miércoles

LA PAREJA “DESPAREJA” una conversación ESCLARECEDORA entre ARNALDO GOMENSORO y ELVIRA LUTZ


(SEGUNDA ENTREGA)

TRES: LAS TRES PATAS DEL AMOR

Elvira: Pienso que a esta altura de la conversación, muchas de las personas que nos estén escuchando (o que eventualmente nos lean), podrían sentirse invadidos por la sensación de que estamos aportando una versión excesivamente pesimista de lo que está sucediendo con el matrimonio, con la pareja y con la familia. Es decir, a muchos se les podrían ocurrir algunas preguntas como por ejemplo: “¿es que no hay nada rescatable en las nuevas formas de organizarse el “nuevo matrimonio”, la “nueva pareja”, la “nueva familia”? ¿No resulta obvio para todos que la nueva familia ha superado definitivamente el degradante feudalismo patriarcal de antaño y que se está organizando en una forma mucho más libertaria y democrática? ¿No estaremos pecando casi de reaccionarios al insistir machaconamente sólo en las contradicciones, en los conflictos y en los desencuentros? ¿Es que no nos quedará otra que aceptar que al extinguirse el obsoleto modelo feudal se habrá extinguido, también y para siempre, el modelo de “hogar, dulce hogar”?

Arnaldo: Sí, Elvira. Pienso que al formularte esas preguntas, estás proponiendo un inquietante y desafiante tema para la reflexión crítica y autocrítica. Es justamente en esa dirección de la reflexión que nosotros nos hemos negado siempre a cultivar la tan común como edulcorada retórica “familiarista”. Es decir, nos hemos mostrado siempre partidarios de comprometernos beligerantemente con el más honesto y sobrio de los “realismos”, negándonos a las cómodas proclividades a afiliarnos, irracionalmente, a optimismos o pesimismos más viscerales que críticos.

Elvira: Siento claramente el peligro de que lo que estás diciendo pueda ser mal interpretado. Te invitaría a que insistamos en subrayar que nuestra reiterada exigencia de ser intransigentemente “realistas” no quiere decir, ni remotamente, que creamos que no nos queda otra alternativa que aceptar, con fatalista resignación, la realidad-tal-cual-es y de acomodarnos conformistamente a ella. Por el contrario, lo que nos proponemos con la exigencia de “ser realistas” es crear, con el reconocimiento de la realidad tal cual es, las condiciones para poder cambiarla creativamente, para intentar mejorarla, para lograr “superarla”. Pero aclaremos: no en forma ingenuamente voluntarista, sino empezando por asumirla en toda su contundencia para así poder transformarla en una forma revolucionariamente creativa.

Arnaldo: Eso que tú estás planteando lo hemos tratado de enfatizar reiteradamente insistiendo en que nosotros no “inventamos” el problema, el conflicto, la crisis, sino que nos limitamos a “inventariarlos”. Por eso, cuando se mantienen las dudas, solemos invitar a la gente a que se incorpore activamente a la dilucidación del tema realizando un experimento bien simple: les proponemos que intenten confeccionar (con suficiente honestidad y sin hacerse “trampas al solitario”) una lista de lO matrimonios, parejas o familias (elegidas en el entorno de nuestro conocimiento) que constituyan ejemplos inequívocos de matrimonios, parejas o familias notoriamente felices, alegres, cordiales, solidarias, unidas por lazos comunitarios auténticamente fraternales. Si la tarea, como tenemos razones para desconfiar, no resulta demasiado fácil, les sugerimos que bajen las exigencias, conformándose con una lista de 5. Y si 5 siguen haciendo la tarea demasiado difícil, transamos con 3 o con 2.
Pues bien: aquí aparecen evidencias que obligan a reflexionar a los más incrédulos: cuando constatamos lo difícil que resulta llegar a 3 o a 2, se nos empieza a hacer claro que, con nuestro planteo, como lo decíamos, no estamos inventando ningún problema, sino que apenas nos hemos limitado a “inventariar” los problemas que confrontan, hoy por hoy, la casi totalidad de los matrimonios, de las parejas y de las familias.

