jueves

4/ El Caldero de la bruja [Anna Rogghio] - La novela WEB de mágia y hechicería


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12 / Es tiempo de celebrar.
La hechicera busca en el bosque la complicidad de sus amigos.
-¡Elmo! ¡Nepo! -llama.
Los duendes vienen por el camino y traen sus acordeones.
-¡Hoy es la fiesta del plenilunio!
-¡Estamos listos y marchando hacia la aldea!
-Festejaremos además lo que hice, después de mucho razonar, muchas interrupciones y muchos tropiezos.
-¡Ya lo sabemos! ¡Para nosotros no hay cosas escondidas porque las voces corren rápido! -Nepo le hace una guiñada.
-¡Los animales pequeños nos trajeron la noticia! ¡Creaste el tejido! -aclara Elmo.
-¡Entonces, vámonos ya!
Los hombrecitos caminan tocando un alegre son.
Se animan; bailan a su compás.
El crepúsculo azul se convierte en un fantástico ámbito donde son posibles todas las maravillas.
El teatro ya está iluminado.
Se sientan alrededor.
Las voces se acallan cuando aparece la luna entre las ramas de los pinos y su claridad borra las estrellas. El silencio es imponente.
Solamente se escucha el restallar de las llamaradas.
Cada cual en su interior tiene un pedido para hacerle a la Madre Luna o darle gracias por mercedes concedidas. Y después, es el bullicio.
Los actores entran en escena y Nahala no puede contener un “¡OH!” gigante.
Se han tiznado la cara con carbones en un inicio de maquillaje copiando los rasgos de aquella cara terrible de la mano del mortero del señor de las cucharas.
Salta al tocón y los felicita llorando de risa.
-¡Están muy feos! -les dice secándose las lágrimas.
-¡Bájate de inmediato! ¡Déjanos comenzar! -rezonga un hombre fornido, altísimo.
Lo mira entornando los párpados y cree reconocerlo pero la confunden su gordura y su garganta ronca.
-¿Quién eres? No perteneces a acá...
-Soy un cazador solitario que se detuvo al ver la fiesta y pidió permiso para exhibir sus habilidades de comediante.
La concurrencia protesta:
-¡Adelante! ¡Empiecen ya!
La música de los duendes derrama ondas bienhechoras.
Al terminar la obra los actores se quitan los disfraces y se pintan la cara.
Nahala cae sentada por la sorpresa.
Abre mucho los ojos.
El arrebol de su rostro le pinta pétalos en las mejillas.
El “cazador solitario” no es otro que Laal muy bien caracterizado de bandolero que al final cae abatido por los rayos del Padre Sol, pagando con su vida sus maldades.
Las mujeres traen una buena comida en bandejas de madera.
Y después del banquete se inicia el baile.
Danzan dichosos, ritmos que se avivan.
Que los obligan a moverse en rondas que se cierran y se agrandan.
A dar pasos vertiginosos.
A gritar marcando el compás.
Si pudiéramos elevarnos volando...
Si pudiéramos contemplarnos desde las alturas...
Veríamos la animada farándula en el centro del pinar y a la luz original de la Madre Luna y las llamas del fuego primitivo.

13 / La primavera anda vagando por los senderos.
Poniendo aromas por donde pasa y trayendo ruidosas tormentas con relámpagos y truenos que asustan a los niños. Las lluvias copiosas riegan el valle y preparan la tierra para la siembra.
Como en invierno, son días de quedarse adentro.
Es tiempo de tejer.
Las señoras se dan prisa en llegar a lo de Salma, chapoteando y riendo entre los charcos.
Larne las ve venir y escapa a lo de Laal como si lo persiguiera un demonio.
Okila ideó una especie de trompo, tallado con las maderas de su hijo, con el que envuelve la lana de una oveja negra y puede hacer rayas y guardas pensadas con trabajo. Nahala razona antes de dormirse:
“Los puntos de un tejido son débiles por separado; se rompen con facilidad, pero juntos, producen una trama resistente. Son como nosotros: solos, estamos indefensos, pero unidos, formamos un pueblo vigoroso”.


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