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OSHO / MÁS ALLÁ DE LA PSICOLOGÍA - CHARLAS DADAS EN URUGUAY (PUNTA DEL ESTE)


Capítulo 20

Todo está Ocurriendo
Silenciosamente

Amado Osho,
Para mí, estar aquí contigo es como si hubiera llegado al final de un largo viaje, no deseo estar en ninguna otra parte. Mi corazón debería saltar muy alto y debería rebosar de dicha, pero me miro a mí mismo, cómo llevo este gran regalo de estar contigo, y parece que sólo experimento una gran sensación de calma. La felicidad y la tristeza siempre están en mí simultáneamente y es como si se cancelaran mutuamente. Es como si mi llama de vida ardiera constantemente pero a un nivel bajo, y eso me preocupa.
Esta cuestión de si estoy viviendo con la suficiente intensidad siempre está conmigo y consume mi energía todavía más. Por favor destrúyela.


Es bueno que te sientas tranquilo y en calma, en lugar de extático, emocionado, porque cada éxtasis, cada subida anímica acabará bajando; no puede permanecer elevada para siempre. Eso quema tu energía y la quema intensamente. Y no dispones de una fuente inextinguible; como individuo, en el cuerpo, lo que tienes es limitado.

Estar conmigo en silencio y en calma, pacíficamente, es lo correcto; puedes afrontarlo. Incluso con los recursos limitados de los individuos, el estado de calma mental puede permanecer para siempre.

He visto venir a mí a ambos tipos de personas. Los que vienen y se animan en exceso, pronto se agotan, y cuando se agotan se enfadan conmigo; cuando se agotan se convierten en enemigos en lugar de amigos. Obviamente, para ellos soy la causa de su crisis, y no pueden perdonarme. En lo profundo de su mente tienen la idea de que se les dio un éxtasis y ahora se les ha retirado.

Yo no os doy nada y ni retiro nada, Lo que ocurre en vosotros simplemente ocurre en vosotros; yo sólo soy un agente catalizador. Por eso lo mejor que puede ocurrirte es una profunda calma. Es más fiable porque te va a durar toda la vida: quizá incluso más allá de la vida.

En tu pregunta, estás confundiendo lo que ocurre en mi presencia, conmigo, y la intensidad de tu vivir. Yo enseño a la gente a vivir intensamente para que puedan trascender rápidamente sus deseos, su agitación. Si viven miserablemente, como vive mucha gente, entonces no hay esperanza de que puedan experimentar la trascendencia en esta vida.

No mezcles eso con tu estado, porque tu calma es el principio de la trascendencia. Por eso sientes que tu felicidad y tu tristeza suceden simultáneamente. Eso no puede ocurrir: o te sientes feliz o te sientes triste. No puedes estar tristemente feliz ni felizmente triste. ¡Sería una situación muy extraña!

Lo que ocurre es que tu calma te da esa impresión, porque en ella sientes algo que pertenece a la felicidad y algo que pertenece a la tristeza. La tristeza no está totalmente equivocada; la felicidad no está completamente acertada.

La parte esencial de la felicidad es un sentimiento de bienestar, que sientes en la calma, por eso piensas que eres feliz. Y la parte esencial de la tristeza es el silencio, que también sientes en la calma, Estas dos cosas pueden existir juntas, de hecho, sólo pueden existir juntas.

Un sentimiento silencioso de bienestar..., cualquier cosa que pase, está perfectamente bien. No me pidas que lo destruya, pídeme que lo potencie. ¡No hagas de ello un problema! No lo es. Es un tremendo regalo que el maestro nunca da y el discípulo siempre recibe.

Hay cosas que el maestro nunca dice y el discípulo siempre oye. Es uno de esos fenómenos misteriosos que el maestro no te transmite; pero tú lo recibes, surge dentro de ti.

Es como el amanecer, cuando millones de pájaros empiezan a cantar. Ni siquiera son conscientes del amanecer, pero la presencia del sol activa algo en sus corazones; el sol no es consciente de todos los pájaros. Millones de flores abren sus pétalos de repente. El sol no va a cada una de las flores a decirle: «¡Despierta! Ya es la hora, he venido.» Y las flores tampoco son conscientes de por qué abren sus pétalos, de por qué liberan su perfume. Todo sucede en silencio. Es necesaria la presencia del sol, pero esa presencia no hace nada. Basta con que esté allí.

