Capítulo 17
Es en el Mundo Donde Está el Trabajo
Amado Osho,
En la tierra del dinero, del poder, de las drogas de diseño como el «éxtasis» y de los seguros iluminados, muchos de tus sannyasins actualmente están trabajando, tienen un empleo y se están ganando la vida. La risa, el sentido del humor y un profundo amor y gratitud hacia ti nos mantienen conectados de alguna forma. Con tu gente en el mundo y contigo a tanta distancia física, ¿adquiere un nuevo significado el trabajo con nosotros?
Ciertamente ha asumido un nuevo significado, un nuevo giro.
Yo siempre he querido que mi gente esté en el mundo, que vengan a mí ocasionalmente, que estén conmigo, que se refresquen y después vuelvan al mundo; porque el mundo tiene que ser cambiado. Nosotros no somos de los que renuncian al mundo.
Todas las religiones han estado enseñando: «Renunciad al mundo.» Yo os enseño, transformad el mundo.
Renunciar es pura cobardía, y renunciando no ocurre nada significativo; el mundo sigue viviendo, produciendo nuevas generaciones que siguen el viejo patrón. Y las personas que renuncian al mundo tampoco se transforman; tampoco se transforman por la simple razón de que pierden todas las oportunidades que tienen de probar si están creciendo o no. Puedes estar medio siglo sentado en los Himalayas y te sentirás en silencio, pero ese silencio no es tuyo; pertenece a los Himalayas. Todo está en silencio, eternamente en silencio, y no hay nadie que te moleste. El simple hecho de salir de la situación en la que te sientes alterado no significa que estés alcanzando la paz; simplemente significa que huyes de las situaciones en las que no estás seguro de que tu paz no se verá alterada. Mi idea nunca ha sido renunciar al mundo; siempre ha sido cambiarlo. Millones de personas sufren y sufren por razones estúpidas. Es absolutamente inhumano darles la espalda e irte a las montañas o a los desiertos para vivir allí pacíficamente. Esa paz es muy barata, muy superficial; no significa nada. Vuelve al mundo y tu paz se verá alterada, quedará hecha añicos.
Y eso será enormemente significativo para despertarte, porque lo que has estado pensando que era la paz, el silencio, sólo ha sido un sueño en que la realidad se hace pedazos, de la misma forma que un espejo se hace pedazos cuando le golpea una piedra... y se queda hecho pedazos para siempre. No puedes volver a juntar ese espejo, y todos los años que disfrutaste de la idea de que habías alcanzado la paz se van al garete.
Por eso mi idea siempre ha sido: ven a mí para alegrarte, ven a mí en las vacaciones. Ven a mí por pura alegría. Llénate de mi presencia, llénate de mi fragancia, y después llévala al mundo. Ahí está la verdadera prueba, en ver si se queda contigo o no. Si quieres conservarla, extiéndela, compártela y crecerá dentro de ti. Pero cuando sientas que te atascas en alguna parte, que no creces, yo estoy disponible: vuelve a mí, quédate conmigo. Cuando vuelvas a sentir la claridad, vuelve al mundo.
Si empiezas a vivir conmigo hay dos aspectos en los que saldrás perdiendo. Uno es que con el tiempo empezarás a darme por hecho, lo que es una gran pérdida, porque yo sigo estando disponible para ti. Es peligroso porque cuanto más disponible esté para ti, menos disponible estarás tú para mí.
He vivido durante casi veinte años en Jabalpur, India, donde está uno de los lugares más bellos del mundo. Un río precioso, el Narmada, fluye durante tres o cuatro kilómetros entre dos montañas de mármol, cuatro kilómetros de puro mármol blanco a ambos lados, y son montañas altas. Y el río es profundo. Los días de luna llena, cuando la luna aparece en medio del cielo y puedes ver las rocas reflejadas en el agua, se crea un entorno mágico. Creo que no hay nada en el mundo que pueda compararse con esa magia. Es sencillamente inimaginable.
Yo insistí una y otra vez a mi profesor, el doctor S.K. Saxena... Yo le quería mucho porque fue el único profesor de los que conocí que nunca me trató como a un estudiante. Discutíamos, nos peleábamos en algunos pequeños puntos, y si se equivocaba siempre estaba dispuesto a aceptarlo y lo agradecía.
Había obtenido el doctorado en filosofía en una universidad americana; había vivido toda su vida en América, enseñando filosofía india. Justo al final, deseó volver a su país. Había estado buscando a alguien que pudiera traducir su tesis doctoral al hindi, pero nunca lo había encontrado. Su tesis era enormemente significativa; una traducción literal no habría sido adecuada. Hacía falta alguien que la entendiera en profundidad. El tema de la tesis era: «La evolución de la consciencia en Oriente». Era uno de los temas más difíciles, muy elusivo, pero él se las había arreglado, había trabajado duro y había llegado a algunas conclusiones muy significativas.
Aunque yo sólo era un estudiante, me pidió que la tradujera. Yo le dije: «Deberías pedírselo a algún profesor, al menos alguien que esté cualificado.»
Él dijo: «He visto muchos profesores, mucha gente cualificada; sólo pueden traducirla literalmente. Y yo confío en ti. Discutiendo contigo he llegado a la conclusión que eres el hombre que puede traducirla.»
Tardé dos meses completos: todas mis vacaciones de un verano. Fue un trabajo duro. Y fue aún más duro porque había faltas, había errores, y yo no podía tolerarlos. Por eso le señalé: «Esto son errores; de las siete conclusiones, tres están equivocadas, y si dependiera de mí, te retiraría el doctorado. La gente que te ha dado el doctorado no sabe nada de la consciencia.»
Él dijo: «¡Temía que pudiera ocurrir esto!».
Pero yo le dije: «La he traducido; en los pies de página he hecho mis comentarios en los lugares donde te has equivocado, diciendo por qué estás equivocado. Posiblemente cualquier otro también se habría equivocado. Siendo tú un erudito, estos errores tenían que suceder. Yo no soy un erudito.»
