miércoles

MIJAÍL M. BAJTÍN


EL PROBLEMA DEL CONTENIDO
DE LA CREACIÓN Y DE LA FORMA
EN LA CREACIÓN ARTÍSTICA VERBAL


Primera edición en español de un ensayo escrito en 1924 / Editorial Arte y Literatura, Cuba, 1986 / Traducción del ruso de Alfredo Caballero.

UNDÉCIMA ENTREGA

CAPÍTULO III (3) / EL PROBLEMA DEL MATERIAL

Todas las incompresiones similares a la antes analizada, surgidas alrededor del objeto estético no verbal y no material, se explican en definitiva por la tendencia totalmente ilícita a encontrar un equivalente empírico puro e incluso localizado en tiempo y espacio (como cosa) del objeto estético, o hasta por la tendencia a empirizar cognoscitivamente todo este objeto. En la creación artística hay dos momentos empíricamente presentes: la obra material externa y el proceso psíquico de la creación y percepción (sensaciones, representaciones, emociones y demás); en el primer caso, tenemos una regularidad científico-natural, matemática o lingüística; en el segundo, una puramente psicológica (una relación asociativa, etcétera). A ellas se aferra el investigador, por temor a salirse en algo fuera de sus límites, suponiendo por lo general que más lejos se encuentran ya sólo las esencias metafísicas o místicas. Pero estos intentos de empirización integral del objeto estético resultan siempre desafortunados y, como lo hemos demostrado, son ilícitos por completo en el aspecto metódico: lo importante es comprender precisamente la peculiaridad del objeto estético como tal y la peculiaridad del nexo puramente estético de sus momentos, es decir, de su arquitectónica. Ni la estética psicológica ni la material son capaces de realizar esto.

No tenemos por qué temer en lo más mínimo el hecho de que el objeto estético no pueda ser encontrado ni en la psiquis ni en la obra material: él no se convierte, a consecuencia de esto, en una esencia mística o metafísica: en la misma situación se halla también el variado mundo de la conducta, la existencia de lo ético. ¿Dónde se encuentra el Estado? ¿En la psiquis, en el espacio físico-matemático, sobre el papel de las actas constitucionales? ¿Y dónde está el derecho? Y sin embargo tenemos que ver responsablemente con el Estado y con el derecho; más aún, estos valores asimilan y ordenan tanto el material empírico como nuestra psiquis, permitiéndonos superar su subjetividad psíquica desnuda.

Por esta misma tendencia a la empirización y la psicologización extraestéticas del objeto artístico se explica el intento, ya señalado más arriba, de comprender el contenido como momento del material-palabra: fijado a la palabra como una de sus facetas junto al fonema, el morfema, etcétera, el contenido se presenta como científicamente más palpable, más material.

No vamos a retomar la cuestión del contenido como momento constitutivo imprescindible; sólo diremos que por momento temático, el cual en unas artes falta y en otras está presente, somos proclives a entender por lo general tan sólo el momento de la diferenciación material y de la determinación cognoscitiva, momento que, como es natural, no es inherente a todas las artes y en ningún caso agota el contenido. Sin embargo, en otros casos, (en V. M. Zhirmunski, aunque a éste tampoco le es ajena la primera y más estrecha interpretación de la temática) la poética contemporánea hace pasar bajo la temática a casi todo el objeto estético en su peculiaridad no material y con su estructura arquitectónica de hecho; pero al mismo tiempo este objeto, introducido de modo no crítico, se inserta en la palabra lingüísticamente determinada y se coloca en ella junto al fonema, el morfema y otros elementos, y con esto, como es natural, se altera de raíz su pureza. Pero, ¿cómo concordar el mundo temático de los hechos (el contenido presentado) en un todo único con la palabra lingüísticamente determinada? La poética no da una respuesta a esta pregunta, y no la plantea tampoco en forma básica. Mientras tanto, el mundo temático en su interpretación amplia y la palabra lingüística yacen en planos y dimensiones totalmente diferentes. Conviene añadir que la temática teoriza en grado sumo el objeto estético y el contenido: el momento ético y la vivencia que le corresponde se subestiman, y en general no se diferencia el momento ético puro de su transcripción cognoscitiva.

Así se determina el valor del material en la creación artística: sin entrar en el objeto estético en su determinación material extraestética como componente estéticamente valioso, resulta imprescindible para su creación como momento técnico.

De esto no se deduce, en modo alguno, que en la estética el estudio de la estructura material de la obra como puramente técnica debe ocupar un lugar modesto. La importancia de las investigaciones materiales en la estética especializada es muy grande, tanto como la importancia de la obra material y de su creación para el artista y para la contemplación estética. Podemos adherirnos plenamente a la afirmación de que “la técnica lo es todo en el arte”, entendiéndola en el sentido de que el objeto estético se culmina sólo mediante la creación de la obra material (la visión estática fuera del arte es híbrida porque aquí resulta una organización lo bastante perfecta del material como ocurre, por ejemplo, durante la contemplación de la naturaleza); antes de esta creación e independientemente de ella dicho objeto no existe; éste se culmina por primera vez junto con la obra.

En su aplicación a la creación artística, no hay que conferirle a la palabra “técnica” ninguna acepción odiosa; aquí la técnica no puede ni debe separarse del objeto estético; por éste ella vive y se mueve en todos sus momentos, y por igual razón no es nada mecánica en la creación artística; sólo puede aparecer como mecánica en una investigación estética deficiente que pierda el objeto estético y haga autosuficiente a la técnica, separándola de la finalidad y del sentido. En contraposición a semejantes investigaciones, se debe subrayar el carácter auxiliar de la organización material de la obra -puramente técnico-, no para rebajarla, sino, por el contrario, para interpretarla y animarla.

La correcta solución del problema del significado del material, por lo tanto, no hará innecesarios los trabajos de la estética material y no disminuirán en lo más mínimo su trascendencia, sino que los dotará de principios y de una orientación metódica acertada, pero, naturalmente, deberán desechar su pretensión de agotar la obra artística.

Debemos destacar que, respecto de algunas artes, el análisis estético debe limitarse casi exclusivamente al estudio de la técnica, concebida, claro está, de manera metódica, o sea, sólo como técnica: en tal situación se encuentra la estética de la música. Acerca del objeto estético de la música, objeto que surge sobre las fronteras de la sonoridad acústica, no tiene casi nada que decir el análisis estético de las diferentes obras, salvo la definición más general de su peculiaridad. Los juicios que rebasan los límites del análisis de la composición material de la obra musical, en la mayoría de los casos devienen subjetivos: son una libre poetización de la obra, o una construcción metafísica arbitraria, o un razonamiento psicológico puro.

Sí es posible un tipo especial de interpretación subjetivo-filosófico metódicamente consciente de la obra musical, el cual puede tener gran importancia cultural pero, por supuesto, no es científico en el sentido estricto de la palabra.

Nosotros no podemos ofrecer aquí la metódica del análisis composicional material, ni siquiera en sus rasgos más generales, como hicimos con la metódica del análisis del contenido; esto es factible sólo después de una familiarización más pormenorizada con el objeto estético y su arquitectónica, por los que se determina la composición. Aquí, en cambio, debemos limitarnos a lo dicho.

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