradas- no marcan la diferencia.

Quizá de vez en cuando un animal raro usa la ventana. En el ashram de Sri Raman Maharshi... y él fue una de las personas más significativas de este siglo. No era un maestro; por eso la gente no le conoce como conocen a George Gurdjieff o a J. Krishnamurti. Ni siquiera le conocen como conocen a Aurobindo o a P.D. Ouspensky, que sólo eran profesores; profesores profundos, pero no místicos.

Ramana Maharshi era un estanque silencioso de energía. Cada mañana se sentaba para un satsang silencioso, comunión. Nunca hablaba mucho, a menos que se le preguntase. E incluso entonces sus respuestas eran muy breves: tenían profundidad, pero debías buscarla. No daba explicaciones. Su literatura se reduce a dos o tres libritos.

Su enseñanza era mayormente estar en comunión silenciosa con sus discípulos. Naturalmente, muy pocas personas se beneficiaron de ella. Pero cada mañana se sentaba, la gente se sentaba, y cada mañana se acercaba una vaca, asomaba la cabeza por la ventana y se quedaba allí el tiempo que durase el satsang. Esto debe haber ocurrido durante años. La gente vino y se fue, vino otra gente, pero la vaca seguía asistiendo constantemente... y en el momento exacto, nunca llegaba tarde. Y cuando la gente se dispersaba, ella se retiraba.

Un día no apareció y Sri Raman dijo: «Hoy no podemos hacer satsang porque mi verdadero público está ausente. Temo que la vaca esté muy enferma o que haya muerto, tengo que ir a ver qué ha pasado.» Vivía en una montaña del sur de India, Arunachal. La vaca pertenecía a un pobre leñador que vivía cerca del ashram. Raman salió del templo donde se solían encontrar, fue a ver al leñador y le preguntó: «¿Qué ha ocurrido? La vaca no ha venido hoy al satsang.»

El leñador dijo: «Está muy enferma y me temo que está muriendo, pero está todo el rato mirando hacia la puerta, como si estuviera esperando a alguien. Quizá te espere a ti, para verte por última vez. Quizá es por eso que ha sobrevivido un poco más.»

Raman entró y a la vaca le brotaron lágrimas de los ojos. Murió feliz poniendo la cabeza en el regazo de Raman Maharshi. Esto ocurrió en este mismo siglo; Raman declaró que estaba iluminada y dijo a su gente que se debería erigir un hermoso monumento en su memoria.

Es muy difícil que los seres humanos se iluminen; y para los animales es casi imposible, pero la vaca lo consiguió. No volverá a nacer. Desde su cuerpo de vaca ha pasado por delante de todo el mundo humano, y dando un salto adelante se ha unido a los budas. Esto es algo que ha ocurrido alguna vez, aunque los casos son muy pocos. No puede decirse que sea la regla; es sólo una excepción.

Las cosas son, pero no saben que son. Los animales son, y saben que son, pero no tienen la inteligencia para preguntarse quiénes son. Y no es algo que deba extrañarnos. Millones y millones de seres humanos nunca se plantean la pregunta; esta es la tercera categoría.

El hombre es, es consciente de que es, y es capaz por nacimiento de preguntarse quién es. Por tanto no es una cuestión de aprendizaje, de educación, de estar cultivado; traes la búsqueda contigo. Eres la búsqueda.

Tu sociedad te destruye. Tiene formas y medios muy sofisticados para destruir tu búsqueda, para retirar la pregunta de tu ser, o al menos para encubrirla... Y el método utilizado es el siguiente: incluso antes de que el niño se haya preguntado quién es, se le da la respuesta. Y cualquier respuesta que se da antes de que se plantee la pregunta es inútil; sólo será una carga.

Se le dice que es un alma, que es espíritu, que no es un cuerpo, que no es material. O en los países comunistas, se le dice que es un cuerpo, sólo materia, y que sólo en los antiguos días, por miedo e ignorancia, la gente creía que tenía almas; pero eso sólo es una superstición. En ambos casos, al niño se le está dando una respuesta que no ha pedido. Y su mente es delicada, pura..., y confía en su madre, en su padre; no hay ninguna razón por la que no deba confiar.