Le di la tesis y le dije: «Échale una mirada y dime cómo te sientes.»
Me abrazó y me dijo: «Has hecho un trabajo tan grande que me siento avergonzado. ¡Parece que mi libro fuera una traducción y el tuyo fuera el original! Y no voy a publicarlo porque eso destruiría mi reputación. Estoy de acuerdo con los comentarios que has hecho; tú tienes razón y mis examinadores se equivocaron. Yo me equivoqué y ellos también.»
Por eso se quedó con la traducción de la tesis y no dejó que nadie la viera, nunca permitió que se publicara.
Yo dije: «¡Me has hecho perder dos meses inútilmente!» Y añadí: «Ahora para compensarme tienes que venir conmigo a Jabalpur.» Había cien kilómetros desde la universidad donde él era profesor hasta las rocas de mármol. «No te voy a dejar morir sin verlas.»
Pero él dijo: «Por más bellas que sean, yo he visto todo el mundo»; había viajado por todo el mundo: «He visto todo lo que merece la pena verse. ¿Qué puede haber en Jabalpur?».
Yo le dije: «No puedo describirlo... simplemente ven conmigo.» Y le llevé allí. Mientras íbamos en el bote, preguntaba una y otra vez: «¿A esto le llamas el lugar más bello del mundo?».
Le dije: «Simplemente espera. Aún no hemos entrado.» Y entonces, de repente, el bote entró en el mundo de mármol, en las montañas de mármol. Y durante la noche de luna llena estaban tan puras, tan virginalmente puras, y sus reflejos... El anciano tenía lágrimas en los ojos. Me dijo: «Si no hubieras insistido, me habría perdido algo importante en la vida. Acerca el bote a las montañas porque me gustaría tocarlas. iParecen tan ilusorias! Sin no las toco no podré creer que, lo que estoy viendo es real.»
Dije al barquero que se acercara a las montañas. Él las tocó y dijo: «Ahora me puedo ir; ¡son reales! ¡Y se extienden cuatro kilómetros...!».
Este hombre escribía maravillosamente, hablaba maravillosamente, pero seguía siendo desgraciado. Y yo le dije: «Ni tus escritos significan nada, ni tus discursos significan nada. Para mí lo significativo es si has sido capaz de dejar atrás todas las causas del sufrimiento. Eres tan desgraciado que bebes para olvidar. Eres tan desgraciado que fumas para olvidar. Juegas, sólo para olvidar.»
Pero no hay que renunciar a este mundo. Hay gente muy bella, hay gente inmensamente capaz; simplemente no se han encontrado con alguien que pueda activar en su vida un proceso de mutación. Por eso mi idea siempre ha sido: venid a mí cuando empecéis a sentir: «quizá estoy viviendo en una ilusión.» Entonces venid simplemente a tocarme. Bañaos en mi presencia, en mi amor, para poder recuperar la confianza, el coraje, y poder volver al mundo.
Pero el trabajo está en el mundo.
Esto es una escuela de misterios.
Preparamos a la gente para enviarla a cambiar el mundo.
Mi idea de comuna era desde el principio, pero como estaba aislado y en silencio, las cosas no han ido de acuerdo a mi idea. La comuna, en lugar de convertirse en un lugar de recreo, de vacaciones, se convirtió en otro mundo de trabajo, de jerarquía, de burocracia. Todas las cosas que queríamos cambiar aparecieron en la comuna misma.
Por eso la siguiente fase de mi trabajo estará centrada en una escuela de misterios. Será como una comuna, pero la gente irá cambiando. La gente vendrá cuando pueda hacerlo, cuando lo necesiten. Habrá algunas personas que residan permanentemente, para cuidar de todos los visitantes. Pero la comuna será un lugar de continua peregrinación: donde aprendes algo, donde bebes algo y vuelves al mundo.
No somos renunciantes; Somos revolucionarios.
Queremos cambiar todo el mundo.
Y cambiando el mundo, te cambiarás a ti mismo. No puedes cambiar nada a menos que tú cambies simultáneamente.
Entonces, por un lado es un pérdida que estés conmigo continuamente...; eres humano y dar las cosas por hechas es un error humano. Yo estoy disponible.
Yo os he hablado de ese precioso lugar porque en Jabalpur hay miles de personas que no lo han visto. Sólo está a veinte kilómetros y yo he pedido a alguna gente: profesores, doctores, ingenieros, «¡simplemente id a verlo!»
Ellos dicen: «Podemos ir a verlo en cualquier momento. Está allí; no se va a mover.»
Cuando Hitler amenazó con volar la Torre de Londres en la segunda guerra mundial, miles de personas corrieron a verla. Habían estado viviendo en Londres toda su vida; habían nacido allí. Pasaban junto a la Torre cada día de camino al trabajo; cuando iban a la oficina, al volver a casa, y siempre estaba allí. La gente venía de muy lejos para verla; pero ellos lo daban por sentado: está ahí, ¿para qué apresurarse?
Es absolutamente cierto que miles de personas han nacido en Londres y han muerto en Londres sin ver la Torre. Yo lo se por Jabalpur; miles de personas deben haber muerto... Siempre está allí, pero tú no estarás siempre allí.
En lo que se refiere a la relación conmigo, ni tú ni yo somos para siempre. Pero tú puedes darlo por hecho y con el tiempo una niebla rodeará tu mente. En lugar de mi presencia habrá una niebla; que no te conecta, que te separa.
Esta era la cosa más desastrosa de las que ocurrían en la comuna. La gente estaba conmigo pero habían creado una niebla alrededor de sí mismos. Visto desde fuera, estaban cerca físicamente, pero espiritualmente se habían ido muy lejos.
