miércoles

21 / LADY MACBETH SE BAÑABA CON LOS BORCEGUÍES PUESTOS [Milagros de una Puta]

Shirley llevaba media hora sentada contra la Torre del Vigía viendo subir la luna cuando un Gol estacionó chirriantemente en la esquina de la plaza y la hizo tiritar. Y enseguida una mujer ajirafada se le acercó espantando a los teros y rebasó la rasposidad del alboroto aleteante:
-No me digas que ahora se te ocurrió imitarle la forma de rezar a Leonardo Regusci. ¿Qué cantabas?
-Gení y el Zeppelin.
-Ahí va. Y capaz que pretendés que te traigamos las cámaras de En trozos en la Punta para seguir colaborando con el calentamiento global. Dos notas en dos semanas. Sos insaciable, nena.
Shirley se subió el escote de la malla nacarada pero no contestó.
-Decime: ¿y el strip-show donde te casás en pelotas con Dios fue idea tuya?
-Yo ya nací casada con Dios.
-Qué prodigio. Lástima que ni siquiera llegaste a conocer a Jesús de Punta del Este.
-Vos lo mataste antes. Tampoco conocí a Ignacio de Loyola ni a Juan de la Cruz. Y trato de imitarlos.
-¿Así que vos también pensás que Leonardo Regusci fue un santo? ¿Y qué tenés que hacer para ser un santo?
-Aprender a lamerles la mierda a los pobres de espíritu.
-Típica filosofía de una yirita -se sacó un tacón alfilerado para espantar a un tero que la sobrevolaba peligrosamente Federica Finkbein. -Y me dijo J.R. que también creés en Satanás.
-No precisás creer. Lo llevamos atrás del corazón y tiene la voz verde. Y aunque sea un bicho bravo no hay que darle pelota: ladra pero no mata.
Entonces la partenaire del programa chatarrero más famoso de Buenos Aires fingió clavarse el zapato entre las nalgas y preguntó:
-Leíste El genio de Bukowski.
-Todavía no tuve tiempo de leer a Bukowski.
-¿Sabés que me gustaría sacarme una foto con un zapato así? Porque cada vez que J.R. me obliga a ordeñarlo rezando el Nadanuestra me tengo que duchar y enjabonar vestida y me gasto medio sueldo en pilchas.
-Pobrecita -se abrazó a sí misma la chiquilina reverberando como una magnolia empapada por el estrellerío. -¿Y por qué no se la mordés?
-¿Entonces es verdad que en el quilombo zafaste de chupársela? Nada menos que a Jorge Rigoletto.
-Fue Satanás el que me defendió. Justo estoy en la parte de los Karamazov donde Iván se enloquece.
-Esos son libros viejos.
-Sí, pero ahí aprendés que creer en la nada es un mal peor que el mal. El pobre Satanás existe, por lo menos.


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