
POR EL CAMINO DE DANTE
Christian Pino Aparicio comenzó a estudiar fotografía en el Instituto Nacional de la Juventud (INJU), culminando sus estudios profesionales en el Fotoclub Uruguayo (FCU).
Ha trabajado cubriendo diferentes tipos de eventos como competencias deportivas, concursos de baile y fiestas privadas, realizando además cuatro muestras individuales, la última de ellas en la Escuela de Cineastas del Uruguay, donde estudia actuación y dirección, además de impartir un curso intensivo de introducción al universo fotográfico.
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Christian Pino Aparicio comenzó a estudiar fotografía en el Instituto Nacional de la Juventud (INJU), culminando sus estudios profesionales en el Fotoclub Uruguayo (FCU).
Ha trabajado cubriendo diferentes tipos de eventos como competencias deportivas, concursos de baile y fiestas privadas, realizando además cuatro muestras individuales, la última de ellas en la Escuela de Cineastas del Uruguay, donde estudia actuación y dirección, además de impartir un curso intensivo de introducción al universo fotográfico.
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Contá tu proceso de inserción en el universo específico de la fotografía.
Mi madre de joven trabajaba en una casa fotográfica por lo que yo siempre estuve rodeado de cámaras y rollos y comencé a sacar mis primeras fotos desde muy chico. Un día se me ocurrió que podía mejorar lo que hacía. Todos hemos sacado fotos alguna vez y más hoy que cualquier celular trae cámara, pero de ahí a que sean “buenas fotos” hay un trecho largo. La cosa es que cuando me decidí a estudiar a los 17 años mi padre me dijo que no iba a poder hacer el curso, que tenía que comprar el equipo y era muy caro, y todas esas cosas “motivantes” que te ayudan a tomar decisiones. Así que me fui de mi casa, conseguí trabajo, me compré el equipo, me anoté en el curso y aquí estoy.
¿Cuándo apareció la necesidad de transformarte en un cineasta?
En realidad nunca sentí la necesidad de transformarme en cineasta.
Paso a explicar. Todos sabemos que atrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Bueno, yo no sé si soy un gran hombre, pero sí que tengo una gran mujer a mi lado.
Mi señora fue quien me introdujo en el mundo de la “Ilustración”. Una vez hecho el camino de Dante con mi señora y compañera de vida como guía -una guía que hasta el mismo Virgilio podría celar- fue que decidimos juntos entrar en el mundo del cine.
La pregunta inicial fue: ¿Cuándo apareció la necesidad de transformarte en un cineasta? La respuesta final es: Cuando apareció Serrana Rengía Cortés en mi vida.
¿Cómo te influyó el boom de la revolución digital?
Antes que nada quiero dejar en claro que no tengo nada en contra de la evolución tecnológica, pero debo decir que la aparición de la tecnológica digital (en cuanto a la fotografía se refiere) hizo por un instante peligrar la profesión del fotógrafo.
Uno como profesional debe estar abierto a nuevas tecnologías.
En la exposición que acabás de instalar en la Escuela de Cineastas del Uruguay se hace obsesiva la temática de la lucha por la preservación de los valores eternos del ser. ¿También elaborás tus cursos desde una óptica estética arquetípica?
No. Yo soy una persona de espíritu libre, por lo tanto no genero doctrinas.

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