En segundo lugar, cuando cinco o diez mil personas empiezan a vivir en una comuna, toda su orientación, su razón de estar allí, cambia sin que lo sepan. Habían venido a meditar, a estar conmigo, a estar todo lo abiertos y disponibles que pudieran a mi experiencia..., a disfrutar, a relajarse, a cantar, a bailar, a sentirse en éxtasis. Todos habían venido a eso.
Pero cuando diez mil personas se juntan, tienes que construir casas, tienes que hacer carreteras, tienes que preparar comida, tienes que preparar ropa; hacen falta mil y una cosas que van consumiendo tu tiempo. Poco a poco te olvidas completamente de la razón real por la que vinis¬te. Vas entrando en otras cosas y olvidas completamente la intención original.
Esta vez estoy trabajando de una forma completamente diferente para que, se puedan evitar estas dos cosas.
Desde mí, yo siempre quiero ser unas simples vacaciones.
Desde mí, yo siempre quiero significar únicamente éxtasis, música, danza. Es bueno estar sólo unos días conmigo y después volver al mundo. Llévate la música, llévate el éxtasis contigo, extiéndelo, y cuando tengas sed, vuelve.
Por eso será una escuela mundial de misticismo en la que la gente irá y vendrá, llevando el mensaje a cada rincón y esquina del globo. Y no quiero que de ninguna forma os dediquéis a nada... hacer carreteras, construir casas o crear un pantano: ¡todo eso es una maldita tontería!
Sólo quiero que me recordéis como una flor, una fragancia, una llama, una luz; asociadme con esas cosas. Ese va a ser el propósito de la nueva escuela de misterios. Me gustaría llamarle escuela de misterios más que comuna, porque ese nombre ha quedado asociado con la comuna que tuvimos.
No pienso para nada que la desaparición de la comuna sea una pérdida. En absoluto; porque de la forma que estaba funcionando era una rutina sin fin. Habrías necesitado nuevas carreteras, porque se estaban construyendo más casas que había que conectar con las carreteras. Habrías necesitado más restaurantes, y más grandes; habrías necesitado más ropa..., y finalmente, ibas a tener que producir. Tendrías que construir fábricas o producir de otra manera porque, ¿cuánto tiempo pueden vivir cinco mil personas sólo de donaciones? Los amigos pueden apoyar durante algún tiempo, pero no siempre.
Así es que pronto habrías olvidado que estabas separado del mundo. De hecho habrías tenido más dificultades, porque en el mundo ya hay otras personas que se ocupan de las carreteras, de las oficinas de correos y de todo el resto. Sólo tienes que trabajar cinco horas, seis horas. En la comuna estabas trabajando doce horas, a veces catorce; e incluso así no se terminaba el trabajo.
Los recursos que ayudaban a la comuna se agotarían pronto; la comuna iba a colapsar. Yo decía a la gente que estaba al mando de la comuna: «La comuna va a colapsar porque, ¿cuánto tiempo se puede vivir de la ayuda de los demás? Y si te haces productivo -si abres fábricas y empiezas a fabricar cosas-, ¿entonces para qué tanta molestia? Esas cosas ya se hacen en todas partes.»
Esta vez, desde el principio mismo, sólo vivid conmigo un pequeño núcleo de gente absolutamente necesaria para hacer funcionar la escuela de misterios. Todos los demás serán los invitados durante unos días, unas semanas, unos meses... el tiempo del que puedan disponer. Pero la persona que esté aquí conmigo estará totalmente dedicada a la relajación, a la meditación, a rejuvenecer. Y después puede volver. Tiene el mundo entero para trabajar en él.
Así evitaremos la cosa más básica: que me den por supuesto. Y lo segundo: que se olviden de su intención original al venir a mí.
Amado Osho,
En una ocasión, cuando estaba sentado junto a una paciente moribunda -era Anna Freud, la hija menor de Sigmund Freud-, estaba hablando con su compañero y sucedió que le hablé de Ti. Cuando aproximadamente una hora más tarde mi paciente murió, recordé haber mencionado Tu nombre; y mirando atrás tuve la sensación como si debido a ello la atmósfera hubiera sido rociada con agua de rosas. ¿Es fantasioso pensar que la mención de tu nombre, o incluso una breve mirada a Tu cara en nuestro medallón, puede de alguna forma tener algún efecto en la gente?
Todo depende de ti; no de mi nombre, no de mi rostro en el medallón, sino de tu corazón.
Si hablas de mí con mucho amor, con confianza, con reverencia, tu corazón crea cierto ambiente. Si no hablas sólo desde la mente, sino desde el núcleo más interno de tu ser, puede ocurrir: puedes sentir como si se hubiera rociado agua de rosas... una gran limpieza, una gran frescura, una fragancia. Pero éstas no están contenidas en mi nombre ni en mi fotografía, que sólo son instrumentos. La realidad que se crea depende de tu corazón.
Hay gente que está contra mí, que dice mi nombre continuamente, y nunca sentirán que se haya rociado agua de rosas.
¡El arzobispo de Grecia tiene información en este sentido! Cuando me arrestaron y toda la población de Saint Nicholas fue al aeropuerto para mostrarme su apoyo, él solo, con media docena de ancianas casi muertas, hizo sonar la campana de la victoria: Dios había ganado sobre el diablo, porque yo había sido enviado expresamente por el diablo para destruir la tierra de Dios, su gloria, su inmortalidad. Por tanto, ¡depende! Puede que a él le den tales descargas eléctricas al oír mi nombre que piense: este hombre debe ser malo.
Unos días antes, cuando yo estaba en el Ministerio del Interior de este país, había mucha gente: una gran multitud. Nadie me reconoció porque la gente presente era de este país, de Brasil o de Argentina, lugares donde nunca he estado. Pero cuando estaba pasando dentro, una mujer retiró inmediatamente a sus tres hijos y les susurró: «¡No le toquéis!» Debe haber sido inglesa o americana y temía de que si me tocaban, y que si realmente soy el diablo salido del infierno, sería un desastre para ellos.