Gurdjieff solía decir que la situación de la mente humana es como la de una clase de párvulos. Cuando el maestro sale, todos los niños comienzan a gritar, a berrear y a dar saltos, y ocurren todo tipo de cosas, se tiran libros unos a otros... Y entonces aparece el maestro y se vuelve a hacer un completo silencio. Dejan de gritar, de saltar, de tirar libros..., todo eso se detiene. Todos se inclinan sobre los libros y aunque no estén leyendo, lo aparentan.

Hay una cosa cierta, que la presencia misma del maestro marca la diferencia. No hace nada, no dice nada. Si tiene que decir algo, si tiene que hacer algo, no es un maestro; no es respetado, no es amado. Los niños no sienten que valga lo suficiente como para comportarse de manera diferente en su presencia de lo que se compartan en su ausencia.

En las antiguas escrituras orientales se comenta esta cuestión una y otra vez, porque ha sido una de las preguntas eternas: ¿Debe el discípulo respetar al maestro o no? Todas las religiones organizadas han decidido que sí debería respetarlo.

Yo he hablado con distintos líderes religiosos y les he dicho: «Eso es erróneo. El discípulo no debe respetar. El maestro debe ser respetable.» Es algo completamente distinto. El maestro debe llevar el peso; debe ser amable, debe ser respetable. No pongas la responsabilidad en el discípulo, que después de todo es un discípulo, un alumno. Le resulta fácil errar.

En la universidad, durante el discurso de apertura de curso, uno de mis vicecancilleres dijo que el respeto por el profesor está desapareciendo del mundo estudiantil y eso es peligroso. Ordinariamente nadie se levanta en un discurso de apertura, porque no es el lugar adecuado para tener un debate, pero yo me puse de pie y dije: «Antes de que diga nada más, permítame corregirle. Tiene razón en el hecho de que el respeto está desapareciendo entre la comunidad estudiantil, pero su conclusión es desacertada. La responsabilidad no es de los estudiantes sino de los profesores. ¿Puede decir con certeza que los profesores se merecen el respeto? ¿Y si no puede decir con certeza que los profesores merecen respeto, por qué hacer al estudiante responsable de toda la situación? Si el profesor se merece el respeto, la cuestión del respeto por parte del estudiante no surgirá en absoluto.»

Y le dije: «Se lo digo por propia experiencia.» En aquel momento había sido profesor de aquella universidad durante cinco años y no me había encontrado ni un sólo estudiante que no fuera respetuoso. «Y si se encuentra con estudiantes que no sean respetuosos con usted, debería ir a casa y pensar en ello. Usted debe haberse equivocado en algo. En algún lugar debe haber perdido su valía.»

Hubo un gran silencio en todo el auditorio. Los profesores estaban consternados, los estudiantes conmocionados, el canciller se quedó congelado como una estatua, y el vicecanciller, canciller no sabía qué decir. Yo dije: «Puede ver el silencio; yo no he dicho a nadie que se quede en silencio, pero la mayoría de ellos son estudiantes míos o lo han sido, y saben a qué me refiero.»

Y el vicecanciller tuvo que retirar sus palabras. Dijo: «Puedo entenderlo. La responsabilidad siempre debe estar de lado de la persona más fuerte, no de la más débil. El estudiante es débil, es un alumno, no tiene poder; el profesor tiene todos los poderes, toda la formación, toda la autoridad…" Y si no puede granjearse el respeto, él es el responsable. Tienes razón.»

Pero uso la palabra «granjearse.», Yo no dije nada, aunque esa era una palabra equivocada. «Granjearse» algo significa que piensas en ello, que usas ciertas tácticas, ciertas estrategias para conseguirlo. Un verdadero maestro simplemente llega ante sus discípulos y ocurre el silencio, ocurre la calma.

Y lo mismo pasa con vosotros. No tenéis que preocuparos de vivir intensamente. Si puedes vivir esta calma, si esta calma puede convertirse en tu vida misma, a la que la felicidad y la tristeza contribuyan con su belleza esencial, entonces no te hace falta pensar en la gente que habla de éxtasis. Su éxtasis desaparecerá en dos días; tu calma estará contigo más allá de la tumba.

