domingo

GUSTAVO RIPA


CALMA

GUSTAVO RIPA debutó como guitarrista clásico en su adolescencia, obteniendo entre 1977 y 1979 el Primer Premio en concursos organizados por JJMM, AEMU y el Centro Guitarrístico del Uruguay.

Posteriormente integró los ya legendarios grupos Canciones para no dormir la siesta y Rumbo, desempeñándose además como acompañante de Laura Canoura, Las Tres, Esteban Klisich y Juceca.

Realizó cursos de perfeccionamiento con Carmen Zino, Olga Pierri, René Marino Rivero, Federico García Vigil, Coriún Aharonián, Graciela Paraskevaídis y Esteban Klisich, entre otros maestros.

Entre 1989 y 2005 fue Director de La Mayor Producciones, en el ámbito de la Publicidad, y fundador del proyecto SomosSonido - Sonido, Música y Movimiento para el Desarrollo Humano (2006 / 2007).

Acaba de presentar el Proyecto Calma, que incluye un CD editado por Ayuí y recientemente presentado en el Teatro Solís y un libro de partituras con las transcripciones de los temas grabados.

Actualmente prepara, junto a la Lic. Mariela Marenco, el desarrollo del Proyecto Círculo de Ritmo - Música para la vida, que ha sido seleccionado por los Fondos de Incentivo Cultural (FIC).

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Para expresarlo en un tono bíblico, En el principio fue la guitarra clásica. Un día dejaste de dar conciertos siendo todavía adolescente, y en pocos años reapareciste integrando Canciones para no dormir la siesta y Rumbo. ¿Cuáles fueron las causas profundas de ese viraje?

En ese momento -1977/ 78. yo estaba ya muy ligado a la Música Popular Uruguaya. Y entendí que -debido al momento histórico- desde la MPU podía aportar de mejor manera en lo cultural. Yo tenía mis ideas políticas y estaba comprometido con lo que se llamaba “militancia cultural”. En ese momento sentí que mi lugar estaba en el movimiento cultural popular.

Tuve la suerte de poder integrar dos grupos de gran importancia.

¿Qué te aportó a nivel integral la experiencia de la comunicación masiva que obtuviste cuando dejaste de ser un intérprete de “música culta”?

En primer lugar te diría que aprendí muchísimo de música -a nivel de creación, arreglos, etc.- tanto en lo instrumental como en lo vocal. Estuve al lado de maestros como Walter Venencio, Horacio Buscaglia, Jorge Lazaroff, Mauricio Ubal, Laura Canoura y Gonzalo Moreira, entre otros. Eso fue muy fermental creativamente y me aportó libertad guitarrística. Luego, junto a Las Tres, trabajé integrado con grandes músicos. Y posteriormente lo hice con Esteban Klisich, otro maestro. En Canciones para no dormir la siesta, además, aprendí cierta “soltura” escénica cuando actuábamos y bailábamos en un contacto directo e interactivo con el público. No sentía tanta diferencia entre un escenario chico y un mega evento. En cada caso poníamos lo mejor.

Con Calma, tu flamante CD, volvés a la guitarra solista pero después de más tres décadas de digestión del entorno y el proceso de la música uruguaya. ¿Qué cambió en vos y en el mundo a nivel comunicacional para que te decidieras a encarar este proyecto fronterizo entre dos contextos que antes eran estancos?

En estos años transité por experiencias variadas, desde la creación de una empresa productora de audio para publicidad -lo que implica encarar un “oficio en sí mismo”, tanto al tener que resolver una idea musical completa en 30 segundos y después “tecnologizarla” con la edición y la grabación en computadora- hasta mi contacto y profundización en los aspectos terapéuticos del sonido y la música. Aprendí a manejarme en otro universo donde lo musical-sonoro puede transformarse en una herramienta beneficiosa (o no) para el ser humano. Y desde entonces he estado trabajando con técnicas musicoterapéuticas y herramientas como los Cuencos Tibetanos o el Canto Armónico -aplicando técnicas de team building, comunicación, etc. a lo grupal empresarial- en un proyecto que se llama Círculo de Ritmo.

Mi nuevo proyecto, Calma -que consta de un CD, un espectáculo y un libro de partituras con las transcripciones de las versiones (sería genial que estudiantes de guitarra pudieran estudiar, junto a Fernando Sor, a Eduardo Mateo o a Fernando Cabrera) responde también a ese enfoque. La idea es aportar canciones de la MPU a la literatura musical guitarrística, en un “tono” introspectivo, íntimo, suave, simple, que invita al descanso, al relax y a la calma…. en un mundo tan necesitado de ella.

¿Podés contar como fuiste llegando a la elección de los temas y los arreglos definitivos de Calma?

Este trabajo lo hice en una forma muy fluída. Comencé a grabar porque tenía dos o tres temas versionados y no sabía si iba a continuar. Pero sucedió que me gustaban los resultados de la grabación y la escuchaba reiteradamente, lo que me estimuló a seguir. Iba al estudio cuando tenía dos o tres versiones más. Y así fui avanzando sin límite de fechas ni compromisos de edición. Sólo disfrutando del camino, del proceso. Decidí presentarme al FONAM gracias al impulso de amigos y fue aprobado el proyecto general. Luego acordamos con Ayuí para su edición. Los temas y los arreglos fueron “apareciendo” sin mayor esfuerzo. Luego los iba puliendo un poco. Y el orden temático del CD obedece a la cronología de la grabación. Tiene muy poco trabajo de edición y resolví dejar las “impurezas técnicas” y ruidos de respiración, roce de ropa, etc. pues quería que fuera bien “orgánico”, quería estar tocando “a tu lado”.

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