Así pues, todo depende de ti.
Pero es bueno que me hayas mencionado cuando Anna Freud, la hija menor de Freud estaba muriendo, y que ella haya oído hablar de mí con profundo respeto y reverencia de tu parte. Ella no era una mujer ortodoxa.
Era realmente representativa de Sigmund Freud: la misma calidad mental, la misma agudeza, la misma inteligencia intrépida, dispuesta a cortar con las tonterías y supersticiones. Ha sido una de las mujeres más significativas del siglo; una mujer sensible, alerta.
Espero que haya podido sentir un poco de lo que sentiste tú. En el momento de la muerte, nada podría haber sido un regalo mejor para ella; y se lo merecía.
Amado Osho,
Se comenta que un viejo tibetano dijo:
«Como un león, no tengo miedo.
Como un elefante, no tengo ansiedad.
Como un loco, no tengo esperanza.
Te digo la honesta verdad».
Osho, ¿qué es tan maravilloso y tan precioso de la honesta verdad?
De hecho usar estas dos palabras juntas muestra una profunda falta de comprensión. «Honesta verdad» implica que puede haber una verdad deshonesta.
Verdad es suficiente.
La honestidad es una cualidad muy ordinaria que, como muchas otras cualidades, se presenta como una sombra de la verdad. En la verdad hay algo que es tremendamente importante. Pero recuerda, nunca uses las palabras honesta verdad. Eso significa que tienes una sospecha: en lo profundo, tú mismo no estás convencido de la veracidad de la verdad. Para sustituir, para compensar, le añades la honestidad.
Nada puede ser añadido a la verdad.
La verdad es siempre pura, está desnuda, sola.
Y hay una gran belleza, porque la verdad es la esencia misma de la vida, de la existencia, de la naturaleza. Nadie miente, excepto el hombre. Un rosal no puede mentir. Tiene que producir rosas; no puede producir caléndulas, no puede engañar. No puede ser otra cosa que lo que es. Aparte del hombre, toda la existencia vive en la verdad.
La verdad es la religión de toda la existencia; excepto del hombre.
Y en el momento en que el hombre decide hacerse también parte de la existencia, la verdad se convierte en su religión. Es el momento glorioso.
Cuando digo que aparte del hombre todo lo demás vive en la verdad -el océano, las nubes, las estrellas, las piedras, las flores-, que cada cosa no es sino veracidad, cada cosa no es sino ella misma, sin máscaras, y sólo el hombre es capaz de engañar a los demás, de engañarse a sí mismo, hay que recordar que esto es una gran oportunidad. No es algo que se deba condenar sino alabar, porque incluso si un rosal quiere mentir, no puede. Su verdad no es libertad; su verdad es atadura. No puede ir más allá de los límites.
El hombre tiene la prerrogativa, el privilegio de no ser veraz. Eso significa que el hombre tiene la libertad de elegir. Si elige ser veraz, no está eligiendo la atadura, está eligiendo la verdad y la libertad. La libertad es su privilegio. En toda la existencia, nadie más tiene libertad.
Pero cuando tienes oportunidades también corres peligros. Cuando eres libre, puedes equivocarte. Ninguna rosa puede equivocarse, ninguna roca puede equivocarse. Tú puedes equivocarte; de ahí que tenga que penetrar en ti una profunda consciencia de cada acto, de cada pensamiento, de cada sentimiento.
Para mí ese es el significado del buscador de la verdad.
Sólo el hombre tiene que buscarla; todos los demás ya la tienen, pero la gloria de la libertad no está presente. Tienes que buscarla y encontrarla. Y en esa misma búsqueda y encuentro eres glorioso, eres la corona misma de la existencia.
Pero verdad es suficiente. No la cargues de honestidad o de cualquier otra cosa.
Amado Osho,
¿Cómo puedo darte las gracias?
No hace falta: simplemente se lo que puedas ser. Permítete florecer. Disfruta en la gloria; ese será agradecimiento suficiente.
Cualquiera que florece cerca de mí ya ha mostrado su gratitud. Decirlo sería profano. Diciéndolo se destruiría la belleza de lo no dicho, de lo silencioso.
Si realmente has llegado al punto de querer decirme gracias, entonces no lo digas; yo lo entenderé. Diciéndolo, estarás haciendo bajar algo de un nivel muy alto.
Te sorprenderá saber que en India, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, quizá la más antigua, apenas se oye a nadie dar las gracias a otra persona. Ningún niño da las gracias a sus padres; ningún padre da las gracias a sus hijos. En Occidente esto es parte de vuestra educación, hay que decir «gracias» cada vez.
Estaba pensando en la diferencia, en por qué esto no se desarrolló en la antigua civilización india. Y entiendo... lo que he dicho, esa es la razón. Si te sientes agradecido de verdad, entonces decirlo es inútil, porque no puedes poner el corazón en ello. Y si no estás agradecido, ¿por qué destruir una bella palabra inútilmente?
Hacer de ello una formalidad significa que estás haciendo inconsciente una parte de tu comportamiento. Así como cuando alguien te ofrece una taza de café y tú le dices gracias, si alguien trae iluminación a tu consciencia, ¿vas a usar esas mismas palabras? Es absolutamente imposible usar las mismas palabras; se han vuelto muy formales. Las dices sin pensar siquiera en ellas. Simplemente las dices como un robot.
Es una buena pregunta ésta de preguntarme cómo darme las gracias, porque debe haber un gran sentimiento de gratitud, pero todas las palabras parecen carecer de significado. Agradecimiento, reconocimiento; ambas parecen ser demasiado pequeñas. Lo que te ha ocurrido es tan vasto.
Mi sugerencia es: no necesitas darme las gracias. Yo mismo las tomaré.
Será tan patente en tus ojos y en tu rostro, pero no hará falta decirlo. Simplemente entenderé desde ellos.
