
UNA MIRADA DE NIÑA SOBRE EL MUNDO
Laurá Barú, plástica y docente uruguaya, realiza artesanía en cerámica y técnicas mixtas, proyectándose en el diseño de joyas, esculturas y objetos.
Sus Cajas surgen en 1997 en el taller de Escultura de José Pelayo, siendo definidas por la autora como pequeñas instalaciones memoriosas, preservadoras y señalizadoras.
Andrés Alsina escribió en la contratapa de El Observador, a propósito de una muestra realizada en Cinemateca: “Ella hace instalaciones, y si la mirada no es superficial, esas cajas que arman van contando de tristeza, magia, intimidad y de la vida de las cosas, porque contienen lo que queda en esa franja común del hombre que mira al mar: la orilla”.
Acceso a exposición virtual: http://www.laurabaru.blogspot.com/
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Laurá Barú, plástica y docente uruguaya, realiza artesanía en cerámica y técnicas mixtas, proyectándose en el diseño de joyas, esculturas y objetos.
Sus Cajas surgen en 1997 en el taller de Escultura de José Pelayo, siendo definidas por la autora como pequeñas instalaciones memoriosas, preservadoras y señalizadoras.
Andrés Alsina escribió en la contratapa de El Observador, a propósito de una muestra realizada en Cinemateca: “Ella hace instalaciones, y si la mirada no es superficial, esas cajas que arman van contando de tristeza, magia, intimidad y de la vida de las cosas, porque contienen lo que queda en esa franja común del hombre que mira al mar: la orilla”.
Acceso a exposición virtual: http://www.laurabaru.blogspot.com/
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En una nota escrita a propósito de tu exposición Cajas (Cinemateca, 1997), Andrés Alsina habla de tus búsquedas infantiles de tesoros costeros, en la Playa Verde y la Punta Gorda. ¿Cómo eran? ¿Qué pasaba?
Cuando salgo a caminar por alguna orilla, sea de océano, laguna, arroyo, río, siempre me encuentro ante la posibilidad de dar con algo que me interese. Siempre junto algo y es cierto que con el tiempo selecciono más. En este momento, por ejemplo, me interesan los cantos rodados perfectamente redondos, cosa que no es fácil de encontrar. Y en general las maderas me gustan mucho.
Aun así, al salir no me planteo la búsqueda, surge como un modo de vincularme con el lugar. La orilla es un borde del mundo, un límite, una frontera, y como todas las fronteras no es precisa, así que allí habla el mar y también la tierra.
La primera de las cajas la construí con objetos que tenía en aquella casa que demolieron y aun la conservo, tiene una carta de mi madre, un reloj de sol que hicieron unos amigos, un pedazo de fierro del Don Guillermo, un pedacito de pareo, pequeños caracoles que encontré en una duna cerca del cerro de la Buena Vista, bastante más alejados de la orilla y más cosas que sí fueron recogidas de las orillas. Tampoco surgió en ese momento construir la caja, eso fue después.
Ahora, cada tanto sigo haciendo cajas a las que les agrego cosas encontradas en las orillas y creo que trato de darle valor a algo que es efímero e intrascendente, además de no servir para nada. No es que ponga cualquier objeto, no, los elijo bien, de acuerdo al conjunto, hay una búsqueda estética.
¿Cómo influyó en tu evolución plástica el arrebatamiento estatal del rancho que tenías en el Polonio?
Ese acontecimiento dio lugar a esa línea de trabajo, pero ya había otras y surgieron nuevas. No siento que influyera decisivamente, fue una cosa más, una búsqueda nueva. Esa búsqueda como tal es interminable, una cosa da lugar a otra y a otra, y los caminos que voy tomando no dejan nunca de tener un alto componente de azar.
En tu blog te referís a la incertidumbre que te provoca la resolución matérica final de cada alhaja, pez, caja o escultura. Cuando quedás conforme, ¿sentís como si tu invención significase el apoderamiento de un tesoro traído por el oleaje de tu inconsciente? ¿Tiene que haber un clic?
No, no hay un clic, y generalmente la conformidad es efímera, dura un tiempito después del cual la obra se va. Disfruto mucho más de los procesos creativos que de las piezas terminadas. Después comienza otra etapa que es la de difundir la obra, ver qué pasa con ella, si se puede comercializar, dónde, etc., etc. Es en el proceso donde puedo encontrarme, aceptando el desafío de crear.
Me gusta eso que decís de “tesoro” que menciono en el reportaje, eso me lleva a considerar lo que tenía en aquel entonces y trato de conservar ahora, una mirada de niña sobre el mundo. Una mirada despierta y curiosa. Me viene a la memoria una parte de un poema de Alberto Caeiro:
A mí me lo ha enseñado todo. / Me ha enseñado a mirar las cosas. / Me señala todas las cosas que hay en las flores / Me muestra lo alegre que son las piedras / Cuando las tenemos en la mano / Y las miramos despacio.
¿Sobre qué bases formativas y prospectivas encarás la docencia de la cerámica?
Mi docencia ha sido en expresión plástica, no sólo en cerámica. Me interesa la libre expresión y humildemente me inclinaría a trabajar en la línea de Arno Stern. Me encantaría tener un taller en donde la gente pudiera pintar y dibujar tratando de despojarse de cualquier preconcepto. Pintar lo que se quiera, no ser juzgado, no tener “modelos”. Trabajo con esa idea y trato de acercarme lo más posible.
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