El niño empieza el viaje de las creencias y las creencias matan la búsqueda. Cada vez acumula más conocimientos. También aparece la educación… la educación religiosa, y nunca acaba de acumular conocimientos. Pero todos estos conocimientos son inútiles; no sólo inútiles, sino venenosos, porque el primer paso está equivocado. La pregunta no se planteó y la respuesta se ha implantado en su mente, y desde entonces ha estado acumulando más y más respuestas. Ha olvidado completamente que cualquier respuesta que no sea un hallazgo procedente de una pregunta carece de sentido.

Por tanto la única cualidad del buscador de la verdad es que no crea; que no sea un creyente, que esté dispuesto a ser ignorante en lugar de erudito, porque la ignorancia al menos es natural, simple, inocente. Y a partir de la ignorancia existe la posibilidad, casi la certeza, de que surja la pregunta y de que comience el viaje. Pero gracias al conocimiento te pierdes en una jungla de palabras, teorías, doctrinas, dogmas. Y hay tantos, y son tan contradictorios entre sí, que pronto se sentirás cada vez más confuso..., cada vez más erudito y cada vez más confuso.

En lo que a mí respecta, la cualidad básica del buscador de la verdad es cortar con todos los sistemas de creencias, con todo lo que es conocimiento prestado: en otras palabras, tener el coraje de ser ignorante en lugar de tener conocimiento prestado. La ignorancia tiene cierta belleza; al menos es tuya, es auténtica, sincera. Ha venido contigo. Es tu sangre, tus huesos, tu tuétano.

La erudición es repugnante, basura absoluta. Ha sido derramada sobre ti por otros, y tú llevas su carga. Y la carga es tal que no te dará ninguna oportunidad de preguntarte por ti mismo qué es la verdad. Tus conocimientos acumulados responderán inmediatamente que la verdad es esto. Si estás lleno de la Sagrada Biblia, entonces la pregunta será contestada por la Sagrada Biblia. Si estás lleno de los Vedas, entonces la pregunta será respondida por los Vedas. Pero proceden de una fuente externa a ti; no será un descubrimiento tuyo. Y lo que no es tu propio descubrimiento no es tuyo.

La verdad te aporta libertad porque es tu propio descubrimiento. Te hace plenamente humano; de otro modo permaneces en el nivel de los animales: eres pero no sabes quién eres.

La búsqueda de la verdad es realmente la búsqueda de la realidad de tu ser.

Una vez que entras en tu ser, entras en el ser de la totalidad, porque somos diferentes periféricamente pero en el centro nos encontramos, somos uno. Desde la periferia de un círculo puedes trazar muchas líneas hacia el centro. Las líneas periféricas están a cierta distancia unas de otras, pero a medida que se acercan al centro la distancia se hace cada vez menor. Y cuando llegan al centro la distancia desaparece.

En el centro somos uno.

En la periferia de la existencia parecemos estar separados.

Y conocer la verdad de tu ser es conocer la verdad de la totalidad.

Sólo hay una cualidad, un coraje: no tener miedo de ser ignorante.

En ese punto no se puede ceder, no puedes aparentar ser sabio con conocimientos prestados y baratos. ¡Ya basta! Sólo lo puro y natural, y de esa pureza, de esa naturalidad, ignorancia, inocencia, debe nacer la búsqueda.

Cada ser humano sería un buscador de la verdad si la sociedad no interfiriera con los niños.

Los niños son la clase más dañada, oprimida, explotada y distorsionada de todas las clases; y es la más desvalida. Y te estás aprovechando de la indefensión de los niños pequeños. Pero tú tampoco eres el responsable. A ti te hicieron lo mismo. Es difícil averiguar quién fue el primer responsable. Hasta donde podemos examinar, la situación es esta: cada generación corrompe a la nueva generación y todos los que quieren impedir esta corrupción son condenados por corromper a la juventud.