Amado Osho,
Sólo en momentos de amor siento mi cuerpo bailar, con alegre dulzura, y sólo en momentos de amor es cuando los músicos crean la música que toca el corazón. Sentir la música moviendo mi cuerpo y la danza moviendo los dedos de los músicos es para mí la más hermosa de las experiencias.
¿Puedes decir algo al respecto, por favor?

Es un momento precioso y una preciosa experiencia; pero en la vida hay mucho más. Hay mucho más que la música, porque después de todo la música es sonido, y también está el silencio. La música es muy hermosa, pero no deberías olvidar el silencio. La danza es muy hermosa, pera hay algo más allá: un estado de consciencia absolutamente inmóvil… sin danza.

Hay bellezas y bellezas… y hay categorías. La música y el baile son muy físicos. Son muy bellos en sí mismos, pero uno no debería quedarse estancado en ellos, uno no debería detenerse por ellos, Deberían abrir la puerta del reino superior. Por ejemplo, si realmente eres amante de la música, pronto olvidarás la música y entrarás en el silencio. Si realmente estás muy apegado a la danza, pronto desaparecerá y podrás estar es un estado de ser inmóvil.

En China hay una antigua historia. Un hombre declaró que era el mejor arquero, fue al rey y le dijo: «Estoy dispuesto a aceptar cualquier desafío. He practicado el tiro al arco durante treinta años y se que no hay nadie en todo el imperio que pueda competir conmigo. Se debería declarar..., se debe conceder un tiempo, y si alguien quiere competir conmigo, estoy preparado; si nadie se presenta tienes que declararme campeón de todo el imperio, el maestro arquero.»

El rey sabía que era el mejor arquero que había visto y que lo que decía no era fanfarronería, sino que era verdad. En todo el imperio no había nadie que se le acercara siquiera; así de profundamente había entrado en su arte. Pero había un anciano que era el constante compa¬ñero del rey...; era su sirviente, pero el rey le respetaba mucho porque su padre había muerto pronto y este sirviente casi había sido un padre para él; le había protegido, le había disciplinado, le había educado para ser rey, y se las había arreglado para ponerle en el trono, para hacerle emperador. Este hombre estaba sentado en el suelo junto al trono y se puso a reír.

El rey dijo: «¿Por qué te ríes? Lo que dice es verdad. Conozco a este hombre y conozco su habilidad con el arco. No falla la diana ni con los ojos cerrados; puede matar un pájaro en pleno vuelo con los ojos cerrados. No hay nadie que pueda compararse a él.»

El anciano dijo: «Eres demasiado joven. Yo conozco a otro hombre ante el que éste sólo es un aficionado. Es muy anciano, es muy mayor; mayor que yo. Vive en lo profundo de las montañas. Antes de declarar campeón a este hombre, debe encontrarse con el anciano. Encontrarse con él será suficiente; no hará falta ni competir.»

Éste era un gran reto... con encontrarse será suficiente, no hará falta ni competir. No puedes competir con ese hombre. Es un maestro. Y le mostró el camino hasta el lugar donde se encontraba, la cueva donde vivía. El arquero se introdujo muchos kilómetros dentro de las montañas, hasta que finalmente encontró la cueva y después de echar una ojeada se echó a reír: en la cueva no había ni arco ni flechas; ¿qué clase de maestro era aquel? y era tan viejo, quizá noventa o noventa y cinco años o más. No podría dar en la diana, Sus manos temblarían; ¡era tan anciano! Pero el hombre dijo: «He sido enviado por el rey para encontrarme contigo.»

El anciano dijo: “He recibido el mensaje del rey, pero antes de tener el encuentro contigo quiero hacerte una pequeña prueba. ¡Yo no acepto cualquier encuentro! Como mínimo debes ser capaz de ser un arquero. Tendrás que superar una pequeña prueba.» Ni siquiera le planteaba que fuera maestro arquero...; quería probar si tenía alguna capacidad como arquero, algún talento, algo de genio.

El anciano salió de su cueva, se dirigió al joven y le dijo: «En el momento que te vi venir con tu arco y tus flechas, supe que eras un aficionado, porque el verdadero maestro no necesita hacer estas cosas. No has oído nunca un antiguo proverbio que dice: cuando un maestro alcanza la genialidad última, si es un arquero tira lejos de sí el arco y las flechas; si es músico, tira lejos de sí su instrumento musical; si es pintor, tira lejos de sí sus pinceles y lienzos.»

El arquero de respondió: «Lo he oído pero nunca lo he comprendido.»

