domingo

EDUARDO NOGAREDA



EL JUGLAR Y SUS TENTÁCULOS
Nacido en Montevideo en el año 1944, vivió exiliado en la República Argentina entre los años 1973 y 1976, y en España después de ese año. En octubre de 2005 retornó al Uruguay y vive desde entonces en Montevideo. Es poeta, comunicador, actor y cantautor.

Actualmente dirige y presenta el programa “El truco de la serpiente”, en Emisora del Sur, SODRE. En el año 2007 recibió el Premio Morosoli a la Trayectoria Periodística.

Entre 1970 y 1976 realizó en Uruguay y Argentina numerosos trabajos como recitador en espectáculos poético- musicales con Washington Carrasco, Manuel Capella, Daniel Viglietti, Héctor Numa Moraes, Daniel Amaro y otros músicos.Hizo espectáculos de canciones, poemas y humor con obra propia en cafés y teatros de distintas ciudades de España entre 1995 y 2005. En Madrid fue actor de doblaje y actor en videos didácticos y cortometrajes.

En 2007 presentó “Tangos y otros mambos”, espectáculo de canciones, poemas y humor con obra propia en el teatro de Agadu.

Tiene publicados los siguientes libros de poesía: “Poesía en carne propia”, con otros tres autores, ganadores todos del concurso literario convocado en 1977 por Editorial HOAC, en Madrid; “El aire es un gran animal”, Editorial Arca, Montevideo, 1985; “El estruendo de una mosca”, edición de autor, Madrid, 1992; “Pensado campo”, Editorial Artefato, Colección Delfos, Montevideo, 2007, y “Hoy el cielo es un paraguas que sostiene un triste”, Editorial Estuario, Montevideo, 2009. También realizó edición, prólogo y notas de la novela “La tregua”, de Mario Benedetti, para Editorial Cátedra, Colección Letras Hispánicas, Madrid, 1979.

En 2011 publicó dos discos: uno de canciones, “Corsoacontramano”, y otro de poemas: “Ruido de poemas”.

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El Nogareda veinteañero que realizaba el programa radial “Sarandí llamando” en la década de los 60 parece pervivir actualmente en tu incansable y lúdica búsqueda de arcoirisar la imaginería del prójimo. Como hacían los juglares medievales. ¿Seguís necesitando que se produzca el clic de la verdadera comunicación para sonreír en paz?

La comunicación es lo que más me interesa en todos los trabajos que he realizado. Es el objetivo de la parla radiofónica y de la redacción de poemas y de la composición e interpretación de canciones. Soy de los que creen que nada importante se puede hacer solo en la vida. La esencia humana es imperativamente comunicante. Para vivir necesitamos comer y beber, necesitamos recursos que nos corrijan el frío o nos mitiguen el calor, pero por encima de todo para sentirnos vivos inevitablemente necesitamos estar comunicados con alguien. Claro, la primera comunicación tenemos que establecerla con nosotros mismos. Es el “conócete a ti mismo” del filósofo. Pero no es suficiente. También tenemos que conocer al otro y perdemos el sentido si el otro no alcanza a conocernos.

Si nos ubicamos en el paisaje apocalíptico de “El séptimo sello” de Bergman, ¿te identificás con el artista al que le alcanzan las “visiones” intuitivas para seguir peregrinando con dolida ternura entre tanta desorientación?

Es una tentación. El mundo parece que se empeñara en esconder las claves de la inteligibilidad y uno experimenta esa tendencia que lo lleva a confiar más en la visión que en la razón. Sin embargo, opino que hay que mezclar la intuición con el razonamiento para acercarnos a la verdad. Hay que atender a los datos de la realidad, pero, como son confusos, es mejor ayudarlos con la intuición. Eso sí: nunca estaremos seguros de nada. 

¿No sentís que la tan papagayeada “liquidez o disolución de los paradigmas” hace que el receptor nuestro de cada día esté cada vez más sediento de que le ofrezcan herramientas auténticas para ayudarlo a construir su humilde salvación resistente a las tentaciones del consumismo salvaje?

Si el consumismo salvaje existe es, reconozcámoslo, porque la mayoría de los humanos somos unos salvajes a los que es fácil engatusar. Nos olvidamos de la superioridad del ser sobre el tener porque la tenencia de bienes materiales nos distrae un poco de la angustia existencial. La humanidad ha llegado a ese punto de maduración lindante con el cinismo: no nos creemos nada porque algunas arquitecturas ideológicas que parecían sólidas se han derrumbado. Cuando cayó el Imperio Romano, una ilusión muy potente, llamada cristianismo, había desembarcado en el mundo. Hoy, la civilización carece de un proyecto movilizador convincente, como tienen los pueblos árabes, por ejemplo. Es verdad: yo creo que estamos sedientos de herramientas intelectuales que nos salven del despropósito de la injusticia y la irracionalidad.

Clarice Lispector, en el preámbulo de su último libro, asegura que en materia de comunicación el único triunfo consiste en transformarse en una estrella del atardecer ajeno. ¿Cuáles son los maestros referentes que permanecen luminosos en la decantación de tu crepúsculo?

En la poesía, César Vallejo. En la canción, Zitarrosa. Rubén Castillo en la radio… Pero también siento que no hace falta escudriñar el otro mundo para encontrar maestros. Los hay en este mundo, como Fernando Cabrera, Serrat, Lobo Antunes, Galeano... 

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