Sócrates fue condenado por corromper a la juventud y todo lo que estaba haciendo era retirar el conocimiento prestado y ayudar a sus discípulos a ser ellos mismos y a «conocerse a sí mismos.» Si alguien ha servido a la verdad de manera sincera, ese ha sido Sócrates. Pero el tribunal, la ley, la gente que tenía el poder, le condenó por corrupción, por corromper las mentes de los jóvenes.

Curiosamente, en la tierra de Sócrates, yo también fui condenado por corromper la mente de la gente. Parece que la tecnología de corromper a la juventud ha evolucionado inmensamente en dos mil años, porque Sócrates necesitó toda su vida para corromper y ¡yo sólo estuve allí dos semanas! Y el arzobispo ya estaba amenazando con quemar mi casa, con lapidarme hasta la muerte.

¿Por qué tienen miedo? Saben perfectamente que no tienen cimientos. Por eso, si alguien muestra a los jóvenes que sus conocimientos no están fundados, que todas sus respuestas son falsas porque ni siquiera se plantean preguntas, que sólo repiten cosas como cotorras pero no tienen ninguna comprensión de lo que dicen..., entonces cualquiera que tenga un poco de inteligencia podrá entenderlo inmediatamente.

¿Es esto corrupción juvenil?

Llevar a la gente a buscar la verdad, ¿es corrupción? Parece ser el mayor delito de este mundo en el que -desgraciadamente- estamos viviendo.

Amado Osho,
Probablemente ningún maestro iluminado ha hablado tantos millones de palabras sobre la verdad como tú. Lao Tse dice: «La verdad que puede ser dicha no es la verdad.»
Amado Maestro, ¿qué dices tú?

Lao Tse tiene razón. La verdad que puede ser dicha ya no es verdad, porque el mecanismo del lenguaje distorsiona la experiencia, que ocurre más allá de la mente, más allá de las palabras. Hacerla descender a los oscuros valles del lenguaje es ciertamente distorsionarla.

Por un lado es cierto que la verdad no puede ser dicha; por otro lado, como la verdad no puede ser dicha tiene que ser expresada de mil maneras. El problema no es que la verdad te llegue de miles de formas; sino que te quedes infectado por ella durante la búsqueda. Si un hombre habla de la verdad, puede no ser capaz de decirla..., pero puedes ver un vislumbre en sus ojos, algo de sus gestos; algo no de las palabras, sino de la forma en que se dicen, el énfasis, las pausas. La presencia de un hombre así, hablando, puede ser una excusa para permitir que la verdad te rocíe.

Lao Tsé no puede expresar la verdad en palabras, pero estando con él puedes entender cuál es la dirección correcta. Su presencia puede probarte que existe algo de lo que no sabes nada, y que es tan precioso que merece la pena sacrificar todo lo que sabes y todo lo que tienes... que lo que ves en presencia del maestro, de un hombre realizado, es tan precioso que tienes que descubrirlo; tiene que convertirse en tu experiencia.

He dicho miles de palabras sólo para que puedas probarlo, degustarlo tener una sensación. No puedo darte la verdad -nadie puede hacerlo, pero puedo abrirte mi corazón, que ha conocido la verdad, que ha vivido la verdad. Y esa apertura puede ayudarte de manera muy directa a seguir tu propia peregrinación. Puede darte confianza en que toda esta charla sobre la verdad no es sólo una charla, sino que cambia a la gente, cambia su presencia misma, les da cierta fragancia, cierto poder, cierta autoridad. Las personas realizadas no hablan como los demás. No son oradores, no son conferenciantes; simplemente abren su corazón. Quizá el ritmo de su corazón cambie el ritmo del tuyo.

Escuchándoles, puede que no recibas la verdad, pero quizá te transporten a otro mundo: un mundo de silencio, un mundo de inmensa paz, un mundo de bendición. Y esos mundos son muy útiles para la búsqueda.

