viernes

PAN EN LOS OJOS / webnouvelle de Hugo Giovanetti Viola

SEXTA ENTREGA

11 / SENEL ve al panadero abrazado de su esposa y sonríe con devoción.
-Hoy los venimos a visitar nosotros -explicó Marti. -Pero es para invitarlos a comer un asado mañana de noche, nada más. Ya nos vamos.
-Pasen -pide el muchacho. -Aunque sea un momento. Por favor.
-Pasen -saltó mi viejo, aliviado y borracho. -Poli: andá a buscar a tu madre. Sientensé, por favor. Hoy podríamos empezar a tutearnos de una vez. ¿Vos cómo te llamás, hermano?
-Rodrigo -enseña unos dientes dorados Coto. -Rodrigo Ariel.
-Y yo me llamo Martirio, aunque nadie me crea. -Soy hija de gallegos.
-Whisky -manoteó un par de vasos papá. -Whisky y unas reflexiones dignas de Nazaret. Me lo sé de memoria. Hay algo que es evidente: el hombre podrá ser el único bicho que tropieza quinientas veces con la misma piedra pero también es el único animal capaz de encarar reflexivamente las caídas. Y si me apurás te digo que lo más grandioso que tiene la humanidad es su capacidad de resurrección. Eso es gracia que nos viene de una energía más alta que nosotros. El hombre no se renueva cuando él quiere, sino cuando hace lo que verdaderamente tiene que hacer: servir a su planeta, a su prójimo, a su país, a su tribu, a su barrio, a su familia, a su comunidad. A veces podrá llegar a sentirse interiormente muerto, pero si servís como tenés que servir (por más traiciones que hayan) un día resucitás. Se diría que ése es el premio que nos da la energía cósmica, el fuego misterioso. Y te aseguro que todo esto es tan exacto como las matemáticas. Siempre lo fue, además. Por eso nunca hay que despreciar la sabiduría metafísica que nos llega desde el amanecer de la historia. Y el que vive lanzado desde su verdadera transparencia (que no es la complacencia teatralizada para negociar), el que ama al prójimo más que a sí mismo y sus intereses personales, el enamorado del reino de la paz, la justicia, el bienestar interior y la equidad que no destruye la individualidad sagrada de cada hombre, sabe que ese espesor histórico ya existe, aunque todavía sea germen. Esa es la verdadera cultura que heredamos, la que ha sedimentado a pesar de las catástrofes de todo tipo y de nuestra diaria falibilidad. O las diarias derrotas, furias, decepciones, ascos, miedos, etc. Y entonces podemos disfrutar y padecer con la misma paz con que una flor o un perro o una montaña reciben el sol o los terremotos. Ese ánimo todopoderoso es lo que nos da la fe. Sería algo así como poner el raciocinio al servicio de un absoluto todavía misterioso pero incontrovertiblemente palpable. Donde hay amor en lucha, el absurdo retrocede. Si confiamos en la fuerza motora del amor, si trabajamos desde la sonrisa invencible -la de hueso- es porque creemos que todo lo digno de durar perdurará. No se ama para someterse al imperio ilusorio de la nada ni al de los espejismos absurdos sino hacia el clic de todo: la humanidad purificada para no transformarse en la lacra del cosmos sino en la luz consciente del cosmos. La estación de la materia que piensa y reconstruye. ¿Lo dije bien, Senel?
-Casi perfecto -parpadea el muchacho. -Y dame un dedito de Red Label a mí, ya que estás.
-Y eso qué viene a ser -me acarició el hombro Coto. -¿Un discurso?
-No -se agacha Rabí de espaldas a la chimenea. -Son párrafos extractados de un reportaje que le hicieron a Jerónimo para el mensuario vecinal. Él no llegó ni a verlo publicado.

12/ POLI encuentra a Brenda tirada en la cama, con una foto sobre el rostro.
-Inventá algo -hipó mamá. -Jaqueca, ataque al hígado. Y deciles que mañana vamos con mucho gusto al asado y llevamos un flan.
En ese momento empieza a oírse la declamación de Rabí y Brenda suspira.
-Cristo. Se lo sabe de memoria.
-Senel también lo sabe.
-Pero suena tan triste con la lengua arrastrada.
-No tanto.
Después fui al comedor a avisar que mamá se sentía mal y cuando volví al cuarto ella ya había guardado la foto y me pidió que le alcanzara la guitarrita que usé los primeros años. Poli saca el instrumento del ropero y al darse cuenta que algo rueda por dentro se ríe como una niña frente a un ilusionista.
-Nome digas que guardaste tu magnolia aquí.
Mamá agarró la guitarra y se puso a olerle la caja con los ojos cerrados.

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