martes

MEFISTÓFELA DIVINA


(el caso de las brujas siamesas)
folletín policial y de magia negra de

HUGO GIOVANETTI VIOLA
DOCEAVA ENTREGA

23 PÁRROCO

El párroco se llamaba Jorge y era un paraguayo muy joven y ya hinchado por las pastafrolas que preparan primorosamente las viejas, aunque en la misa demostró tener el don salingeriano de saber abrazar a todo el mundo con la paciencia y la lucidez cocinadas en un horno dulcísimo.
-Misión cumplida, Carvalho -cruzó primero Rosa desde la iglesia, sin poder enmascarar una euforia digna del Divino Marqués. -El informe oficial fue que Papá crepó mientras dormía, gracias a la intercesión de la Esposa con coronita.
-Volvé a joder con eso y te denuncio por traficante, rata.
-Dejá. Cuando veas las fotos que le saqué a la Nena frente al altar te va a cambiar la vida.
Jorge llegó enseguida con Nanda y lo primero que le llamó la atención fue la zona todavía húmeda del piso del comedor, hasta que las pirujas se pusieron demasiado coloradas por la complicidad y él se dio cuenta pero se hizo el sota:
-Qué perfume precioso.
-Y eso que los jazmineros del fondo están podridos de hormigas -chilló bizqueando la elfa.
-¿Así que lo encontró usted?
-Sí. ¿Me podrías tutear?
-Cómo no. ¿Tenés fuego?
Y entonces Encías Negras le arrimó el encendedor que jedía a hasch por ósmosis y el hombre hizo un gran silencio con las córneas esmeriladas y al final sonrió un poco:
-Noel venía pidiendo que lo veláramos aquí en la sierra desde el año pasado.
-Me parece muy bien.
-¿Y tu ahijada dónde anda?
-No la puedo sacar del dormitorio.
-Papá no pudo soportar los rumores del suicidio de Fidel.
-Y vos qué pensás de eso.
-Bueno -se puso otro cigarrillo en la oreja el jesuita glotón. -Fidel era un alcohólico irredento y confeso. Pero ya sabemos que ni los santos se salvan de las pulsiones autodestructivas.
-Hablar ahora es muy fácil, pero no entiendo por qué descartaron la autopsia.
-El que firma el certificado de defunción es el médico de cabecera. Y él lo conocía bien. Permiso, pero quisiera estar un rato a solas con el viejo.
Y después que la Nena salió del dormitorio completamente inundada otra vez por el color final me metí yo y cerré para agarrarle un brazo al hombre duro y dulce:
-Gracias por haber hecho la vista gorda, Jorge.
-De nada.
-Y además tuve que cambiar un poco el panorama porque la policía casi siempre termina lavándose las manos. Pero acá no hubo suicidio. Eso te lo aseguro.
-Y yo te creo. Ahora tenemos que esperar la autopsia.


24 FOTO


El entierro de Papá Noel fue en los tubulares del Buceo, y esta vez no quise visitar la tumba que lleva mi primer nombre porque la autocompasión ya me tenía podrido. Y al volver al cucho puse el Paulus de Mendelsohnn y decidí murmurar un rosario a ver si me llegaba alguna bendita idea sobre la carnavalesca mise en scéne del suicidio.
-Señores Capablanca y Marlowe -anuncié persignándome. -Lo único que se puede sacar en limpio es que aquí hay un gambito hecho para tapar un asesinato bastante anterior. Cocinado con el mismo veneno, por supuesto.
Y mientras empezaba a sonar una ráfaga de piñazos en la puerta sonreí:
-Claro que me olvidaba de un detalle esencial y eso lo explican muy bien los Redondos: Cuanto más alto / trepa el monito / así es la vida / el culo más se le ve. Para Satanás la vida es como la tapa de una revista porteña. Su objetivo supremo es mostrar bien el culo de la humanidad. Le importa un pito que el show sea ridículo.
-Uau. ¿Qué es esto? ¿Una misa? -chilló Moño de Albóndiga cuando le grité que si no entraba enseguida la baleaba a través de la puerta. -A mí siempre me encantó el rosario. ¿Pero para qué sirve?
-Para inmacularse.
-Mirá que yo te traigo un testimonio de la coronación de la Inmaculada.
-Y yo ya te avisé que no te conviene joder con eso.
-¿Vos pensás que la Virgen no se ve?
-Sí. Yo la vi dos veces.
-Y yo la tengo acá y además puedo tocarla. ¿Okey? Y eso es lo máximo para una fotógrafa -me mostró un sobre Rosa. -Pero primero hablame de tus aventuras con la Madre de Todos.
Y como estábamos en un día de Misterios Gloriosos se me doró de golpe el esqueleto y conté sintiendo que me abismaba en las alturas del Paulus:
-A los dieciséis años yo salía en una murga y una noche la muchacha más linda de Belvedere me tiró un beso durante la retirada y cuando volvimos de hacer los otros tablados me quedé esperándola en la esquina, maquillado y todo. Igual que en la canción de Jaime Roos. Y ella siguió de largo con el novio y yo seguí quedándome todas las noches en la misma esquina hasta que el último domingo la muchacha apareció corriendo sola a las seis de la mañana y se besó un dedo y me tocó la boca.
-Qué demás.
-Y cuando me casé y nos mudamos a Punta Gorda vivíamos al lado de una casilla que alquilaba un suplente de Maracaná que prostituía a una hijita botticelliana y un día ella me miró llorando abajo de la lluvia con tanta adoración que empecé a creer en Dios.
-Ta. ¿Y qué me decís de esta foto?
Entonces contemplé el bigbang de las galaxias interiores de la Nena mientras me atenazaba en la iglesia y murmuré:
-Otra vez la Inmaculada.
Ahora resonaba el coro imponente del surco octavo y se aterciopeló todo.

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