un guión cinematográfico
PASTEL DE CARNE QUEMADO
Escena 1
PASTEL DE CARNE QUEMADO
Escena 1
Una madre con dos hijos varones, sentados en la mesa cenando.
Madre: ¿No vas a comerte eso?
Julián: No tengo ganas. Además está quemado.
Javier (comiendo): Siempre el mismo mariquita.
Julián: Chupamelá, gil.
Madre: Julián, por favor. ¡En la mesa no!
Julián: Es él. Siempre atacando.
Javier: Y vos, el delicadito de la familia (hace un gesto con la mano, simulando ser un gay).
Julián (se toca la entrepierna): ¿Querés que te muestre la delicada, boludo?
Madre: ¿La van a cortar? Está por llegar tu padre, Julián. Sabés que se pone histérico.
Julián (revolviendo la comida en el plato): ¿Y a mi qué?
Javier: No te hagás el macho que siempre te metés abajo de la pollera de mamá, gil.
Julián: Me tenés podrido. ¿No tenés que irte? Andá que te llama el Chato por teléfono. Andá a ver si hoy salen de negocio.
Madre: ¿Qué es salir de negocio?
Javier: Salir por ahí a dar una vuelta.
Julián: Sí, y en la vuelta se paran a dársela por ahí. O a vender, que es lo más triste.
Javier: Callate, maricón.
Julián: ¿Te pensás que no sé?
Madre: A ver si la terminan. Y ese Chato no me gusta, Javier.
Julián: Sí, es un merquero viejo. Y Javier le debe guita.
Javier (tirándose por encima de la mesa): Callate o te reviento. Imbécil.
Madre (separándolos): ¡Basta! ¡Te digo que basta, Javier! Que vi las luces del auto de papá. Se callan o tenemos lío.
Javier: No. Yo ya me voy (mirándolo a Julián y señalándolo con el dedo). Mirá que sé donde es tu cuarto boludo ¿eh? Esta me la pagás. Seguí acumulando y vas a ver. Mirá que todavía me debés la otra grande, ¿eh?
Escena 2
Javier agarra la campera y sale. En el camino se cruza con el padre.
Padre: Epa. ¿Adónde vas?
Javier: Por ahí. Después vengo.
Padre (tiándole las llaves del auto): Tomá. ¿A esta hora? ¿Un martes de noche?
Javier: Sí. ¿Y qué?
Padre: Pensé que llegaba a cenar con ustedes tres.
Javier (caminando para atrás): Pero no llegaste, viejo. Igual que siempre.
Escena 3
El padre entra y se acerca a la mesa donde están todavía Julián y la madre.
Padre: Ya hubo lío. ¿Verdad, Julián?
Julián: No se puede vivir con éste.
Madre: Nada importante, Sergio. Cosas de chiquilines. Dame las carpetas.
Padre (sin dejar de mirar a Julián): ¿Qué hay para comer?
Madre: Pastel de carne. Ya te traigo.
Julián: Pastel de carne quemado.
La madre se levanta y se va hacia la cocina.
Escena 4
Padre: ¿Ahora me podés contar?
Julián: No te voy a contar nada. Preguntale a Javier, si querés saber.
Padre: No, te pregunto a vos. ¿No podés hablarle a tu padre? Si vos siempre querés hablar.
Julián (tirándose para atrás en la silla): Mamá: ¿me das algo de plata para salir?
Padre: ¿Ahora?
Julián: Decime, ¿vos le hacés todas esas preguntas a Javier? ¿O es a mí sólo?
Padre: Javier no me pide plata hace tiempo.
Julián: Y no, claro, porque como dice él: algún culo sangra siempre.
Padre (juntando las manos como para rezar y mirando el techo): Siempre envidiando a tu hermano chico, por Dios. Va a facultad y hace changas con los pibes cortando jardines.
Julián: Sí. Y de paso les vende merca a cada desgraciado que se le cruza.
La madre trae la comida y vuelve a sentarse a la mesa.
Padre (masticando, mientras lo mira y lo señala con el cuchillo): Que Dios te perdone, ya no sabés ni como ensuciar a tu hermano. Primero fue con lo de la chiquilina ésa… eh, ésa (mira a la mujer). ¿Cómo se llamaba? ¡Ayudame vos, che!
Madre: Martina.
Padre: Esa misma. La de los González.
Julián: Martina, sí. Y tu hijito metido hasta las pelotas en el lío.
Padre: Ya quisieras. Pero a ver si razonás un poquito. Tu hermano recién comió acá. Julián: ¿Y eso qué?
Padre: Que no tuvo nada que ver. Si no estaría adentro con los otros dos, ¿no te parece? Julián: Está acá porque YO quiero.
Padre: No. Te equivocás: el Juez entendió que estábamos cenando los cuatro juntos ese día. Un buen hombre el Juez Lacroche, padre de tres gurises. Devoto de San Cristóbal. Yo sé porque con tu madre lo cruzamos casi todos los domingos en la misa de las 9.
Madre: Es verdad. Y la señora es amorosa.
Padre: Lo mejor sería que los González cuidaran más a la nena. Así no habría más malentendidos. Un día les va a aparecer reventada en una cuneta (con la boca llena de pastel). Que Dios la proteja, por favor, y a mí no me desampare.