El anciano dijo: «Pues ahora has llegado al lugar donde lo entenderás. Ven conmigo.» Había una roca prominente colgando sobre el valle, que tenía cientos de metros de profundidad. Si te caías de la roca no había posibilidad de salir vivo; de hecho, sería imposible hallar tu cuerpo completo, quedarías desparramado. Aquél era un valle peligroso.

El anciano se puso a caminar sobre la roca prominente mientras el joven se quedó allí al lado, temblando, sin avanzar sobre la roca. El anciano avanzaba y el joven estaba temblando. El anciano le dijo: «Deja de temblar. Esa no es la marca de un maestro arquero.» El andana llegó hasta el extremo de la roca: la mitad de sus pies pendían sobre el vacío. Mientras estaba allí de pie le dijo al joven: “Ven y ponte a mi lado.”

El joven dio un paso, dio dos pasos, y después cayó al suelo, temblando, todo le daba vueltas. Dijo: «tendrás que perdonarme. No puedo llegar hasta donde tú estás. ¡Sólo un pequeño error, un poco de brisa, un despiste, y me caería para siempre! He venido aquí a tener un encuentro contigo, no a suicidarme. Me resulta increíble que estés ahí de pie.»

El anciano le dijo: «Esto es lo que el arte del arco proporciona al hombre: un corazón firme, una mente inmóvil. Ya no necesito el arco y las flechas. Se que has echado una mirada por mi cueva y he podido ver tu sonrisa sutil: "¿Cómo puede este hombre ser un arquero?". Ahora te mostraré mi arte con el arco.»

Miró hacia arriba y en ese momento pasaban nueve pájaros volando; y mientras miraba, los nueve pájaros fueron cayendo al suelo. Él dijo: «Si estás absolutamente inmóvil por dentro, basta con los ojos; no hacen falta flechas. Así es que vuelve y practica. Aún estás lejos de ser un campeón, aunque no soy tu competidor. Si te hubieran declarado campeón, yo no lo habría impedido, ¿a quién le importa? Tus campeonatos y tus títulos son juegos de niños.

«Pero el anciano del palacio me conoce. Mientras yo viva, no puedes ser un campeón; podrás ser un campeón si realmente entras a fondo en el arte del arco, practica. Y sólo yo puedo hacerte campeón, no el rey. ¿Qué sabe él del tiro con arco? Por eso debes decirle: "No tienes ninguna autoridad." Si estoy vivo iré a verte en el momento apropiado. O enviaré a alguien; dejaré hechos los preparativos aunque me haya muerto.»

Pasaron diez años y el anciano se estaba muriendo. Llamó a su hijo que vivía en un pueblo del valle -que también era muy viejo- y le dijo: «Vete a ver a este arquero y coméntame su situación.»

Se presentó allí. El arquero fue muy amable, estaba muy feliz de que el anciano se hubiera acordado de él y hubiera enviado a su hijo. El hijo vio un gran arco colgando de la pared y preguntó: ¿Qué es esto?».

Y el arquero dijo: «Antes sabía lo que era..., ahora no lo sé. Tendré que preguntar; alguien debe saberlo.»

Pero el hijo añadió: «He oído que eres un arquero.»

Él dijo: «Solía serlo en mi juventud, y en la juventud todo el mundo es un poco alocado. Solía serlo, pero tu padre me hizo recuperar el sentido.»

Ésta es la información que le llegó al anciano: aquel hombre había olvidado el nombre del arco. El anciano le dijo: «Eso significa que ha dado la prueba de su valor. Tendré que bajar antes de morir y declararle campeón, maestro arquero.»

Ahora él también podía hacerlo: con sólo mirar a un pájaro le bastaba para matarlo. Bastaba con los dos rayos que le salían de los ojos, porque su ser interno estaba tan sólidamente inmóvil que esos dos rayos eran como flechas. Él dijo: «Ahora comprendo el significado del viejo proverbio: El músico rompe su instrumento cuando realmente se convierte en un maestro. ¿Entonces, para qué sirven los instrumentos? Aún siguen siendo parte del mundo del sonido y la música real es el silencio.»

