Hoy es viernes es un relato clásico publicado en la gran primera época de este geómetra impar de la narrativa del siglo XX. Su atipicidad radica en que fue escrito en forma de guión dramático, una idea genial del todavía muy joven maestro que le permitió liberarse de recrear una ambientación epocal que no le interesaba y a la vez agilitar y adensar el vértigo dialógico sin necesidad de invertir tiempo en descripciones de acción.
Lo asombroso es que casi un siglo después estemos proponiendo esta técnica en nuestros cursos de la Escuela de Cineastas del Uruguay como herramienta paradigmática para impulsar cortometrajes dotados de una penetración tan filosa como brillante en el arquetipo universal que subyace en la siempre durísima pasión nuestra de cada día. Porque cuando podemos sosegar y dulcificar el infierno cotidiano encontramos las estrellas invencibles de todos. El máximo maestro de Ernest Hemingway, Dante Alighieri, lo enseñó para siempre.
Adelantamos que este texto transitará todos los cursos de nuestra escuela como desafío obligatorio para el guionista, el director y el actor. Y advertimos que la aggiornada traducción que presentamos nos pertenece en absoluto, porque no hay derecho a que nuestros alumnos se entreveren descifrando una dinosáurica retórica española todavía celebrada por la universitaritis del establishment.
H. G. V.
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Lo asombroso es que casi un siglo después estemos proponiendo esta técnica en nuestros cursos de la Escuela de Cineastas del Uruguay como herramienta paradigmática para impulsar cortometrajes dotados de una penetración tan filosa como brillante en el arquetipo universal que subyace en la siempre durísima pasión nuestra de cada día. Porque cuando podemos sosegar y dulcificar el infierno cotidiano encontramos las estrellas invencibles de todos. El máximo maestro de Ernest Hemingway, Dante Alighieri, lo enseñó para siempre.
Adelantamos que este texto transitará todos los cursos de nuestra escuela como desafío obligatorio para el guionista, el director y el actor. Y advertimos que la aggiornada traducción que presentamos nos pertenece en absoluto, porque no hay derecho a que nuestros alumnos se entreveren descifrando una dinosáurica retórica española todavía celebrada por la universitaritis del establishment.
H. G. V.
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HOY ES VIERNES
Tres soldados romanos beben en una taberna a las once de la noche. Contra las paredes hay toneles. Detrás del mostrador de madera hay un tabernero judío. Los tres soldados romanos están un poco borrachos.
Primer soldado: ¿Probaste el tinto?
Segundo soldado: No, no lo probé.
Tercer soldado: Probalo y vas a ver.
Segundo soldado: Muy bien, Jorge, servinos una vuelta de tinto.
Tabernero judío: Aquí tienen, señores. Éste les va a gustar (coloca una jarra de barro que llenó con el vino de uno de los toneles). Es un vino bastante bueno.
Primer soldado: Servite un trago vos, también (se da vuelta hacia el tercer soldado, que está apoyado sobre un tonel). ¿Y a vos qué te pasa?
Tercer soldado: Me duele la barriga.
Segundo soldado: Estás tomando mucha agua.
Primer soldado: Probá un poco de tinto.
Tercer soldado: No puedo tomar esa porquería. Me da dolor de barriga.
Primer soldado: Llevás demasiado tiempo aquí.
Tercer soldado: Carajo, ¿te creés que no lo sé?
Primer soldado: Decime, Jorge, ¿podés darle algo a este señor para curarle la tripa?
Tabernero: Ya le preparo algo.
(El tercer soldado prueba la copa que le preparó el tabernero.)
Tercer soldado: Eh, ¿qué le pusiste? ¿Mierda de camello?
Tabernero: Tómeselo todo, tiniente. Eso lo va curar.
Tercer soldado: Pero me puso peor.
Primer soldado: Dale, arriesgate. El otro día Jorge me dejó como nuevo.
Tabernero: Y usted estaba mal, tiniente. Yo sé cómo se cura un dolor de tripa.
(El tercer soldado termina la copa.)
Tercer soldado: Dios mío (hace una mueca).
Segundo soldado: ¡Todo es por ese loco de mierda!
Primer soldado: No sé. Yo creo que hoy se portó muy bien.
Segundo soldado: ¿Y por qué no se bajó de la cruz?
Primer soldado: No quería bajarse de la cruz. No era su estilo.
Segundo soldado: Traeme a alguien que no quiera bajarse de la cruz.