Es en el Mundo Donde Está el Trabajo
Amado Osho,
En la tierra del dinero, del poder, de las drogas de diseño como el «éxtasis» y de los seguros iluminados, muchos de tus sannyasins actualmente están trabajando, tienen un empleo y se están ganando la vida. La risa, el sentido del humor y un profundo amor y gratitud hacia ti nos mantienen conectados de alguna forma. Con tu gente en el mundo y contigo a tanta distancia física, ¿adquiere un nuevo significado el trabajo con nosotros?
Ciertamente ha asumido un nuevo significado, un nuevo giro.
Yo siempre he querido que mi gente esté en el mundo, que vengan a mí ocasionalmente, que estén conmigo, que se refresquen y después vuelvan al mundo; porque el mundo tiene que ser cambiado. Nosotros no somos de los que renuncian al mundo.
Todas las religiones han estado enseñando: «Renunciad al mundo.» Yo os enseño, transformad el mundo.
Renunciar es pura cobardía, y renunciando no ocurre nada significativo; el mundo sigue viviendo, produciendo nuevas generaciones que siguen el viejo patrón. Y las personas que renuncian al mundo tampoco se transforman; tampoco se transforman por la simple razón de que pierden todas las oportunidades que tienen de probar si están creciendo o no. Puedes estar medio siglo sentado en los Himalayas y te sentirás en silencio, pero ese silencio no es tuyo; pertenece a los Himalayas. Todo está en silencio, eternamente en silencio, y no hay nadie que te moleste. El simple hecho de salir de la situación en la que te sientes alterado no significa que estés alcanzando la paz; simplemente significa que huyes de las situaciones en las que no estás seguro de que tu paz no se verá alterada. Mi idea nunca ha sido renunciar al mundo; siempre ha sido cambiarlo. Millones de personas sufren y sufren por razones estúpidas. Es absolutamente inhumano darles la espalda e irte a las montañas o a los desiertos para vivir allí pacíficamente. Esa paz es muy barata, muy superficial; no significa nada. Vuelve al mundo y tu paz se verá alterada, quedará hecha añicos.
Y eso será enormemente significativo para despertarte, porque lo que has estado pensando que era la paz, el silencio, sólo ha sido un sueño en que la realidad se hace pedazos, de la misma forma que un espejo se hace pedazos cuando le golpea una piedra... y se queda hecho pedazos para siempre. No puedes volver a juntar ese espejo, y todos los años que disfrutaste de la idea de que habías alcanzado la paz se van al garete.
Por eso mi idea siempre ha sido: ven a mí para alegrarte, ven a mí en las vacaciones. Ven a mí por pura alegría. Llénate de mi presencia, llénate de mi fragancia, y después llévala al mundo. Ahí está la verdadera prueba, en ver si se queda contigo o no. Si quieres conservarla, extiéndela, compártela y crecerá dentro de ti. Pero cuando sientas que te atascas en alguna parte, que no creces, yo estoy disponible: vuelve a mí, quédate conmigo. Cuando vuelvas a sentir la claridad, vuelve al mundo.
Si empiezas a vivir conmigo hay dos aspectos en los que saldrás perdiendo. Uno es que con el tiempo empezarás a darme por hecho, lo que es una gran pérdida, porque yo sigo estando disponible para ti. Es peligroso porque cuanto más disponible esté para ti, menos disponible estarás tú para mí.
He vivido durante casi veinte años en Jabalpur, India, donde está uno de los lugares más bellos del mundo. Un río precioso, el Narmada, fluye durante tres o cuatro kilómetros entre dos montañas de mármol, cuatro kilómetros de puro mármol blanco a ambos lados, y son montañas altas. Y el río es profundo. Los días de luna llena, cuando la luna aparece en medio del cielo y puedes ver las rocas reflejadas en el agua, se crea un entorno mágico. Creo que no hay nada en el mundo que pueda compararse con esa magia. Es sencillamente inimaginable.
Yo insistí una y otra vez a mi profesor, el doctor S.K. Saxena... Yo le quería mucho porque fue el único profesor de los que conocí que nunca me trató como a un estudiante. Discutíamos, nos peleábamos en algunos pequeños puntos, y si se equivocaba siempre estaba dispuesto a aceptarlo y lo agradecía.
Había obtenido el doctorado en filosofía en una universidad americana; había vivido toda su vida en América, enseñando filosofía india. Justo al final, deseó volver a su país. Había estado buscando a alguien que pudiera traducir su tesis doctoral al hindi, pero nunca lo había encontrado. Su tesis era enormemente significativa; una traducción literal no habría sido adecuada. Hacía falta alguien que la entendiera en profundidad. El tema de la tesis era: «La evolución de la consciencia en Oriente». Era uno de los temas más difíciles, muy elusivo, pero él se las había arreglado, había trabajado duro y había llegado a algunas conclusiones muy significativas.
Aunque yo sólo era un estudiante, me pidió que la tradujera. Yo le dije: «Deberías pedírselo a algún profesor, al menos alguien que esté cualificado.»
Él dijo: «He visto muchos profesores, mucha gente cualificada; sólo pueden traducirla literalmente. Y yo confío en ti. Discutiendo contigo he llegado a la conclusión que eres el hombre que puede traducirla.»
Tardé dos meses completos: todas mis vacaciones de un verano. Fue un trabajo duro. Y fue aún más duro porque había faltas, había errores, y yo no podía tolerarlos. Por eso le señalé: «Esto son errores; de las siete conclusiones, tres están equivocadas, y si dependiera de mí, te retiraría el doctorado. La gente que te ha dado el doctorado no sabe nada de la consciencia.»
Él dijo: «¡Temía que pudiera ocurrir esto!».
Pero yo le dije: «La he traducido; en los pies de página he hecho mis comentarios en los lugares donde te has equivocado, diciendo por qué estás equivocado. Posiblemente cualquier otro también se habría equivocado. Siendo tú un erudito, estos errores tenían que suceder. Yo no soy un erudito.»
