Mª JESÚS FERNÁNDEZ GARCÍA / DESDE EXTREMADURA
SEGUNDA ENTREGA
2. LITERATURA EN PORTUÑOL Y PORTUÑOL EN LA LITERATURA
El paso de las situaciones de uso real anteriormente presentadas a la obra literaria que quiere reflejarlas es un salto que sólo puede abordarse teniendo en cuenta algunas salvedades. La primera de ella tiene que ver con la consideración del lenguaje literario como traslación del lenguaje real (15). Esta transposición sólo ocasionalmente es fiel y, en la mayoría de los casos, el lenguaje literario se construye a partir de la selección de ciertos rasgos caracterizadores que, a veces, acaban estereotipándose como registros para, aplicados reiteradamente a determinados personajes, identificarlos por su pertenencia a una clase social, profesional o dialectal.
Se deriva de esta premisa que el registro resultado de la mezcla de español y portugués, encontrado en los textos literarios que nos servirán de ilustración del fenómeno, debe ser tratado, a priori, como una recreación lingüística que los autores experimentan siguiendo estrategias diferentes en cada caso: desde la traslación más o menos realista, hasta la pura invención, pasando por la búsqueda del simple efecto humorístico. Nuestro propósito es ofrecer diversos ejemplos de este abanico de posibilidades.
Pero, además, una segunda distinción debe ser hecha en relación a la presencia de portuñol en una obra literaria para distinguir dos procesos diferentes. Podremos hablar de literatura en portuñol cuando sea éste el registro único o mayoritario escogido por el autor para dar voz al sujeto lírico, en el caso de la lírica, o al narrador y/o a los personajes, en el caso de la narrativa y el teatro. Habrá que distinguirlo de aquellos casos en que esta presencia es sólo ocasional, porque su función puede estar ligada a la producción de sentidos diferentes.
Nos interesa hacer esta distinción visto que los ejemplos que vamos a comentar no pueden considerarse equiparables ni por el grado de inclusión del portuñol ni por la rentabilidad literaria que su aparición representa. En cualquiera de los casos, nuestro propósito es reflexionar sobre las causas de esta intromisión, sobre el alcance de la misma, así como sobre los efectos expresivos que en cada caso se buscan y alcanzan.
Las circunstancias descritas al inicio de nuestro trabajo relativas a una experiencia diferenciada del portuñol en Sudamérica y en la Península Ibérica se sobreponen a la distinción que acabamos de proponer entre literatura en portuñol y portuñol en literatura, para devolvernos un panorama que, en síntesis, señala sólo a algunos escritores sudamericanos, vinculados vitalmente a la experiencia de la frontera brasileño-uruguaya, como auténticos autores de narrativa en portuñol. En los ejemplos que aportamos debidos a autores peninsulares de distintas épocas, la aparición de este registro mezclado es, en comparación, mucho menor y esporádica.
3. LITERATURA SUDAMERICANA EN PORTUÑOL
El portuñol o, más propiamente, las variedades dialectales de la frontera entre Uruguay y Brasil son, como hemos visto, registros idiomáticos reales, en gran parte amenazados por las políticas de planificación lingüística de los estados respectivos y por la propia consideración negativa de sus hablantes en relación a las lenguas de prestigio (español y portugués), pero al mismo tiempo están ligadas a una zona de “sorprendente dinámica cultural” (16). Estas variedades “portuñolas” son el producto más fuertemente simbólico de la existencia de toda una cultura de la frontera y esta propiedad es la que ha hecho que algunos escritores sudamericanos las hayan incorporado a textos literarios que focalizan muy concretamente la experiencia histórica del espacio fronterizo de sus personajes. Los procesos de incorporación y manipulación lingüística en busca de un metalenguaje literario son diferentes según los autores. Nos referiremos únicamente a dos de ellos, sin duda los más representativos en este aspecto de la búsqueda de un lenguaje que surge de la manipulación literaria del dialecto fronterizo: el uruguayo Saúl Ibargoyen y el brasileño Wilson Bueno.