Primer soldado: Vos no sabés nada, carajo. Preguntale a Jorge. ¿Quería bajarse de la cruz, Jorge?
Tabernero: Yo no estaba ahí, señores. No me interesó verlo.
Segundo soldado: Mirá, yo vi a muchos de estos… aquí y en otros lados. Mostrame uno que no quiera bajarse de la cruz cuando llega el momento, y me refiero a cuando llega el momento, y me subo con él.
Primer soldado: Yo creo que hoy se portó muy bien.
Tercer soldado: Sí. Se portó muy bien.
Segundo soldado: Ustedes no entienden de lo que hablo. No es solamente de portarse muy bien o no. Me refiero a cuando llega el momento. Cuando te clavan el primer clavo cualquiera de ellos lo pararía, si pudiera.
Primer soldado: ¿Y vos no viste nada, Jorge?
Tabernero: No. No me interesaba, tiniente.
Primer soldado: Yo me quedé asombrado de cómo se portó ese hombre.
Tercer soldado: Lo que no me gusta es que tengan que clavarlos. Eso te debe hacer un daño horrible.
Segundo soldado: Y eso no es nada comparado con el momento cuando los levantan (junta las manos para gestualizar el levantamiento). Cuando empiezan a sentir el peso de su propio cuerpo. Eso es lo que los destroza.
Tercer soldado: Para algunos es horrible.
Primer soldado: ¿Te creés que no los vi? Por eso les digo que el de hoy se portó muy bien.
(El segundo soldado le sonríe al tabernero judío.)
Segundo soldado: Sos un auténtico seguidor de Jesucristo.
Primer soldado: Está bien. Reíte, si querés. Pero dejame que te diga una cosa. Hoy se portó muy bien.
Segundo soldado: ¿Un poco más de vino?
(El tabernero se despabila. El tercer soldado está sentado con la cabeza gacha y muy mal aspecto.)
Tercer soldado: Yo no quiero más.
Segundo soldado: Sólo para dos, Jorge.
(El tabernero saca una jarra de vino más chica que la primera y se inclina sobre el mostrador.)
Primer soldado: ¿Seguís viendo a la novia?
Segundo soldado: ¿No viste que hoy estaba al lado de ella?
Primer soldado: Es linda.
Segundo soldado (haciéndole una guiñada al tabernero): Yo la conocí antes que él.
Primer soldado: Venía mucho a la ciudad.
Segundo soldado: Y tenía mucha clientela. Él no le trajo suerte.
Primer soldado: Es que él no tiene suerte. Pero hoy se portó muy bien.
Segundo soldado: ¿Y qué pasó con los que lo seguían?
Primer soldado: Desaparecieron. Las únicas que se quedaron con él fueron las mujeres.
Segundo soldado: Pero los seguidores deben ser buena mierda. Cuando lo vieron allá arriba no quisieron saber más nada con él.
Primer soldado: Las mujeres se quedaron con él.
Segundo soldado: Sí, las mujeres se quedaron con él.
Primer soldado: ¿Viste cómo le clavé la lanza?
Segundo soldado: Un día te vas a meter en un lío por hacer eso.
Primer soldado: Era lo menos que podía hacer por él. En mi opinión hoy se portó muy bien.
Tabernero: Tengo que cerrar, señores.
Primer soldado: Entonces nos tomamos la última.
Segundo soldado: ¿Para qué? No te va a servir de nada. Dale, vamonós.
Tercer soldado (levantándose del tonel): No, vamonós. Dale. Esta noche me siento horrible de verdad.
Primer soldado: Una vuelta, nomás.
Segundo soldado: No. Nos vamos. Vamonós. Buenas noches, Jorge. Poné todo en la cuenta.
Tabernero: Buenas noches, señores (con cara de preocupación). ¿No podría dejarme nada a cuenta, tiniente?
Segundo soldado: ¡Pero carajo, Jorge! El día de paga es el miércoles.
Tabernero: Muy bien, tiniente. Buenas noches, señores.
(Los tres soldados romanos salen a la calle.)
Segundo soldado: Jorge es un judío roñoso como todos los demás.
Primer soldado: No jodas. Jorge es un buen tipo.
Segundo soldado: Esta noche para vos todos son buenos tipos.
Tercer soldado: Dale, vamos al barracón. Esta noche me siento horrible de verdad.
Segundo soldado: Llevás demasiado tiempo aquí. Eso es lo único que te pasa.

























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