Elvira: Es interesante, porque hecho el experimento, hay interrogantes que se plantean como obligadas: ¿a qué responde esta crisis de los vínculos interpersonales en el seno del matrimonio, de la pareja y de la familia? Y lo que resulta más importante: ¿cómo superar este individualismo corrosivo que desata la guerra de todos contra todos y que tan elocuentemente caracteriza Emmanuel Mounier?:

La vida en sociedad es una guerrilla permanente. Allí donde termina la hostilidad,la indiferencia se instala. Los caminos de la camaradería, de la amistad y del amor parecen perdidos en este inmenso fracaso de la fraternidad humana.

Arnaldo: A esta altura me parece que es tiempo de adelantar algunas de nuestras ideas en torno a cómo comprender lo que está sucediendo con los vínculos amorosos, ideas que seguiremos desarrollando en profundidad a lo largo de esta conversación. Digamos, para empezar, que, recurriendo a una simplificación que puede parecer casi caricaturesca, podríamos describir gráficamente lo que cabría interpretar como un correcto planteo del problema si nos apoyamos en el simil de “la mesa de tres patas”. Y nos preguntamos ¿cuáles serían las tres patas de la mesa del amor?

Digamos, para irlo desarrollando más adelante, que ellas son:

- la armonía emocional;
- la armonía sexual y
- la armonía existencial.

Elvira: Antes de proceder a desarrollar el contenido de estas tres armonías, me parece oportuno adelantar algunas conclusiones elementales: una primera conclusión axiomática incuestionable es que no puede haber mesa del amor con menos de tres patas. Y una segunda conclusión incuestionable: las tres patas tendrán que mantener un equilibrio armonioso. Es obvio que, si no se cumplen estas dos condiciones, la mesa resultará tan inestable, tan tembleque, que, más tarde o más temprano, terminará desmoronándose todo lo que hayamos construido sobre ella.

Arnaldo: Tengo la impresión de que así, tan simplemente esbozado, ya el planteo da para complicadas e inquietantes disquicisiones. Tanto que justifica que vayamos, desde ya, “calentando los motores” de la reflexión crítica y autocrítica, recordando aquella advertencia de Antonio Machado: Y, cuando os ardan los sesos, avisad.

Elvira: Dado que haces esa invitación a la reflexión, yo quisiera hacer otra observación previa al desarrollo del esquema. La tercera pata del amor, la que caracterizamos como “armonía existencial” (generalmente la menos desarrollada en los vínculos de pareja) tiene que ver, justamente, con el monto de “reflexibidad” con que la pareja decidida a casarse o a iniciar la convivencia diseña su “proyecto de vida en común”.
Mientras que los enamoramientos románticos cultivan hasta el hartazgo los momentos emocionales y eróticos de la relación, los vínculos existenciales se montan, como sobre sus fundamentos esenciales, sobre la toma de conciencia y la reflexión crítica y autocrítica en torno a las condiciones de viabilidad de la relación.

Arnaldo: Sí, en respaldo de lo que tú dices, creo oportuno recordar las precisiones realizadas por Anthony Giddens en su libro Las transformaciones de la intimidad. Él lo expresa con todo rigor: “El axioma que define los ideales de la pura relación (es decir, de la relación existencial) es la implicación de los individuos en la determinación de las condiciones de su asociación. Esta frase expresa una primera diferencia entre el matrimonio tradicional y el actual y llega hasta el núcleo de las posibilidades democratizadoras de la transformación de la intimidad. Esto se aplica, desde luego, no exactamente sólo a la iniciación de una relación, sino a la reflexibidad inherente a su prosecución o a su disolución”.

Elvira: Este lugar central que Giddens le atribuye a la “reflexión” exige, a mi entender, empezar por cuestionar críticamente el lugar común que sostiene que el amor se agota, románticamente, en la variable emocional y en la variable erótico-sexual. Es decir: ese lugar común pretende nada menos que armar la “mesa del amor” sólo sobre dos patas, con los resultados fácilmente previsibles.

Arnaldo: Pasemos a desarrollar ahora, a lo largo de este diálogo, una por una las características que definen a cada una de las tres patas de la mesa del amor.


(continúa próximo miercoles)

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