Saúl Ibargoyen es un autor ligado por nacimiento a la zona fronteriza de Rivera (Uruguay) con Livramento (Brasil). Poeta, cuentista y novelista, perteneciente a la generación de los sesenta, vinculada al post-boom de la narrativa hispanoamericana, hizo del área rural fronteriza su particular microuniverso literario ya en su primer libro de cuentos Fronteras de Joaquim Coluna (1975) y este espacio vuelve a serlo en su novela, Toda la tierra (2000), donde focaliza concretamente la figura de José Cunda y de su familia. Ibargoyen convierte en materia para su narración una realidad bicultural y bilingüe, construida sobre una frontera indefinida, donde la vida de los personajes está marcada por la dualidad de un espacio rural sin línea divisoria que distinga estados. En la polifonía de voces que Toda la tierra contiene surge a cada paso la variedad lingüística de las gentes que habitan esta región real y literaria a la vez, variedad exclusivamente oral para la que es necesario incluso escoger una codificación gráfica. Este registro recreado por Ibargoyen para sus personajes ha merecido ya algunos estudios desde un punto de vista lingüístico. Entre ellos, el de Magdalena Coll (17) analiza uno de los cuentos de Ibargoyen para señalar, entre otros rasgos, la elección de una ortografía que, aun siendo gráficamente española, enfrenta al lector a una tercera lengua, compuesta de formas en que se reconoce la mezcla de español y portugués del habla de las gentes de la frontera, así palabras como berso, diñero, fariña, paisiño o filio quieren ser reflejo de este carácter híbrido. Todos los niveles lingüísticos participan de esta condición mixta, como podemos apreciar en este fragmento dialogado de Toda la tierra (18):
“Aquí les estoy presentando a meu sobrino, Juanito Bautista. Es él de Canguçueiro, mesmamente que yo. Largo camino tiene hecho el coitado, pasando por Puerto Polvo… Lo mandé buscar, como vosés saben, nos hizo el favor de allegarse hasta Siete Árboles.”
SEGUNDA ENTREGA
2. LITERATURA EN PORTUÑOL Y PORTUÑOL EN LA LITERATURA
El paso de las situaciones de uso real anteriormente presentadas a la obra literaria que quiere reflejarlas es un salto que sólo puede abordarse teniendo en cuenta algunas salvedades. La primera de ella tiene que ver con la consideración del lenguaje literario como traslación del lenguaje real (15). Esta transposición sólo ocasionalmente es fiel y, en la mayoría de los casos, el lenguaje literario se construye a partir de la selección de ciertos rasgos caracterizadores que, a veces, acaban estereotipándose como registros para, aplicados reiteradamente a determinados personajes, identificarlos por su pertenencia a una clase social, profesional o dialectal.
Se deriva de esta premisa que el registro resultado de la mezcla de español y portugués, encontrado en los textos literarios que nos servirán de ilustración del fenómeno, debe ser tratado, a priori, como una recreación lingüística que los autores experimentan siguiendo estrategias diferentes en cada caso: desde la traslación más o menos realista, hasta la pura invención, pasando por la búsqueda del simple efecto humorístico. Nuestro propósito es ofrecer diversos ejemplos de este abanico de posibilidades.
Pero, además, una segunda distinción debe ser hecha en relación a la presencia de portuñol en una obra literaria para distinguir dos procesos diferentes. Podremos hablar de literatura en portuñol cuando sea éste el registro único o mayoritario escogido por el autor para dar voz al sujeto lírico, en el caso de la lírica, o al narrador y/o a los personajes, en el caso de la narrativa y el teatro. Habrá que distinguirlo de aquellos casos en que esta presencia es sólo ocasional, porque su función puede estar ligada a la producción de sentidos diferentes.