Por eso Lao Tse tiene razón y no la tiene: tiene razón porque lo que dice es exactamente así: la verdad expresada ya no es verdad. Pero eso no es todo. Si la verdad es expresada por alguien, y si la expresa a partir de su experiencia -y sólo puede proceder de la experiencia-, entonces esa misma persona, cada uno de sus actos, irradia algo. Es contagioso. Por tanto lo importante no es que la verdad te sea transmitida o no. Lo importante es que si estás convencido de que algo como la verdad existe, de que hay cierta transformación que produce el pleno florecer del ser, entonces la palabra, el lenguaje, ¡ha dicho más de lo que se puede esperar!

Por eso vuelvo a decir, Lao Tse tiene razón y no la tiene. Y mi énfasis en el aspecto de que no tiene razón es mayor que en el aspecto de que la tiene; si no fuera así no habría pronunciado millones de palabras, me habría quedado en silencio.

Pero veo que no sólo es cuestión de hablar: hay muchas más cosas implicadas. Esto muestra por qué ningún místico ha escrito nada en toda la historia humana. La razón es que la palabra escrita perderá todo lo que tiene la palabra hablada. Será la misma palabra: hablada o escrita no hay ninguna diferencia. Hablada o escrita la declaración será la misma, pero ¿por qué ningún místico ha escrito? La razón es que todos ellos eran conscientes de que la palabra hablada tiene una cualidad viva, porque está secundada por la experiencia, hay un corazón que late tras ella, hay una consciencia haciendo un duro esfuerzo para llegar hasta ti.

La palabra escrita está muerta, sólo es un cadáver. Puedes adorarla, pero no te dará nada. Todas las escrituras están muertas. Quizá cuando fueron pronunciadas el fenómeno era diferente. Si el hombre que las decía las expresaba a partir de su propia realización, entonces la palabra transmitía algo: una vibración.

La verdad no puede ser expresada, pero la verdad se convierte en una realidad. Viendo al maestro, viendo al ser realizado, puedes sentirte seguro: si avanzas a tientas en la oscuridad, no te preocupes, no te sientas desvalido. ¡Sigue avanzando a tientas! A cada noche le sigue una mañana, y antes o después encontrarás la puerta, llegarás al punto. Si un hombre ha llegado, toda la humanidad puede llegar. Él es prueba suficiente.

Por tanto, la cuestión no es si la verdad puede ser dicha o no, la cuestión es si una presencia puede convencerte de que hay algo que te estás perdiendo; y que a menos que lo encuentres, tu vida no estará completa, no será perfecta.

Amado Osho,
Para mí, pareces estar señalando el camino tan decididamente estos días que casi me he desligado del dedo..., pero después está el brazo, y el brillo en los ojos, el sonido de Tu voz, y la bella y grácil atmósfera que te rodea. Contigo es tan fácil decir «mañana» a la luna. ¿Qué puedo hacer?

No hay nada que hacer.

¡Di «mañana» a la luna!

Simplemente vive el momento con totalidad e intensidad. Vívelo con toda la alegría que puedas, con todo el amor que puedas, sin miedo, sin culpa. Esta existencia es tuya y este momento es un regalo: no lo eches a perder. Y no te preocupes de la iluminación, de la luna.

Este momento, vivido totalmente, es iluminación.

El otro día os comentaba el sutra de Buda... Gautama Buda es realmente un milagro porque incluso se rebaja a sí mismo. Crea una categoría más allá de sí mismo: el hombre que ha ido más allá del conocimiento, más allá de la disciplina, más allá de la iluminación. Miles de millones de budas no le pueden igualar.

Esta última parte del sutra es tan valiosa, en particular para ti, porque el hombre que no tiene conocimiento, que no tiene disciplina está ante ti…

Cuando llegamos aquí estaba durmiendo veinte horas al día. Nadie lo ha hecho antes y ninguna persona religiosa me perdonará, ¡veinte horas al día! Me levantaba dos horas por la mañana para darme un baño, comer algo, y me volvía a dormir, y dos horas por la noche para bañarme, volver a comer algo y regresar a la cama. Y me encantaba.

Yo no tengo disciplina; por eso no os impongo ninguna disciplina. Si tiene que ser trascendida, ¿por qué molestarse en imponerla? No os estoy diciendo que leáis este libro sagrado o el otro porque al final tiene que ser trascendido, ¡trasciende ahora mismo!

