domingo

DARNAUCHANS MIRALLES EN BLANCO Y NEGRO

por Ricardo Pessoa
(reportaje recuperado de Cuadernos de Marcha, febrero de 1992)

SEGUNDA ENTREGA

-Maestros.

-En primerísimo lugar el Bocha Benavídez, no corrigió nunca nada y eso es un gran mérito. Te decía “yo revería esa canción”, donde había redundancias obvias. No creo que haya tenido otro así. Coriún un poco, pero más de amigo, de conversación. Carlos Martins me enseñó muchas cosas, pero creo que era demasiado prudente, de repente tenía razón. De la palabra, los teóricos…, nosotros conocemos a través de Pound muchas cosas, hizo una especie de licuadora muy revulsiva y nos mostró a Mallarmé. Después Vallejo y, por cierto, los concretos brasileños, Haroldo y Augusto de Campos y Décio Pignatari; a nivel teórico, la poesía se me hace un poco cuesta arriba leerla. En la música, Dylan es el híbrido perfecto, “la” articulación. Aprender de Dylan es cosa de “no te voy a decir lo que vos querés, no te voy a consolar, no te voy a dar ningún consuelo, yo soy un cantante y vos sos una persona, escuchame o no me escuches”. Maestros de acá no tengo.

-¿Y Zitarrosa?

-Sí, pero a Zitarrosa lo veo más por el lado Onetti que por el lado Zitarrosa.

-¿Más la temática que la forma?

-Sí, la forma de cantar no tiene nada que ver. De cantor (y eso no lo señaló nadie) yo intentaba imitar al flaco Spinetta y salió eso.

-¿Por qué escribís?

-Es manida la pregunta, es manida la respuesta: es una enfermedad.

-¿No sabés hacer otra cosa o no podés dejar de hacerlo?

-No sé hacer hacer otra cosa. No sé escribir a máquina.

-No podrías ser secretaria…

-Secretario no podría ser, secretaria capaz que podría. Es compulsivo, yo sé que eso no va a ningún lado. Lo hago igual y lo guardo.

-¿Un fracaso o una victoria?

-La victoria consiste en el fracaso, el caudal estético que tiene el perdedor o el que muere en una novela es inconmensurable. Lennon lo sabía cuando escribió “I’m a loser”, una canción que tengo en el cuerpo calloso del cerebro. Soy un perdedor, y es verdad, esto no va a durar.

-¿Por qué no es fácil ver el trigo de la luna?

-No es fácil porque…

-¿Conlleva mucho insomnio?

-Conlleva mucho insomnio y conserva mucho tiempo de mirar la luna como un tarado. He sido “un tenor hueco de un coro de grillos que cantan a la luna”, haciendo lo contrario de lo que aconsejaba Machado.

-Green dice que el suicidio es un grito desesperado que no se escuchó. Ciorán que es la última instancia de libertad del individuo. Para vos, ¿qué es?

-He pensado mucho en el tema. No me es ajeno, ni a nivel de trabajo, ni en el familiar, como tampoco en el plano de las amistades, siempre ha andado rondando por ahí. Creo que hay para todos los gustos; podríamos hacer una especie de sincretismo tonto y decir que “un grito desesperado que no se escucha tal vez sea el último estertor de la libertad individual”.

-¿Qué te gusta de una mujer?

-Un rostro expresivo, un cuerpo bien proporcionado, que sea más alta que yo y que tenga carácter; si fuera inteligente y se leyera todo, mejor, pero con el carácter es suficiente.

-¿Qué es lo mejor y qué es lo peor del Uruguay?

-Lo mejor es esa condenada persistencia en existir. Lo peor es haberse dejado fundar.

-¿Perestroika?

-Fue un sueño interesante, pero obviamente a voluntarismo no se puede cambiar las cosas. No obstante, pienso que el hombre que hoy es un renunciante tiene mejores intenciones que el señor Yeltsin, que no me es simpático.

-¿Cuba?

-Sola y sin futuro, esa es la triste verdad.

-¿China?

-China es un inmenso mercado. Es posible que la respeten un poco más. Por un lado, abren una especie de zona franca frente a Hong Kong y, por el otro, critican la “perestroika”, son cosas que no comprendo. Seguramente es otra mentalidad, escriben para abajo, tiene el “Tao”, el “I Ching”, pueden que tengan la justa, no sé, no los entiendo.

-¿Qué disco quedó mejor y qué canciones?

-“Zurcidor”, era joven pero no adolescente, pasaba por un período de estabilidad psíquica y afectiva. A nivel de canciones una de “Nieblas y neblinas” que se llama “Sra. Otra”, con un arreglo de cuerdas de da Silveira; además, andaba bien ese día para cantar, después el arreglo que hizo Bernardo con “Tratamundo” de “El trigo de la luna”, dio en el clavo. Me da mucho placer cantarla.

-¿A qué aspirás?

-A componer con una canción con la que me sienta “realmente conforme”, nada más que “una”.

-¿Proyectos?

-Posiblemente un concierto grande para marzo, y el año que viene (éste) voy a tener que grabar un disco.

-¿Ya tenés los temas?

-Siempre tengo, soy una ardilla, como “Chip y Dale”.

-¿Te inspirás?

-Por lo general a través de la lectura, de repente estoy leyendo “El pozo y el péndulo”, una frase me detona y escribo algo que no tiene nada que ver con Poe. Es como un “trick” y paso a otro “track”.