Nos interesa hacer esta distinción visto que los ejemplos que vamos a comentar no pueden considerarse equiparables ni por el grado de inclusión del portuñol ni por la rentabilidad literaria que su aparición representa. En cualquiera de los casos, nuestro propósito es reflexionar sobre las causas de esta intromisión, sobre el alcance de la misma, así como sobre los efectos expresivos que en cada caso se buscan y alcanzan.
Las circunstancias descritas al inicio de nuestro trabajo relativas a una experiencia diferenciada del portuñol en Sudamérica y en la Península Ibérica se sobreponen a la distinción que acabamos de proponer entre literatura en portuñol y portuñol en literatura, para devolvernos un panorama que, en síntesis, señala sólo a algunos escritores sudamericanos, vinculados vitalmente a la experiencia de la frontera brasileño-uruguaya, como auténticos autores de narrativa en portuñol. En los ejemplos que aportamos debidos a autores peninsulares de distintas épocas, la aparición de este registro mezclado es, en comparación, mucho menor y esporádica.
3. LITERATURA SUDAMERICANA EN PORTUÑOL
El portuñol o, más propiamente, las variedades dialectales de la frontera entre Uruguay y Brasil son, como hemos visto, registros idiomáticos reales, en gran parte amenazados por las políticas de planificación lingüística de los estados respectivos y por la propia consideración negativa de sus hablantes en relación a las lenguas de prestigio (español y portugués), pero al mismo tiempo están ligadas a una zona de “sorprendente dinámica cultural” (16). Estas variedades “portuñolas” son el producto más fuertemente simbólico de la existencia de toda una cultura de la frontera y esta propiedad es la que ha hecho que algunos escritores sudamericanos las hayan incorporado a textos literarios que focalizan muy concretamente la experiencia histórica del espacio fronterizo de sus personajes. Los procesos de incorporación y manipulación lingüística en busca de un metalenguaje literario son diferentes según los autores. Nos referiremos únicamente a dos de ellos, sin duda los más representativos en este aspecto de la búsqueda de un lenguaje que surge de la manipulación literaria del dialecto fronterizo: el uruguayo Saúl Ibargoyen y el brasileño Wilson Bueno.
Saúl Ibargoyen es un autor ligado por nacimiento a la zona fronteriza de Rivera (Uruguay) con Livramento (Brasil). Poeta, cuentista y novelista, perteneciente a la generación de los sesenta, vinculada al post-boom de la narrativa hispanoamericana, hizo del área rural fronteriza su particular microuniverso literario ya en su primer libro de cuentos Fronteras de Joaquim Coluna (1975) y este espacio vuelve a serlo en su novela, Toda la tierra (2000), donde focaliza concretamente la figura de José Cunda y de su familia. Ibargoyen convierte en materia para su narración una realidad bicultural y bilingüe, construida sobre una frontera indefinida, donde la vida de los personajes está marcada por la dualidad de un espacio rural sin línea divisoria que distinga estados. En la polifonía de voces que Toda la tierra contiene surge a cada paso la variedad lingüística de las gentes que habitan esta región real y literaria a la vez, variedad exclusivamente oral para la que es necesario incluso escoger una codificación gráfica. Este registro recreado por Ibargoyen para sus personajes ha merecido ya algunos estudios desde un punto de vista lingüístico. Entre ellos, el de Magdalena Coll (17) analiza uno de los cuentos de Ibargoyen para señalar, entre otros rasgos, la elección de una ortografía que, aun siendo gráficamente española, enfrenta al lector a una tercera lengua, compuesta de formas en que se reconoce la mezcla de español y portugués del habla de las gentes de la frontera, así palabras como berso, diñero, fariña, paisiño o filio quieren ser reflejo de este carácter híbrido. Todos los niveles lingüísticos participan de esta condición mixta, como podemos apreciar en este fragmento dialogado de Toda la tierra (18):
“Aquí les estoy presentando a meu sobrino, Juanito Bautista. Es él de Canguçueiro, mesmamente que yo. Largo camino tiene hecho el coitado, pasando por Puerto Polvo… Lo mandé buscar, como vosés saben, nos hizo el favor de allegarse hasta Siete Árboles.”
