CUATRO POEMAS DE JONATHAN GREENHAUSE
(traducción del autor)
JONATHAN GREENHAUSE (EE.UU, 1974) ha publicado el poemario “Sebastian’s Relativity (Anobium Books, Chicago, EE.UU), además de ser incluido en la antología “New Rising: Stories for Japan (Books that Help, Australia) y participar en las revistas “The Believer” (San Francisco, EE.UU), Many Mountains Moving (Colorado, EE.UU), The Bitter Oleander (New Yowk, EE.UU), “The South Carolina Review” (South Carolina EE.UU), “The Dos Passos Review (Virginia, EE.UU), “Rattle” (Los Angeles, EE.UU y “Nimrom” (Oklahoma, EE.UU).
También ha traducido al inglés poemas del uruguayo Marcos Barcellos (Uruguay, 1975) para la “International Poetry Review” (North Carolina, EE.UU. y “Orbis” (Gran Bretaña).
Reconoce como referentes formativos a los poetas Walt Whitman, Rubén Darío, Elizabeth Bishop, Wallace Stevens y Nicanor Parra, los narradores Albert Camus, Herman Hesse, Julio Cortázar, William Faulkner, James Joyce, Ayi Kwei Armah y Toni Morrison, y en la plástica al Greco, Pablo Picasso, René Magritte y Diego Rivera,
Actualmente visita nuestro país, y el sábado 24 de marzo intervino, junto al cantautor Diego Presa, en la presentación del poemario “Cantar sobre las ruinas” de Marcos Barcellos, que se realizó en Pocitos Libros.
SOLTAR
Y te queda una caja de bombones
sin los bombones
Y una caja de música
que no produce música.
Todos tus parientes se han ido
y tu hijo no reconoce que seas su padre.
En el jardín, todos tus tomates
están hechos puré;
Todas tus lechugas
se han convertido en un ciervo herido.
Cerca de la ventana, hay una puerta
y cerca de la puerta, una ventana
Y en la pileta de la cocina hay un charco
donde te ves ahogando.
Nadie te dice qué hora es
porque es de noche
Y el ruiseñor canta
desde adentro de su jaula.
Nadie te va a soltar
hasta que pagues por tus errores:
Nadie jamás te soltará.
(traducción del autor)
JONATHAN GREENHAUSE (EE.UU, 1974) ha publicado el poemario “Sebastian’s Relativity (Anobium Books, Chicago, EE.UU), además de ser incluido en la antología “New Rising: Stories for Japan (Books that Help, Australia) y participar en las revistas “The Believer” (San Francisco, EE.UU), Many Mountains Moving (Colorado, EE.UU), The Bitter Oleander (New Yowk, EE.UU), “The South Carolina Review” (South Carolina EE.UU), “The Dos Passos Review (Virginia, EE.UU), “Rattle” (Los Angeles, EE.UU y “Nimrom” (Oklahoma, EE.UU).
También ha traducido al inglés poemas del uruguayo Marcos Barcellos (Uruguay, 1975) para la “International Poetry Review” (North Carolina, EE.UU. y “Orbis” (Gran Bretaña).
Reconoce como referentes formativos a los poetas Walt Whitman, Rubén Darío, Elizabeth Bishop, Wallace Stevens y Nicanor Parra, los narradores Albert Camus, Herman Hesse, Julio Cortázar, William Faulkner, James Joyce, Ayi Kwei Armah y Toni Morrison, y en la plástica al Greco, Pablo Picasso, René Magritte y Diego Rivera,
Actualmente visita nuestro país, y el sábado 24 de marzo intervino, junto al cantautor Diego Presa, en la presentación del poemario “Cantar sobre las ruinas” de Marcos Barcellos, que se realizó en Pocitos Libros.
SOLTAR
Y te queda una caja de bombones
sin los bombones
Y una caja de música
que no produce música.
Todos tus parientes se han ido
y tu hijo no reconoce que seas su padre.
En el jardín, todos tus tomates
están hechos puré;
Todas tus lechugas
se han convertido en un ciervo herido.
Cerca de la ventana, hay una puerta
y cerca de la puerta, una ventana
Y en la pileta de la cocina hay un charco
donde te ves ahogando.
Nadie te dice qué hora es
porque es de noche
Y el ruiseñor canta
desde adentro de su jaula.