Le di la tesis y le dije: «Échale una mirada y dime cómo te sientes.»
Me abrazó y me dijo: «Has hecho un trabajo tan grande que me siento avergonzado. ¡Parece que mi libro fuera una traducción y el tuyo fuera el original! Y no voy a publicarlo porque eso destruiría mi reputación. Estoy de acuerdo con los comentarios que has hecho; tú tienes razón y mis examinadores se equivocaron. Yo me equivoqué y ellos también.»
Por eso se quedó con la traducción de la tesis y no dejó que nadie la viera, nunca permitió que se publicara.
Yo dije: «¡Me has hecho perder dos meses inútilmente!» Y añadí: «Ahora para compensarme tienes que venir conmigo a Jabalpur.» Había cien kilómetros desde la universidad donde él era profesor hasta las rocas de mármol. «No te voy a dejar morir sin verlas.»
Pero él dijo: «Por más bellas que sean, yo he visto todo el mundo»; había viajado por todo el mundo: «He visto todo lo que merece la pena verse. ¿Qué puede haber en Jabalpur?».
Yo le dije: «No puedo describirlo... simplemente ven conmigo.» Y le llevé allí. Mientras íbamos en el bote, preguntaba una y otra vez: «¿A esto le llamas el lugar más bello del mundo?».
Le dije: «Simplemente espera. Aún no hemos entrado.» Y entonces, de repente, el bote entró en el mundo de mármol, en las montañas de mármol. Y durante la noche de luna llena estaban tan puras, tan virginalmente puras, y sus reflejos... El anciano tenía lágrimas en los ojos. Me dijo: «Si no hubieras insistido, me habría perdido algo importante en la vida. Acerca el bote a las montañas porque me gustaría tocarlas. iParecen tan ilusorias! Sin no las toco no podré creer que, lo que estoy viendo es real.»
Dije al barquero que se acercara a las montañas. Él las tocó y dijo: «Ahora me puedo ir; ¡son reales! ¡Y se extienden cuatro kilómetros...!».
Este hombre escribía maravillosamente, hablaba maravillosamente, pero seguía siendo desgraciado. Y yo le dije: «Ni tus escritos significan nada, ni tus discursos significan nada. Para mí lo significativo es si has sido capaz de dejar atrás todas las causas del sufrimiento. Eres tan desgraciado que bebes para olvidar. Eres tan desgraciado que fumas para olvidar. Juegas, sólo para olvidar.»
Pero no hay que renunciar a este mundo. Hay gente muy bella, hay gente inmensamente capaz; simplemente no se han encontrado con alguien que pueda activar en su vida un proceso de mutación. Por eso mi idea siempre ha sido: venid a mí cuando empecéis a sentir: «quizá estoy viviendo en una ilusión.» Entonces venid simplemente a tocarme. Bañaos en mi presencia, en mi amor, para poder recuperar la confianza, el coraje, y poder volver al mundo.
Pero el trabajo está en el mundo.
Esto es una escuela de misterios.
Preparamos a la gente para enviarla a cambiar el mundo.
Mi idea de comuna era desde el principio, pero como estaba aislado y en silencio, las cosas no han ido de acuerdo a mi idea. La comuna, en lugar de convertirse en un lugar de recreo, de vacaciones, se convirtió en otro mundo de trabajo, de jerarquía, de burocracia. Todas las cosas que queríamos cambiar aparecieron en la comuna misma.
Por eso la siguiente fase de mi trabajo estará centrada en una escuela de misterios. Será como una comuna, pero la gente irá cambiando. La gente vendrá cuando pueda hacerlo, cuando lo necesiten. Habrá algunas personas que residan permanentemente, para cuidar de todos los visitantes. Pero la comuna será un lugar de continua peregrinación: donde aprendes algo, donde bebes algo y vuelves al mundo.
No somos renunciantes; Somos revolucionarios.
Queremos cambiar todo el mundo.
Y cambiando el mundo, te cambiarás a ti mismo. No puedes cambiar nada a menos que tú cambies simultáneamente.
Entonces, por un lado es un pérdida que estés conmigo continuamente...; eres humano y dar las cosas por hechas es un error humano. Yo estoy disponible.
Yo os he hablado de ese precioso lugar porque en Jabalpur hay miles de personas que no lo han visto. Sólo está a veinte kilómetros y yo he pedido a alguna gente: profesores, doctores, ingenieros, «¡simplemente id a verlo!»
Ellos dicen: «Podemos ir a verlo en cualquier momento. Está allí; no se va a mover.»
Cuando Hitler amenazó con volar la Torre de Londres en la segunda guerra mundial, miles de personas corrieron a verla. Habían estado viviendo en Londres toda su vida; habían nacido allí. Pasaban junto a la Torre cada día de camino al trabajo; cuando iban a la oficina, al volver a casa, y siempre estaba allí. La gente venía de muy lejos para verla; pero ellos lo daban por sentado: está ahí, ¿para qué apresurarse?
Es absolutamente cierto que miles de personas han nacido en Londres y han muerto en Londres sin ver la Torre. Yo lo se por Jabalpur; miles de personas deben haber muerto... Siempre está allí, pero tú no estarás siempre allí.
En lo que se refiere a la relación conmigo, ni tú ni yo somos para siempre. Pero tú puedes darlo por hecho y con el tiempo una niebla rodeará tu mente. En lugar de mi presencia habrá una niebla; que no te conecta, que te separa.
Esta era la cosa más desastrosa de las que ocurrían en la comuna. La gente estaba conmigo pero habían creado una niebla alrededor de sí mismos. Visto desde fuera, estaban cerca físicamente, pero espiritualmente se habían ido muy lejos.