Hasta la iluminación tiene que ser trascendida.
Nunca se lo he dicho a nadie, pero he dejado la iluminación muy atrás. No lo he dicho porque no lo entenderías. Es difícil entender la iluminación, y si empiezo a decir que hay algo que está más allá, puede que pierdas la esperanza. Dirás: «¡Esto es demasiado! Primero la iluminación era demasiado, lo intentábamos insistentemente y no pasaba nada. Y ahora, más allá de la iluminación...; es mejor ser una persona ordinaria y no preocuparse de estas cosas.»

Por eso no lo he dicho. Pero ayer, el sutra, de repente... No tenía ningún deseo, pero no puedo negar la verdad de lo que Buda dice. La experiencia, incluso la experiencia más alta de iluminación sigue siendo una dualidad: el experimentador y lo experimentado. Y esa dualidad también debe ser abandonada. Pero en el momento en que abandonas la experiencia, el experimentador también desaparece; sólo pueden existir juntos.

Y ese es el estado de nirvana.

Todo ha desaparecido, todo el drama: los actores, el público, todo ha desaparecido. Sólo queda un silencio absoluto.

Por eso, no te preocupes. Simplemente intenta vivir este momento tan sinceramente, tan totalmente como puedas, sin dejarte molestar por el pasado o el futuro. Sin distracción, entra en él profundamente y eso es suficiente. Eso es iluminación.

Un día explotará. No tienes que estar esperándolo; incluso la espera será una distracción. Olvídate completamente de ello. Por eso mi presencia te produce tan buena sensación, porque no hay ayer, no hay mañana. Sólo aquí... de momento éste es todo nuestro mundo. Un día aparece una explosión atómica dentro de ti. Y finalmente un día vas más allá de ella; entonces desaparece todo.

¡Por eso digo una y otra vez que lo que ha ocurrido en Oriente respecto al crecimiento espiritual es incomparable. Todas la demás religiones están muy por detrás. Ninguna religión puede decir que el conocimiento desaparece, que la disciplina desaparece, que la iluminación desaparece; sólo entonces estás en casa.

Buda dice que miles de millones de budas no lo valen: así es de valioso, es el valor último, y está disponible a todo el mundo, cada momento de tu vida. Es muy misterioso que te lo sigas perdiendo; es lo único que uno no debería perderse. Pero una educación equivocada durante siglos está destruyendo ese precioso pequeño momento.

Ahora depende de ti deshacerte de toda tu educación y dejar que este pequeño momento lo sea todo; y lo habrás conseguido todo. No tienes por qué preocuparte. La existencia se encarga. La existencia es muy compasiva.

Amado Osho,
¿Dónde desaparece mi pregunta? En un momento está ahí y cuando quiero escribirla se va, me quedo en blanco. ¿Se oculta en mi subconsciente? ¿Por qué?

No se oculta en tu inconsciente. Procede de tu inconsciente, pero cuando empiezas a escribirla se vuelve consciente. Este proceso es simple: cualquier cosa inconsciente que se vuelva consciente empieza a desaparecer; pierde su significado.

El psicoanálisis se basa en este principio tan simple. Tus sueños son inconscientes. Cuéntaselos a tu psicoanalista y al contárselos los harás conscientes. Y cuando son conscientes, desaparecen.

La inconsciencia es como un sótano en el que tiras cosas, reprimes cosas. Cosas que no quieres ver, cosas que no quieres oír, cosas que no quieres aceptar, las vas tirando al inconsciente. Son tus partes reprimidas, permite que surjan a la superficie. Esto es lo que ocurre cuando planteas una pregunta y por eso insisto en que sigas preguntando.

Mi respuesta puede ayudarte o no, pero tu pregunta ciertamente te va a ayudar. Si es algo inconsciente que quiere salir a la luz y empiezas a escribirlo, descubrirás que pierde significado. Todo su significado está reprimido. Cuando no se le reprime estalla como una burbuja de jabón.

