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EDUARDO DARNAUCHANS: LA IMPENSADA LUMINOSIDAD DE LA TRISTEZA (I) [reportajes recuperados]

Con la reedición de este documento casi desconocido damos comienzo a la publicación de algunos reportajes recuperados que aportan un material imprescindible para la formación y la reflexión cultural en este arrabal del mundo tan rico en calidad como pobre en prospección difusoria.

(entrevista realizada por Diego Presa para la revista Fundación en 1995)

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Tú última grabación de estudio fue El trigo de la luna y de eso hace cinco años. ¿Por qué hace tanto tiempo que no grabás?

Porque no tengo ganas. Si uno tiene la posibilidad de ser libre al hacer un trabajo, debe hacerlo cuando quiera, cuando lo necesite. Y como por fortuna en mis relaciones laborales con las casas de discos que he trabajado nunca tuve la imposición de sus directores artísticos de grabar un disco por año, yo grabo cuando necesito grabar o cuando quiero (lo cual es lo mismo). Yo no gano mucho dinero, pero nunca me he tenido que sujetar, y menos ahora, a las reglas del mercado. En ese sentido soy privilegiado, porque como de alguna menara sigo siendo un outsider (o sea: no participo en los rankings, no entro en los top ten, no soy exportable, etc.), bueno, tal vez por eso puedo darme esos pequeños lujos.

¿Qué es lo que un artista debe darle al público en un recital?

El artista debe dar lo máximo que pueda y el público debe saber eso. En cuanto a la renovación del repertorio, yo como público prefiero que el artista (me pasó por ejemplo cuando Bob Dylan estuvo acá) me dé las canciones que me acompañaron, me acariciaron, las canciones que dejaron su huella en mí. Antes no me gustaba rehacer mis canciones en los recitales, ahora que soy más viejo sé que tengo que repetir. Porque yo no tengo derecho a negar el afecto y la memoria de la gente: o sea que debo acariciar y arañar con mis canciones la memoria del público.

Siempre tuve curiosidad en saber cómo componías, cómo hacías tus canciones, si tenías algo parecido a una técnica para hacerlo.

No hay técnica para componer pero fundamentalmente, con el curso del tiempo, yo he preferido componer a partir de la melodía: en definitiva es lo que va a vehiculizar el texto con su soporte armónico debajo.

Pienso que en estos tiempos existe quizás cierta sobrevaloración de la armonía. ¿Cuál es para vos el papel que juega la armonía en una canción?

Según mi criterio, obviamente, si hay una base armónica importantísima al servicio de una melodía olvidable, olvídala. En la zona donde se ubica este boliche, por ejemplo (Cuareim y Nueva York), es posible que casi toda la gente que tenga oreja, edad y necesidad de haber escuchado recuerde alguna canción de Jaime Roos (por nombrarte algo bien popular, sobre todo por acá), y es muy posible, por ejemplo, que se acuerden de la melodía de La hermana de la Coneja. ¿Pero cuántas de esas personas saben tocar un instrumento musical o saben algo de armonía o podrían definir cuáles son los acordes (preciosos y muy bien tocados, por cierto) de esa canción? ¿Cuántos son capaces de apreciar esa importante base armónica fuera del contexto de esa melodía y de esas palabras? Por tanto, si la melodía no se prende al aire, vuela todo. Si hay algo imposible es agarrar el aire. Bueno, yo pretendo que las melodías agarren el aire, generen como unas uñitas y se prendan a él.

¿Cómo ves la música popular que se está haciendo ahora en este país?

Mirá, yo conozco relativamente poco porque es muy amplio el panorama. Es insólito el número de grupos que hay, hablando del panorama de la música de los jóvenes y en particular de los jóvenes que tocan rocanrol y sus variantes. Creo que es un período de acumulación, que de alguna manera puede equivaler a lo que fue el ’83, un poco antes de la salida de la dictadura, que después muere en el ’85, ’86. Ahora hay más libertades, más desenfado, los jóvenes se animan a hacer lo que quieren hacer, y sólo después se fijan si está bien o mal.

Y esa puede ser una característica, un signo de estos tiempos, ¿no?

Es muy posible, sí. De alguna manera mi generación estaba sujeta a eso de la base armónica sobrevalorada: Cómo vas a poner un Do Fa Sol, pará, eso es La Bamba, loco. Yo lo sufrí y aparte tuve que componer cosas de las que ni siquiera me acordaba de la melodía al otro día, me parece que en ese sentido hemos evolucionado.

Tengo la impresión de que, salvo algunas excepciones, la calidad de los textos en nuestra música popular es bastante baja. ¿Vos pensás lo mismo?

Bueno, el roncarol, exceptuando alguna gente, nunca se preocupó mucho de la calidad sino de la patada del texto. Pero, en cuanto a los compositores solistas no estoy de acuerdo contigo. Quiero referirme por ejemplo a Walter Bordoni, a Eric Coiates, a esa generación donde no vas a encontrar escasez de letras ni escasez de melodías, y tampoco ausencia de rocanrol. Hay otra actitud porque ellos son solistas y es algo grave ser solistas.



(continúa el próximo domingo 24/5/09)

2 comentarios:

Ana Manuela Gómez Eiraldi dijo...

Creo que el Danau, es lo más parecido a Onetti, un clásico montevideano, gris?... nostalgioso y sincero, comprometido con su tiempo y leal a sí mismo. Un artista uruguayo, como muchos, como pocos elegidos por nuestra generación, por que aún hoy al no estar nos seguimos identificando en sus temas. Es como un vino añejado, que nos gusta saborear de a poco y profundamente hasta el final.

Esther Mariño dijo...

Comparto totalmente lo expuesto por Ana, realmente nos sentimos identificados. Gracias por compartir como siempre excelentes tematicas en sus notas. Adelante.

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