En segundo lugar, cuando cinco o diez mil personas empiezan a vivir en una comuna, toda su orientación, su razón de estar allí, cambia sin que lo sepan. Habían venido a meditar, a estar conmigo, a estar todo lo abiertos y disponibles que pudieran a mi experiencia..., a disfrutar, a relajarse, a cantar, a bailar, a sentirse en éxtasis. Todos habían venido a eso.
Pero cuando diez mil personas se juntan, tienes que construir casas, tienes que hacer carreteras, tienes que preparar comida, tienes que preparar ropa; hacen falta mil y una cosas que van consumiendo tu tiempo. Poco a poco te olvidas completamente de la razón real por la que vinis¬te. Vas entrando en otras cosas y olvidas completamente la intención original.
Esta vez estoy trabajando de una forma completamente diferente para que, se puedan evitar estas dos cosas.
Desde mí, yo siempre quiero ser unas simples vacaciones.
Desde mí, yo siempre quiero significar únicamente éxtasis, música, danza. Es bueno estar sólo unos días conmigo y después volver al mundo. Llévate la música, llévate el éxtasis contigo, extiéndelo, y cuando tengas sed, vuelve.
Por eso será una escuela mundial de misticismo en la que la gente irá y vendrá, llevando el mensaje a cada rincón y esquina del globo. Y no quiero que de ninguna forma os dediquéis a nada... hacer carreteras, construir casas o crear un pantano: ¡todo eso es una maldita tontería!
Sólo quiero que me recordéis como una flor, una fragancia, una llama, una luz; asociadme con esas cosas. Ese va a ser el propósito de la nueva escuela de misterios. Me gustaría llamarle escuela de misterios más que comuna, porque ese nombre ha quedado asociado con la comuna que tuvimos.
No pienso para nada que la desaparición de la comuna sea una pérdida. En absoluto; porque de la forma que estaba funcionando era una rutina sin fin. Habrías necesitado nuevas carreteras, porque se estaban construyendo más casas que había que conectar con las carreteras. Habrías necesitado más restaurantes, y más grandes; habrías necesitado más ropa..., y finalmente, ibas a tener que producir. Tendrías que construir fábricas o producir de otra manera porque, ¿cuánto tiempo pueden vivir cinco mil personas sólo de donaciones? Los amigos pueden apoyar durante algún tiempo, pero no siempre.
Así es que pronto habrías olvidado que estabas separado del mundo. De hecho habrías tenido más dificultades, porque en el mundo ya hay otras personas que se ocupan de las carreteras, de las oficinas de correos y de todo el resto. Sólo tienes que trabajar cinco horas, seis horas. En la comuna estabas trabajando doce horas, a veces catorce; e incluso así no se terminaba el trabajo.
Los recursos que ayudaban a la comuna se agotarían pronto; la comuna iba a colapsar. Yo decía a la gente que estaba al mando de la comuna: «La comuna va a colapsar porque, ¿cuánto tiempo se puede vivir de la ayuda de los demás? Y si te haces productivo -si abres fábricas y empiezas a fabricar cosas-, ¿entonces para qué tanta molestia? Esas cosas ya se hacen en todas partes.»
Esta vez, desde el principio mismo, sólo vivid conmigo un pequeño núcleo de gente absolutamente necesaria para hacer funcionar la escuela de misterios. Todos los demás serán los invitados durante unos días, unas semanas, unos meses... el tiempo del que puedan disponer. Pero la persona que esté aquí conmigo estará totalmente dedicada a la relajación, a la meditación, a rejuvenecer. Y después puede volver. Tiene el mundo entero para trabajar en él.
Así evitaremos la cosa más básica: que me den por supuesto. Y lo segundo: que se olviden de su intención original al venir a mí.
Amado Osho,
En una ocasión, cuando estaba sentado junto a una paciente moribunda -era Anna Freud, la hija menor de Sigmund Freud-, estaba hablando con su compañero y sucedió que le hablé de Ti. Cuando aproximadamente una hora más tarde mi paciente murió, recordé haber mencionado Tu nombre; y mirando atrás tuve la sensación como si debido a ello la atmósfera hubiera sido rociada con agua de rosas. ¿Es fantasioso pensar que la mención de tu nombre, o incluso una breve mirada a Tu cara en nuestro medallón, puede de alguna forma tener algún efecto en la gente?
Todo depende de ti; no de mi nombre, no de mi rostro en el medallón, sino de tu corazón.
Si hablas de mí con mucho amor, con confianza, con reverencia, tu corazón crea cierto ambiente. Si no hablas sólo desde la mente, sino desde el núcleo más interno de tu ser, puede ocurrir: puedes sentir como si se hubiera rociado agua de rosas... una gran limpieza, una gran frescura, una fragancia. Pero éstas no están contenidas en mi nombre ni en mi fotografía, que sólo son instrumentos. La realidad que se crea depende de tu corazón.
Hay gente que está contra mí, que dice mi nombre continuamente, y nunca sentirán que se haya rociado agua de rosas.
¡El arzobispo de Grecia tiene información en este sentido! Cuando me arrestaron y toda la población de Saint Nicholas fue al aeropuerto para mostrarme su apoyo, él solo, con media docena de ancianas casi muertas, hizo sonar la campana de la victoria: Dios había ganado sobre el diablo, porque yo había sido enviado expresamente por el diablo para destruir la tierra de Dios, su gloria, su inmortalidad. Por tanto, ¡depende! Puede que a él le den tales descargas eléctricas al oír mi nombre que piense: este hombre debe ser malo.
Unos días antes, cuando yo estaba en el Ministerio del Interior de este país, había mucha gente: una gran multitud. Nadie me reconoció porque la gente presente era de este país, de Brasil o de Argentina, lugares donde nunca he estado. Pero cuando estaba pasando dentro, una mujer retiró inmediatamente a sus tres hijos y les susurró: «¡No le toquéis!» Debe haber sido inglesa o americana y temía de que si me tocaban, y que si realmente soy el diablo salido del infierno, sería un desastre para ellos.
