lunes

JULIO CÉSAR CASTRO (1932 - 2003)


UN MAESTRO DE LA JUGLARÍA BARROCA RIOPLATENSE

POR CULPA DE LA BEBIDA!

Hombre que supo ser tomador, aura que dice, Braulino Nones, el casau con Asombrosa Titila, que un día que Braulino le cayó fresco a las casas no lo conoció y le dijo:
-Más mejor, forastero, es que ni se me arrime, porque en cualquier momento cae mi marido y mamau y todo le va charquiar el lomo.
Diga que lo reconoció un perro, al rato, que de no Braulino tiene que dir, mamarse y volver pa poder entrar al rancho.
Muy tomador Braulino Nones. Hombre de vino, en botella. Tomador por el pico y de un costado. Del otro el pucho.
Aguantador, que no había quien se le pusiera al costado. Los mellizos Purísimo, que eran cuatro, una güelta lo quisieron boliar y dentraron a tomar vino con él, de a uno por vez. Cuando se mamaba el primero, sin que Braulino lo notara se cambiaba por el segundo, fresco, y así hasta que quedó el tendal de los Purísimos mamaus por unanimidá. Que cuando Braulino los vio a los cuatro, igualitos y mamaus, medio se asustó, porque doble solía ver, pero tanto nunca.
Tenía por costumbre ir vaciando botellas y tirándolas para atrás. Donde se sentaba Braulino, atrás le tendían unos cojinillos, pa salvarlos envases. Pa delante no tiraba nunca, desde una vez que tiró tantas que tapó la puerta y hubo que hacer un aujero en la otra paré, pa que saliera reculando. Y cualquier abombau sabe que recular mamau es asunto, hasta pal más baquiano.
En una ocasión, en el boliche El Resorte estaban la Duvija, el tape Olmedo, el pardo Santiago, Nomediga Sorna, Salustino Puf y Braulino Nones, tomando unos vinitos livianos, cuando va y cae un forastero grandote. Manso el hombre y de ojo chiquito, miró desde la puerta y después saludó. Se arrimó al mostrador y pidió un litrito’e vino. Bajó media botella de un trago y dijo:
-Disculpen señores. Pero vengo de lejos, recorriendo pagos y boliches, porque ando buscando a un tal Braulino Nones, que tiene mentas de atracarle parejo al vino y ser voltiador del que se le ponga.
Hubo un silencio. Todos se miraron y volvieron las vistas pa donde estaba Braulino y Braulino preguntó:
-¿Y pa qué lo anda buscando forastero, si no es indiscrepancia y disculpe?
-Pa desafiarlo a tomar vino, pa ver si es tan chupador como se dice, y pa derrotarlo hasta verlo tirado a mis pieses y hablando babadas.
-Mire forastero -dijo Braulino-, el hombre que busca es éste que tiene enfrente, pero ha galopiado al ñudo, porque Braulino Nones es vinero pa él solito, y no dentra en campionatos.
La Duvija no pudo aguantarse y aplaudió. El forastero bajó el otro medio litro de un trago y rispondió, ya pal provoque, dijo:
-Parece nomás que he galopiado al ñudo, porque a la final me vengo a topar con una disgracia de borrachito.
Braulino armó un tabaco, se aflojó el pañuelo del cogote, le clavó las vistas al forastero y le dijo:
-¿Y cómo es gustoso de tomar usté: sentado o al pie de la vaca?
Arreglaron pa tomar contra el mostrador, sin nada pa picar, cara a cara, con derecho a cambiar de codo cada cinco botellas y de pierna a discreción. Salustino Puf hacía de juez, y los demás dentraron a acarrear botellas, y no daban abasto. A las tres horas, hubo que salir en carro a buscar más vino. El forastero pegó dos refaladas de codo en el mostrador, y a Braulino le costaba el encuentro entre el tabaco y la hojilla.
Pa la madrugada, los acarriadores estaban acalambrados y la yunta seguía al pie de la vaca, botella a botella y sin ventaja. En una, con las vistas medias nubladas, se miran, y se ven dobles.
Los dos echaron mano al facón. Los otros dos que no eran, también.
-Contra dos no fue el trato! -dijo Braulino.
-Ni yo le acepto pareja, y vayan sacando si son hombres!
Se cruzaron los fierros. Punta y hacha, saltaban las chispas de los facones y nadie se animaba a separar hasta que se tiraron a fondo y los dos que no eran cayeron en un charco’e vino.
Braulino y el forastero se quedaron como clavados en sus sitios, sin amagar golpe. Braulino fue el primero en hablar.
-No fue mi intención dijuntearle a su yunta, paisano.
-Vamo a ganar el monte, antes que venga la policía.
Y los dos se fueron al galope tendido, con una damajuana atada a la cincha que la Duvija les alcanzó, pal viaje.

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