“Beinvindo, bienvenido a sus casas de usté, don Juanito. Boa visita es la suya para nos…”
“Placer tengo en conocerlo, sí…”
“Mais, cansado debe de estar, viaje complicado seguramente tuvo, con tales caminos…Si el señor querer, pos ya le endilgamos su recámara. Depois de trocar ropas, podemos cenar.”
“Voy a agradecer, doña Juana Mangarí. Es lo que la señora disponga.”
“Gué, veo que están en buen entendimiento. Y a ti, Almendorina, miña filia, béin bonita te apreciamos esta noche.” (Capítulo XX, p. 121)
Además de la inclusión de léxico portugués como benvindo, coidado, etc., y de la fonética más portuguesa que española de algunas palabras como bein o filia, destacan en este fragmento interferencias como el uso de los posesivos portugueses, de las formas de los pronombres personales vocês y nós, de estructuras sintácticas como la oración condicional con futuro de subjuntivo (“si el señor querer”) o la perífrasis de gerundio (“estoy presentando”), característica del portugués de Brasil.
El registro mezclado que Ibargoyen recrea en esta novela, y en otras partes de su producción narrativa, es un instrumento para “expresar una identidad fronteriza”, pero también, como él mismo ha reconocido, para cuestionar “la sacralización posmoderna de la lengua culta” (19).
Por su parte, el escritor brasileño Wilson Bueno es autor de una extensa obra narrativa, que comenzó en los años ochenta y abarca hoy cerca de una decena de novelas. En 1992, publica Mar Paraguayo (20), relato breve en forma de monólogo de una mafarota, prostituta o mujer libertina, que se inicia a raíz de la muerte del viejo que la protegía, a modo de exculpación del posible asesinato de éste. El autor inventa una lengua para su protagonista paraguaya, mezcla de español, portugués y guaraní. La identidad fronteriza que el lenguaje quiere acompañar tiene que ver con la construcción de un personaje del pueblo y del territorio donde existe, llamado Guaratuba, y no con la recreación de una variante lingüística real. El portuñol de Mar Paraguayo es una propuesta literaria del autor y el resultado es un idioma propio, en el que hay que reconocer un poder poético emanado de los propios significantes. El texto inicial advierte de la importancia que esta “mezcla aberrante y errática de varias lenguas” tiene en “la obra”, dando lugar a una especie de advertencia metalingüística y metapoética:
“Un aviso: el guarani es tan esencial en nesto relato quanto el vuelo del párraro, lo cisco en la ventana, los arrullos del português ô los derramados nerudas en cascata num solo só suicidio de palabras anchas. Una el error dela outra. Queriendo-me tal vez acabe aspirando, en neste zoo de signos, a la urdidura esencial del afecto que se vá en la cola del escorpión. Isto: yo desearía alcançar todo que vibre e tine abaixo, mucho abaixo de la línea del silêncio. No hay idiomas aí. Solo la vertigen de la linguagem. Deja-me que exista. E por esto cantarê de oido por las playas de Guaratuba mi canción marafa, la defendida del viejo, arrastrando-se por la casa como uno ser pálido y sin estufas, sofriendo el viejo hecho así un mal necessário –sin nunca matarlo no obstante los esfuerzos de alcançar vence a noches y dias de pura sevicia en la obsesión macabra de eganar-lhe la carne pisada del pescoço. No, cream-me, hablo honesto y fundo: yo no matê a el viejo.”
El lector reconoce en este extracto elementos de una y otra lengua, pero no se trata de sustituciones que respondan a un funcionamiento constante en relación a trazos fonéticos, léxicos o sintácticos que hagan previsible la alternancia.