Julián: Yo ví todo. TODO. Vos me obligaste a mentir y ahora yo tengo que cargar con eso todo el tiempo.
Padre: ¿Sabés que cuando nació Javier te measte un año entero, todas las santas noches?
Julián: ¿Y eso qué mierda tiene que ver?
Padre: Que seguís meándote. Un hermano es un hermano, Caín.
Julián: Me importan un culo tus metáforas. Acá hay un tema que no puedo soportar más, y VOS lo sabés bien.
Madre: ¿Querés más pastel, Sergio?
Padre: Lo que sé es que no parecés hijo mío. Y bueno de dos uno, no es mal porcentaje, a como están las cosas. ¿Verdad, amor?
Madre: Están hablando pavadas. Ni siquiera los estoy escuchando. Y lo que pasó, ya pasó. Podríamos olvidarlo de una vez.
Julián (levantándose): Y yo no quiero hablar más. Mejor me voy.
Padre (golpeando suavemente con el cuchillo sobre la mesa): Vos te quedás acá. Esta conversación está sin terminar. Es bueno hablar.
Julián (volviendo a sentarse): ¿Cuándo me vas a dejar en paz? ¿Me vas a cobrar toda la vida haber querido decir la verdad? Ya está, ya hice lo que querías.
Padre: Ningún hombre puede ser siempre cien por ciento honesto. Pero puede ser LEAL a su familia, a su hermano.
Julián (levantando la voz): ¡Ese merquero violento que es tu hijo pero no mi hermano, va a ser el que encuentres dentro de poco en una cuneta! Le debe a un par de grosos y esos no andan con estupideces.
Padre: ¿Cuál es tu verdadero problema?
Julián: ¡Que le vende pasta base a pibes de quince o dieciséis años! Que vi como se consumía el pendejo de los Charpantier, hasta que se terminó matando con 14 años. ¡Que vi como se cogían a Martina entre los tres! (descompensado). ¡Ese es mi puto problema. ¡Que MI hermano es un hijo de puta!
Madre: Julián, te pedí por favor… callate, no líos.
Julián (llorando): ¿Y qué querés, mamá? ¡No puedo sacarme de la cabeza los ojos de esa pendeja pidiéndome que hiciera algo! Sin fuerzas, drogada hasta la manija. La reventaron. Fueron los tres. Hace seis meses que no vivo.
Madre (intentando levantarse para agarrarlo): Julián, quedate tranquilo, pará.
El padre le hace con la mano a su mujer que se calle y se limpia la boca con una servilleta. Inmediatamente le revienta la mano a Julián de un piñazo y lo agarra del cuello. La madre se persigna y solamente se lleva las manos a la cara pero sin intervenir.
Padre: Tu hermano JAMÁS HARÍA ESO, ¿te queda claro? A ver repetí conmigo: Mi hermano no hizo eso (le aprieta el cuello).
Julián balbucea algo sin sentido, babeándose.
Padre: Mi hermano no estaba. Repetí Juliancito, repetí.
Julián (semiahogado): Mi hermano… no…estaba.
Padre (apretando la mandíbula): Somos una familia, Dios lo quiere así, nos amamos y nos debemos proteger. Siempre les enseñé eso. Si no, ¿para qué está la familia? Tu hermano chico lo aprendió bien. Así que vamos a repetir. Dale.
Julián (enrojecido y casi sin vos): Mi… hermano… no hace… nada de eso.
Padre (soltándolo): Bien. Ahora nos vamos a llevar mejor.
Julián se levanta llorando y se va corriendo del comedor.
Escena 5
Padre (acomodando la silla que cayó al suelo): ¿Me servís más, mi vida? Hoy tuve un día terrible, lleno de audiencias. Casi no almorcé. Estoy loco de hambre.
Madre (lagrimeando): Es chico, Sergio.
Padre (sonríe): Y si el pendejo supiera cuánto lo amo. Ah, sí, locura tengo por el guacho. Y sí, es el mayor. ¿Te acordás cuando nos dijeron que era varón? Sólo Dios sabe cuánto lo quiero. Es cuestión de tiempo, nomás. ¿ME SERVÍS MÁS? Dale, linda (le hace una guiñada), quedate tranquila. Después conversamos. Andá, andá. Va a estar todo bien.
Escena 6
Suena el celular, y el padre lo mira mientras le alcanza el plato a su mujer, que se va hacia la cocina.
Padre: Pero la puta que lo parió. ¿Qué quiere éste ahora? (atiende). Sí ¿Qué hay, Roberto? ¿Quién? Noooooooo, no jodás… ¿En serio? ¿Montero? Pero ese es un hijo de puta… Sí, sí… Ahhhh, pero se merece lo peor… Y que vaya en cana, así aprende… Y sí… me tiene las pelotas al plato… ya lo saqué dos veces… y le dije que tenía restricción… sí, que no podía acercarse a menos de cien metros de la casa de la mujer… pero qué pajero de mierda. ¿Otra vez la cagó a palos? No tiene moral, yo lo dije siempre, este es un inmoral… pero que se joda… de esta no lo saco… mirá que pegarle así a la mujer… Dios mío, Dios mío… QUÉ HIJO DE PUTA… A LAS MUJERES NO SE LES PEGA, HERMANO.
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