Nadie te va a soltar
hasta que pagues por tus errores:
Nadie jamás te soltará.
EN EL SEGUNDO MUNDO
“¿No te enteraste?” él me pregunta
mientras pone las facturas encima de la mesa.
Me mira simultáneamente en los ojos y a nada,
diciéndome “Edgardo se quiso suicidar con pastillas y cerveza;
lo encontraron desmayado en el desagüe, lo llevaron
a la sala de urgencia, y le lavaron el estómago”.
¿Qué más? le pregunto,
y dice “Lucas está en Uruguay con la novia, intentando ser escritor
y dice que cada mañana le aparecen mil ideas nuevas;
él quisiera que lo visitaras con más frecuencia” me dice
mientras limpia las migas de los labios y explica
“Nuestra banda se ha desbandado desde que te fuiste”.
Lo susurra mientras termina de cebar el mate.
“¿Y cómo va Yanquilandia?” me pregunta,
y le digo “Peor de lo que esperaba: Pensaba que podía integrarme, pero no sé. Llego a aceptarlo. Uno aprende vivir en dos mundos,
apartes pero parecidos, luego todo se junta”. En un solo momento,
todo es comprimido en una sola opción: Aquí. Aquí es donde vivís.
Así es como suceden las mañanas y como cantan los grillos en el verano.
“Cuando volví”, le digo, hice las mismas preguntas,
pero cuando se las hice,
me dijeron “Mark se murió de un infarto pero nadie sabe por qué,
y Jono se casó y no te invitó a su despedida de soltero.
Pete manejaba y se cayó de un puente en Costa Rica.
No hay diferencia.
Es sólo un ambiente distinto, diferentes nombres y trasfondos.
Con el tiempo, los dos mundos son más y más parecidos,
ya no separados,
ya no son un misterio, y tu vida sigue como siempre.
mientras pone las facturas encima de la mesa.
Me mira simultáneamente en los ojos y a nada,
diciéndome “Edgardo se quiso suicidar con pastillas y cerveza;
lo encontraron desmayado en el desagüe, lo llevaron
a la sala de urgencia, y le lavaron el estómago”.
¿Qué más? le pregunto,
y dice “Lucas está en Uruguay con la novia, intentando ser escritor
y dice que cada mañana le aparecen mil ideas nuevas;
él quisiera que lo visitaras con más frecuencia” me dice
mientras limpia las migas de los labios y explica
“Nuestra banda se ha desbandado desde que te fuiste”.
Lo susurra mientras termina de cebar el mate.
“¿Y cómo va Yanquilandia?” me pregunta,
y le digo “Peor de lo que esperaba: Pensaba que podía integrarme, pero no sé. Llego a aceptarlo. Uno aprende vivir en dos mundos,
apartes pero parecidos, luego todo se junta”. En un solo momento,
todo es comprimido en una sola opción: Aquí. Aquí es donde vivís.
Así es como suceden las mañanas y como cantan los grillos en el verano.
“Cuando volví”, le digo, hice las mismas preguntas,
pero cuando se las hice,
me dijeron “Mark se murió de un infarto pero nadie sabe por qué,
y Jono se casó y no te invitó a su despedida de soltero.
Pete manejaba y se cayó de un puente en Costa Rica.
No hay diferencia.
Es sólo un ambiente distinto, diferentes nombres y trasfondos.
Con el tiempo, los dos mundos son más y más parecidos,
ya no separados,
ya no son un misterio, y tu vida sigue como siempre.
FLORES DE FUEGO
En japonés, la palabra “oficina” es un carácter que se compone
de dos carácteres mas pequeños,
uno que significa “lugar encerrado”, y el otro “cadáver desplomado”.
Afuera, cae una blanda lluvia sobre lo que antes era un restaurante
pero ahora es un montón
de caños y ladrillos, restos de hormigón, y cartas arrugadas.
Comía allí con mi esposa, quien ya no es mi esposa,
sino la novia de otro.
Pedíamos platos de papas fritas cubiertas con queso
y hablábamos de la posibilidad de seguir casados,
sin saber que lo mejor hubiese sido pasar el tiempo
haciendo otra cosa,
como organizar una expedición al Ártico
o repartir panfletos para salvar el restaurante
de su demolición final.
Cuando enciendo el televisor, me acuerdo que hoy no es sábado
y lo que decida mirar
será una forma de no pensar en lo que no estoy haciendo.