Así pues, todo depende de ti.
Pero es bueno que me hayas mencionado cuando Anna Freud, la hija menor de Freud estaba muriendo, y que ella haya oído hablar de mí con profundo respeto y reverencia de tu parte. Ella no era una mujer ortodoxa.
Era realmente representativa de Sigmund Freud: la misma calidad mental, la misma agudeza, la misma inteligencia intrépida, dispuesta a cortar con las tonterías y supersticiones. Ha sido una de las mujeres más significativas del siglo; una mujer sensible, alerta.
Espero que haya podido sentir un poco de lo que sentiste tú. En el momento de la muerte, nada podría haber sido un regalo mejor para ella; y se lo merecía.
Amado Osho,
Se comenta que un viejo tibetano dijo:
«Como un león, no tengo miedo.
Como un elefante, no tengo ansiedad.
Como un loco, no tengo esperanza.
Te digo la honesta verdad».
Osho, ¿qué es tan maravilloso y tan precioso de la honesta verdad?
De hecho usar estas dos palabras juntas muestra una profunda falta de comprensión. «Honesta verdad» implica que puede haber una verdad deshonesta.
Verdad es suficiente.
La honestidad es una cualidad muy ordinaria que, como muchas otras cualidades, se presenta como una sombra de la verdad. En la verdad hay algo que es tremendamente importante. Pero recuerda, nunca uses las palabras honesta verdad. Eso significa que tienes una sospecha: en lo profundo, tú mismo no estás convencido de la veracidad de la verdad. Para sustituir, para compensar, le añades la honestidad.
Nada puede ser añadido a la verdad.
La verdad es siempre pura, está desnuda, sola.
Y hay una gran belleza, porque la verdad es la esencia misma de la vida, de la existencia, de la naturaleza. Nadie miente, excepto el hombre. Un rosal no puede mentir. Tiene que producir rosas; no puede producir caléndulas, no puede engañar. No puede ser otra cosa que lo que es. Aparte del hombre, toda la existencia vive en la verdad.
La verdad es la religión de toda la existencia; excepto del hombre.
Y en el momento en que el hombre decide hacerse también parte de la existencia, la verdad se convierte en su religión. Es el momento glorioso.
Cuando digo que aparte del hombre todo lo demás vive en la verdad -el océano, las nubes, las estrellas, las piedras, las flores-, que cada cosa no es sino veracidad, cada cosa no es sino ella misma, sin máscaras, y sólo el hombre es capaz de engañar a los demás, de engañarse a sí mismo, hay que recordar que esto es una gran oportunidad. No es algo que se deba condenar sino alabar, porque incluso si un rosal quiere mentir, no puede. Su verdad no es libertad; su verdad es atadura. No puede ir más allá de los límites.
El hombre tiene la prerrogativa, el privilegio de no ser veraz. Eso significa que el hombre tiene la libertad de elegir. Si elige ser veraz, no está eligiendo la atadura, está eligiendo la verdad y la libertad. La libertad es su privilegio. En toda la existencia, nadie más tiene libertad.
Pero cuando tienes oportunidades también corres peligros. Cuando eres libre, puedes equivocarte. Ninguna rosa puede equivocarse, ninguna roca puede equivocarse. Tú puedes equivocarte; de ahí que tenga que penetrar en ti una profunda consciencia de cada acto, de cada pensamiento, de cada sentimiento.
Para mí ese es el significado del buscador de la verdad.
Sólo el hombre tiene que buscarla; todos los demás ya la tienen, pero la gloria de la libertad no está presente. Tienes que buscarla y encontrarla. Y en esa misma búsqueda y encuentro eres glorioso, eres la corona misma de la existencia.
Pero verdad es suficiente. No la cargues de honestidad o de cualquier otra cosa.
Amado Osho,
¿Cómo puedo darte las gracias?
No hace falta: simplemente se lo que puedas ser. Permítete florecer. Disfruta en la gloria; ese será agradecimiento suficiente.
Cualquiera que florece cerca de mí ya ha mostrado su gratitud. Decirlo sería profano. Diciéndolo se destruiría la belleza de lo no dicho, de lo silencioso.
Si realmente has llegado al punto de querer decirme gracias, entonces no lo digas; yo lo entenderé. Diciéndolo, estarás haciendo bajar algo de un nivel muy alto.
Te sorprenderá saber que en India, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, quizá la más antigua, apenas se oye a nadie dar las gracias a otra persona. Ningún niño da las gracias a sus padres; ningún padre da las gracias a sus hijos. En Occidente esto es parte de vuestra educación, hay que decir «gracias» cada vez.
Estaba pensando en la diferencia, en por qué esto no se desarrolló en la antigua civilización india. Y entiendo... lo que he dicho, esa es la razón. Si te sientes agradecido de verdad, entonces decirlo es inútil, porque no puedes poner el corazón en ello. Y si no estás agradecido, ¿por qué destruir una bella palabra inútilmente?
Hacer de ello una formalidad significa que estás haciendo inconsciente una parte de tu comportamiento. Así como cuando alguien te ofrece una taza de café y tú le dices gracias, si alguien trae iluminación a tu consciencia, ¿vas a usar esas mismas palabras? Es absolutamente imposible usar las mismas palabras; se han vuelto muy formales. Las dices sin pensar siquiera en ellas. Simplemente las dices como un robot.
Es una buena pregunta ésta de preguntarme cómo darme las gracias, porque debe haber un gran sentimiento de gratitud, pero todas las palabras parecen carecer de significado. Agradecimiento, reconocimiento; ambas parecen ser demasiado pequeñas. Lo que te ha ocurrido es tan vasto.
Mi sugerencia es: no necesitas darme las gracias. Yo mismo las tomaré.
Será tan patente en tus ojos y en tu rostro, pero no hará falta decirlo. Simplemente entenderé desde ellos.
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