Cuando escuchas la música, lo que realmente te toca el corazón no es el sonido, sino la apertura entre dos sonidos. Todo el arte de la música consiste en llevar esa apertura a tu corazón. Pero si un hombre puede incorporar esa apertura en su presencia y te hace entrar en un profundo silencio, conocerás la verdadera música. Entonces sabrás que lo que pensabas que era la música sólo era el entrenamiento preliminar. Y lo mismo es verdad para la danza, lo mismo es verdad para cualquier arte creativo. La apariencia no es la realidad; sólo es un disposit¡vo para que puedas tomar consciencia de algo intangible, oculto, más allá.

Es bueno amar la música, es bueno amar la danza, es bueno tocar música, es bueno bailar; pero recuerda, eso no es el final. Tienes que ir muy lejos -lejos de la música, lejos de la danza- para comprender la verdadera belleza de cualquier arte creativo. Todos los artes creativos te traen a tu ser interno en el que sólo hay calma, completa quietud, absoluto silencio.

Entonces puedes decir: «He oído lo que no puede ser oído. Y he visto lo que no puede ser visto.»

Amado Osho,
Hasta ahora no he tenido muchas experiencias sexuales, pero últimamente estoy más activa sexualmente. Parece que evito a los hombres, heterosexuales y deseo a los homosexuales.
No sé si me estoy alejando del sexo porque tengo miedo, o si estoy yendo hacia la gente que realmente me gusta y necesito. ¿Podrías poner alguna luz en esto?

Es posible que si has estado evitando el sexo durante algún tiempo y ahora te estás volviendo a interesar en él, tengas que ir despacio.

Sentirte atraída hacia los homosexuales es un paso. Finalmente te sentirás atraída por los heterosexuales. El homosexual está a mitad de camino. No tiene nada de malo, es bueno ir poco a poco, madurar gradualmente.

Y también es posible que la persona homosexual sea una persona que te guste, que ames, que merezca tu amor. Su homosexualidad puede ser algo secundario. Si es algo secundario, entonces quizá te puedas quedar con esa persona el tiempo suficiente; pasar de no tener contacto sexual o tener muy poco, a un hombre heterosexual, un salto directo, será demasiado para ti y puede ser peligroso. Puede que te devuelva a la evitación.

Está perfectamente bien que ames a un homosexual. Si es una persona que merece amor, aún mejor; en cualquier caso su homosexualidad te va a ayudar tremendamente para llegar a la persona heterosexual.

Estos son los cuatro estadios: la persona autosexual evita la sexualidad. Quiere contener la sexualidad dentro de sí misma, es una especie de persona tacaña, y este tipo de gente suele sufrir de estreñimiento.

Actualmente esto es un hecho psicológico bien establecido. No hay forma médica de librarles del estreñimiento; su estreñimiento no tiene una causa corporal, sino mental.

Debes recordar que el centro sexual está en la mente, no en los genitales. Y, a propósito, es muy curioso que el centro sexual y el centro de la alimentación están muy cerca uno del otro; demasiado cerca. Por eso una persona que detiene su actividad sexual comienza a comer demasiado. La energía del centro sexual comienza a rebosar al centro siguiente, que es el de la alimentación. Se hace adicta a la comida; mira al alimento de la misma forma que un amante mira a su amada.

El segundo estadio es la homosexualidad. Es un poco mejor que ser autosexual, que estar confinado en ti mismo; ahora al menos conectas con tu mismo sexo. Pero sigue habiendo un confinamiento -aunque sea un confinamiento menor- el hombre al hombre, la mujer a la mujer.

El tercer estadio es el heterosexual, la madurez sexual, cuando vas más allá de tu feminidad o de tu masculinidad, cuando trasciendes tu clase y vas hacía la opuesta. Y como la tensión entre opuestos es muy grande, el amor florece a gran escala.

Existe el amor entre homosexuales, pero no hay tensión en él. No deja de haber una razón por la que los homosexuales son llamados gays, porque no hay tensión, no hay lucha; siempre están sonriendo, siempre parecen felices. Es una felicidad superficial.

Los heterosexuales están enamorados y están en conflicto. Se ríen profundamente, lloran profundamente, luchan profundamente, sienten mucho el uno por el otro; todo es profundo debido a la tensión. Se les conoce como los enemigos íntimos. La intimidad es profunda y la enemistad también es profunda.

El cuarto estadio es el asexual, cuando estás harto y has visto todo lo que el sexo puede proporcionarte -sus miserias, sus placeres, sus luchas, sus amistades- y poco a poco vas viendo la rutina, la misma rueda en movimiento. Para acabar con el aburrimiento de ver que es la misma rueda la que se mueve, puede que cambies de compañero; eso te da energía para unos días más, pero después vuelve el aburrimiento.