El producto final es un registro completamente híbrido, en un grado superior al de todos los ejemplos que aquí presentamos. Esta lengua que el lector, portugués o español, interpreta en primera instancia como ajena no necesita traducción, ni la soportaría.
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Además de la inclusión de léxico portugués como benvindo, coidado, etc., y de la fonética más portuguesa que española de algunas palabras como bein o filia, destacan en este fragmento interferencias como el uso de los posesivos portugueses, de las formas de los pronombres personales vocês y nós, de estructuras sintácticas como la oración condicional con futuro de subjuntivo (“si el señor querer”) o la perífrasis de gerundio (“estoy presentando”), característica del portugués de Brasil.
El registro mezclado que Ibargoyen recrea en esta novela, y en otras partes de su producción narrativa, es un instrumento para “expresar una identidad fronteriza”, pero también, como él mismo ha reconocido, para cuestionar “la sacralización posmoderna de la lengua culta” (19).
Por su parte, el escritor brasileño Wilson Bueno es autor de una extensa obra narrativa, que comenzó en los años ochenta y abarca hoy cerca de una decena de novelas. En 1992, publica Mar Paraguayo (20), relato breve en forma de monólogo de una mafarota, prostituta o mujer libertina, que se inicia a raíz de la muerte del viejo que la protegía, a modo de exculpación del posible asesinato de éste. El autor inventa una lengua para su protagonista paraguaya, mezcla de español, portugués y guaraní. La identidad fronteriza que el lenguaje quiere acompañar tiene que ver con la construcción de un personaje del pueblo y del territorio donde existe, llamado Guaratuba, y no con la recreación de una variante lingüística real. El portuñol de Mar Paraguayo es una propuesta literaria del autor y el resultado es un idioma propio, en el que hay que reconocer un poder poético emanado de los propios significantes. El texto inicial advierte de la importancia que esta “mezcla aberrante y errática de varias lenguas” tiene en “la obra”, dando lugar a una especie de advertencia metalingüística y metapoética:
“Un aviso: el guarani es tan esencial en nesto relato quanto el vuelo del párraro, lo cisco en la ventana, los arrullos del português ô los derramados nerudas en cascata num solo só suicidio de palabras anchas. Una el error dela outra. Queriendo-me tal vez acabe aspirando, en neste zoo de signos, a la urdidura esencial del afecto que se vá en la cola del escorpión. Isto: yo desearía alcançar todo que vibre e tine abaixo, mucho abaixo de la línea del silêncio. No hay idiomas aí. Solo la vertigen de la linguagem. Deja-me que exista. E por esto cantarê de oido por las playas de Guaratuba mi canción marafa, la defendida del viejo, arrastrando-se por la casa como uno ser pálido y sin estufas, sofriendo el viejo hecho así un mal necessário –sin nunca matarlo no obstante los esfuerzos de alcançar vence a noches y dias de pura sevicia en la obsesión macabra de eganar-lhe la carne pisada del pescoço. No, cream-me, hablo honesto y fundo: yo no matê a el viejo.”
El lector reconoce en este extracto elementos de una y otra lengua, pero no se trata de sustituciones que respondan a un funcionamiento constante en relación a trazos fonéticos, léxicos o sintácticos que hagan previsible la alternancia.
El producto final es un registro completamente híbrido, en un grado superior al de todos los ejemplos que aquí presentamos. Esta lengua que el lector, portugués o español, interpreta en primera instancia como ajena no necesita traducción, ni la soportaría.
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Notas
(17) COLL, Magdalena: “La narrativa de Saúl Ibargoyen como representación literaria de una frontera lingüística, Hispania, 80, 1987.
(18) Toda la tierra, Montevideo, Ediciones Caracol al Galope, 2000.
(19) En entrevista concedida a El Financiero, México, 14 de setiembre de 2000.
(20) Mar Paraguayo, Sâo Paulo, Iluminuras / Secretaria do Estado da Cultura do Paraná, 1992.
























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