Y esto es tremendamente bueno. Sigue haciéndolo. Sólo las preguntas intelectuales son las que no desaparecen; las preguntas intelectuales continuarán. Pero si una pregunta surge del inconsciente es significativa. Las preguntas intelectuales son basura; no tienen nada que ver con tu ser y tu cambio. Deja que se revele tu inconsciente y empezarás a notar cambios: no es que las preguntas desaparezcan, pero tus actitudes, tus planteamientos, tu comportamiento, incluso tus sueños cambiarán.

Es un ejercicio precioso anotar cualquier cosa que sientas que acecha en la oscuridad de tu mente. No es algo claro; está allí en la oscuridad, tráelo hacia la luz. Y si puedes traer todos los contenidos del inconsciente a la mente consciente, tu mente consciente y tu mente inconsciente serán una; ambas serán conscientes.

Es un regalo tan grande -porque ahora mismo un décimo de la mente es consciente y nueve décimos son inconscientes- y naturalmente la mente inconsciente es nueve veces más poderosa. Así que decides algo con la mente consciente, pero la mente inconsciente puede cancelarlo, de hecho ¡lo cancelará! Decides que mañana te vas a levantar a las cinco de la mañana; la mañana es tan hermosa, tan sana, tan fresca. El despertador suena exactamente a las cinco, y ocurre algo. No quieres levantarte. Dices: «Quizá mañana. Se está tan bien bajo las mantas, tan cómodo.» Te das vuelta y vuelves a dormir.

Cuando te despiertes te condenarás a ti mismo, te sentirás culpable. No comprendes lo que ha ocurrido. Tu mente consciente ha decidido despertarse a las cinco. La mente inconsciente nunca ha estado de acuerdo con ella. Nunca le has pedido su acuerdo, no hay manera de hacerlo.

Si estás bajo hipnosis y se le dice a tu mente inconsciente: «Despierta a las cinco», entonces no habrá ningún desfase; te despertarás a las cinco, con o sin despertador. Pero ahora mismo tomas la decisión con la mente consciente y cuando duermes la mente consciente deja de funcionar.

La mente inconsciente es la que funciona y la que tiene el poder cuando estás profundamente dormido. Por eso, cuando suena el despertador a las cinco de la mañana, le coges y lo tiras, porque la mente inconsciente no tiene ni idea de lo que ha decidido la mente consciente, y a la mente inconsciente le parece una locura, una molestia innecesaria. Simplemente vuelves a dormir. Pero cuando despiertas, la mente inconsciente recede y, la mente consciente entra en funcionamiento y recuerda: «Decidí levantarme a las cinco de la mañana y me he engañado a mí mismo.» Se siente culpable, pero no ha hecho nada; no es responsable de ello.

Decides no estar enfadado, no estar tenso, decides mil cosas y la mente inconsciente sigue cancelándolas. Sigue haciendo lo que siempre ha hecho. Pero si se evaporan todos los contenidos de la mente inconsciente, entonces sólo tienes una mente, una mente consciente, día tras día. Todas las decisiones que tomes se seguirán, ninguna será cancelada jamás. Tu vida tendrá integridad.

Esto es a lo que me refiero cuando utilizo la palabra «integridad».

Sentirás una especie de unidad. Puedes prometer y puedes confiar en lo que prometes, porque no hay nadie en ti que pueda cancelarlo. Es una decisión de tu mente total. Y una decisión de la mente total siempre es inmensamente poderosa.

Es bueno; sigue haciéndolo. Si las preguntas no son suficiente, puedes utilizar un cuaderno. Simplemente escribe cualquier cosa inconsciente, y no te preocupes de que alguien pueda verla, porque habrá muchas cosas que no querrás que nadie vea, por eso las mantienes en la oscuridad. No te preocupes, simplemente tráelas al espacio abierto. No son nada malo.

Lo equivocado es mantenerlas en la oscuridad. Al traerlas a la luz cambia toda su cualidad... desaparecen.

Amado Osho,
El silencio que ocurrió el otro día, ¿sirve para tener un vislumbre del lugar hacia el que apuntas con Tu dedo?

CORRECTO!

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