Cuando estás completamente aburrido del sexo, entonces viene el cuarto estadio que es asexual. Por primera vez eres completamente libre.

En el primer estadio estabas muy confinado en ti mismo; en el segundo estabas confinado a los de tu clase: el hombre al hombre, la mujer a la mujer. En el tercero era mejor, pero seguías estando confinado: el hombre a la mujer y viceversa, la misma especie.

El cuarto estadio está completamente libre de sexo: ¡ya lo has conocido, ya lo has comprendido. Su trabajo se ha acabado. Ya no es una carga para ti, ya no es un deseo para ti, ya no es una tensión. Te sientes ligero, y por primera vez disfrutas de estar solo.

Para mí éste es el verdadero celibato, no el celibato que tiene que practicarse. Llegas al verdadero celibato pasando por todas estas experiencias, y el verdadero celibato tiene que ser comprendido: no es antisexual, sólo es asexual. No manifiesta un antagonismo, no tiene actitudes "anti". En el cuarto estadio puedes disfrutar del sexo como diversión, como un simple juego biológico.

Por eso no tienes que abandonar el sexo; puedes dejarlo..., puedes dejarlo o puedes mantenerlo. Pero ha perdido todos los antiguos significados y las antiguas implicaciones, todas las viejas ataduras, las viejas luchas, los celos; todo eso se pierde. Si se acaba, se acaba; si continúa, entonces sólo es una amistad casual, ya no supone ataduras, ya no hay condiciones.

Amado Osho,
Ha habido pocas mujeres iluminadas en el mundo, y ninguna, que yo sepa, en este siglo. ¿Hay esperanza para nosotras las mujeres?

No es difícil; pero el hombre no lo ha permitido. El hombre sufre de un profundo complejo de inferioridad, y para reprimirlo, mantiene a la mujer en una posición inferior de todas las formas posibles; si se le permitiera ser libre, si se le permitiera usar sus talentos, su genio; el gran miedo del hombre es que ella pueda demostrar que es superior en muchas dimensiones. Ella tiene muchas cosas que al hombre le faltan.

Naturalmente el único camino simple era cortar a la mujer todas las vías posibles de crecimiento. Por eso todas las mujeres se han quedado retrasadas. Sus raíces han quedado cortadas: no se les ha dado educación, no se les ha permitido moverse libremente en la sociedad, no se les ha dejado tener amigos del otro sexo.

Esto ha sucedido durante miles de años. Naturalmente si la mujer no puede convertirse en científica, si la mujer no puede convertirse en poeta, si la mujer no puede convertirse en una gran arquitecta, en una gran escultora, entonces el tema de la iluminación femenina se hace muy difícil. Hay muchos pasos intermedios que han sido retenidos completamente. Toda mi visión consiste en volver a poner esos pasos.

Y estoy tratando de volver a poner esos pasos, de forma que cualquier mujer, sean cuales sean sus cualidades, tenga todas las posibilidades, libertad y apoyo para crecer. Algunas mujeres crecerán y se iluminarán, pero esta posibilidad no ha existido anteriormente.

Por eso es verdad que no has oído hablar de mujeres iluminadas, en particular en este siglo, aunque ha habido unas cuantas mujeres que, a pesar del gran aprisionamiento de su ser, se iluminaron. Pero no son la regla, son excepciones. Simplemente prueban una cosa: que el hecho de ser mujer no te cierra el camino de la iluminación.

Una mujer fue Rabiya al-Adabiya, en Arabia, otra fue Meera, en India, otra mujer existió hace muchísimo tiempo, en los tiempos del Rig Veda; eso puede haber sido hace cinco mil años, o noventa mil años, los eruditos aún no lo han decidido...; pero estas mujeres se pueden contar con menos de diez dedos.

Pero son prueba suficiente de que el hecho de ser una mujer no significa que la iluminación no sea para ti. En lo que me concierne, siento que como se os ha impedido iluminaros, e incluso avanzar en esa dirección, ahora tenéis más posibilidades que los hombres por la simple razón de que la tierra que no ha sido usada durante años es más fértil, sólo necesita semillas... Eso significa: «¡De acuerdo, Maneesha!»

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