En estos días entre los días que vivo de veras,
mis parientes me llaman para asegurarse que todavía respiro
y me cuentan cosas que no necesito saber,
mientras en lo recóndito de sus voces escucho sus deseos latentes,
y quiero llevarlos de la mano y guiarlos hacia lo desconocido,
pero en cuanto que rozo su piel invisible,
se corta la línea, condenándoles a su nostalgia terrible.
En una pausa de mi trabajo, medito en las consecuencias metafísicas
de un cadáver desplomado en un lugar encerrado,
y me enfoco en la expresión sin límites de los fuegos artificiales,
llamados “flores” de fuego en japonés,
y como, de noche, observo el cielo y veo flores compuestas de fuego
y miro las estrellas
mientras exhalan sus últimos respiros
calentando, por un momento, ese inmenso espacio congelado.
En japonés, la palabra “oficina” es un carácter que se compone
de dos carácteres mas pequeños,
uno que significa “lugar encerrado”, y el otro “cadáver desplomado”.
Afuera, cae una blanda lluvia sobre lo que antes era un restaurante
pero ahora es un montón
de caños y ladrillos, restos de hormigón, y cartas arrugadas.
Comía allí con mi esposa, quien ya no es mi esposa,
sino la novia de otro.
Pedíamos platos de papas fritas cubiertas con queso
y hablábamos de la posibilidad de seguir casados,
sin saber que lo mejor hubiese sido pasar el tiempo
haciendo otra cosa,
como organizar una expedición al Ártico
o repartir panfletos para salvar el restaurante
de su demolición final.
Cuando enciendo el televisor, me acuerdo que hoy no es sábado
y lo que decida mirar
será una forma de no pensar en lo que no estoy haciendo.
En estos días entre los días que vivo de veras,
mis parientes me llaman para asegurarse que todavía respiro
y me cuentan cosas que no necesito saber,
mientras en lo recóndito de sus voces escucho sus deseos latentes,
y quiero llevarlos de la mano y guiarlos hacia lo desconocido,
pero en cuanto que rozo su piel invisible,
se corta la línea, condenándoles a su nostalgia terrible.
En una pausa de mi trabajo, medito en las consecuencias metafísicas
de un cadáver desplomado en un lugar encerrado,
y me enfoco en la expresión sin límites de los fuegos artificiales,
llamados “flores” de fuego en japonés,
y como, de noche, observo el cielo y veo flores compuestas de fuego
y miro las estrellas
mientras exhalan sus últimos respiros
calentando, por un momento, ese inmenso espacio congelado.
UN ENCUENTRO CON KO UN
Sebastián está caminando por Broadway cuando Ko Un
(el famoso poeta coreano)
lo para y le pide el nombre.
“Sebastián”, dice Sebastián, extendiendo su mano
y diciendo que también es poeta.
“Pero no soy poeta”, le dice Ko Un. “Soy mariposa”.
Sebastián lo mira sin inmutarse, y Ko Un agrega:
“¿Parezco mariposa?”
Pensando que es una broma, Sebastián titubea
antes de responder “La verdad que no”,
y Ko Un sonríe y dice “Pues debo de ser poeta”
y saca un cuaderno en donde escribe un poema acerca de Sebastián
antes de seguir por Broadway.
Mientras Sebastián lo mira,
grandes alas se despliegan de la espalda de Ko Un
y él se remonta por el aire
hasta que se pierde en el tremendo azul del cielo.
“Bueno”, se dice Sebastián: “Me equivoqué”.
(el famoso poeta coreano)
lo para y le pide el nombre.
“Sebastián”, dice Sebastián, extendiendo su mano
y diciendo que también es poeta.
“Pero no soy poeta”, le dice Ko Un. “Soy mariposa”.
Sebastián lo mira sin inmutarse, y Ko Un agrega:
“¿Parezco mariposa?”
Pensando que es una broma, Sebastián titubea
antes de responder “La verdad que no”,
y Ko Un sonríe y dice “Pues debo de ser poeta”
y saca un cuaderno en donde escribe un poema acerca de Sebastián
antes de seguir por Broadway.
Mientras Sebastián lo mira,
grandes alas se despliegan de la espalda de Ko Un
y él se remonta por el aire
hasta que se pierde en el tremendo azul del cielo.
“Bueno”, se dice Sebastián: “Me equivoqué”.
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