-¿Lleva mucho tiempo ese proceso?

-Mucho, mucho. Nunca tuve prisa.

-¿Pero elegís el tema?

-No, no, pero ando siempre en la misma zona.

-Me parece que tenés relación con el tango.

-Siempre digo que “Dylaniana” se podría llamar “Discepoliana” y tener un acápite de “Yira yira”.

-¿Qué tangueros te gustan?

-Conozco poco a nivel de nombres. Discépolo me gusta, pero más Homero Manzi, y me gusta aquel otro…

-¿Juan de Dios Filiberto?

-Sí. Y Gardel, por supuesto. El tango es realmente muy “dark”. Ayer estaba recordando un tango que le gustaba mucho a mi viejo, “Cafetín de Buenos Aires”; si hay una cosa de “no future” es ese tango, donde dice “gasté mi vida”, no sé qué más, “y me entregué sin luchar”. Vuelta al “loser”.

-¿El bolero menos?

-Aprendí a apreciar el bolero ya adulto y aquí hay un problema social: lo escuchaba mucho, pero era la música de las empleadas de mi abuela, entonces inconscientemente me decía “no, esta música no me puede gustar!” Fijate qué horrible, además versiones muy diluidas. Los originales, mexicanos o cubanos, son “muy” impresionantes.

-Mandamientos.

-Mantendría muchos. No manipularás la información. No prejuzgarás. Y, sobre todo, no aconsejarás.

-¿Vicios?

-Muchos. Cigarrillos rubios, cerveza, el cine, el olor al aire viciado de los cines de mi infancia. Leer algo, no importa qué, la palabra impresa.

-¿Levantás hojas tiradas en la calle?

-Sí, claro, además encontrás un pedazo de diario viejo y lo leés y es una revelación. Otro vicio es inventar rituales, hacer determinadas cosas siempre igual.

-¿Manías?

-Tengo tantas manías que no sé. Muchas, muchas manías. Una: no me gusta que me toquen. El toqueteo es una cosa que si no termina en la cama, no tiene mucho sentido.

-Pesadilla.

-La he sentido (o he creído sentirla despierto) que me venga un derrame cerebral masivo o un infarto cantando una canción: la suprema agresión.

-¿Sirvió el psicoanálisis?

-Sí, me sirvió muchísimo.

-¿Creencias religiosas?

-Católico disidente u opcional o vocacional. Olvidé el padrenuestro, pero a veces lo rezo. El rosario lo rezo también, es una cosa que calma, como un mantra. No puedo negar ni afirmar científicamente que existe Dios y sé que muchas veces lo precisé, no se manifestó, pero lo precisé, entonces no me puedo hacer el vivo y decir que soy ateo porque no lo soy. Otro negocio es Cristo y todo eso.

-Líder mundial.

-Lenin.

-¿Futuro ideal?

-Dentro de 200 o 1000 años una cosa parecida al comunismo o al anarquismo, pero sobre todo, la abolición de la estupidez.

-¿Qué personaje te gustaría ser?

-Una mezcla de Dostoievsky y Poe.

-¿Qué te llevarías a una isla?

-Es una pregunta clásica, muy vieja y gastada. Una botella, una birome, un cuaderno y un corcho, para mandar “a message in a bottle”, que no diría que me rescaten., ¿quién sabe qué diría?

-¿…y si fuera un libro?

-“El idiota”, de Dostoievsky.

-¿Película?

-“Easy Rider”. Sé que hay mejores.

-¿Disco?

-“Revolver” de Los Beatles.

-¿Día feliz?

-Tener una conversación inteligente por 2 o 3 horas con una mujer.

-¿Un día triste?

-El día que cambió de bandera el Kremlin.

-¿Día normal?

-Levantarme tarde, hacer ciertas compras elementales, dar una vuelta por Agadu o el Palacio de la Música o Sondor, para ver si hay algo que cobrar. Padecer el frío en invierno, el calor en verano, el viento y la pelusa de los plátanos en primavera; el otoño lo llevo bastante bien. Que no pase nada, que no haya nadie y que todo se disuelva en cerveza, una o dos pastillas, y una vela que se consume.

-¿Por quién continuarías dos o tres cuadras?

-Me gustaría verle la cara a Lautréamont; saber qué onda tenía el tipo.

-¿Qué músicos es imprescindible entrevistar?

-Zitarrosa, Mateo, aunque sería difícil porque estaba en otra frecuencia. Dino, que está en Suiza; Galemire, que está en España. Jaime Roos es un tipo con ideas contradictorias, se puede discrepar, pero son muy interesantes. Un tipo con mucha chispa es Carlitos da Silveira.

-¿Colaborador ideal?

-Jorge Galemire, en “Sansueña”, pensábamos muy parecido, los mismos timbres, los mismos tics.

-¿Qué preguntas no te han hecho nunca?

-Vos sabés que no sé. Supongo que una pregunta muy simple. En qué tonalidad me gustaría más cantar, qué acorde me gusta más.

-¿Cuál sería ese acorde?

-Sol mayor, en su articulación con Do mayor.

-¿Y en qué tonalidad te gusta cantar?

-En mi época de muchacho yo cantaba mucho en Sol, Fa sostenido, Fa y Mi. Bajé unos escalones gracias al tabaco, la conversación nocturna y el insomnio
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