elMontevideano / Laboratorio de Artes representado en Viena
El cuarteto tanguero sudamericano LABIABA, que en los últimos tiempos recorre toda Austria con un resonante éxito, está integrado por el guitarrista uruguayo Ignacio Giovanetti, que empezó a dar conciertos en el Uruguay y en la Argentina a los catorce años.
Ignacio se formó estudiando con su padre, Hugo Giovanetti Viola, y posteriormente se perfeccionó con la legendaria Olga Pierri.
Actualmente, a los veintisiete, está por diplomarse en la Universidad de Viena, donde radica desde 2002. Su maestro es nada menos que Álvaro Pierri, uno de los Capitanes del Vuelo de nuestro pequeño país lleno de grandeza.
En Labiaba confluyen, por otra parte, una cantante argentina, un guitarrista argentino y otro colombiano, configurándose un estilo de platería tanguera netamente rioplatense, evocadora del gran Roberto Grela y de nuestro Ciro Pérez, que sigue asombrando al mundo con la magia de su estilo aleatorio incrustado en el más purísimo dos por cuatro color de león.
Hace un año, además, Ignacio Giovanetti fue invitado a actuar con Ciro Pérez en Córcega, reuniéndose una generación que arrancó basamentando a Zitarrosa y otra que está llamada a pulimentar y enriquecer el inevitable casamiento de lo “clásico” y lo “popular” que se viene implantando en todo el mundo ya hace más de tres décadas.
El cuarteto tanguero sudamericano LABIABA, que en los últimos tiempos recorre toda Austria con un resonante éxito, está integrado por el guitarrista uruguayo Ignacio Giovanetti, que empezó a dar conciertos en el Uruguay y en la Argentina a los catorce años.
Ignacio se formó estudiando con su padre, Hugo Giovanetti Viola, y posteriormente se perfeccionó con la legendaria Olga Pierri.
Actualmente, a los veintisiete, está por diplomarse en la Universidad de Viena, donde radica desde 2002. Su maestro es nada menos que Álvaro Pierri, uno de los Capitanes del Vuelo de nuestro pequeño país lleno de grandeza.
En Labiaba confluyen, por otra parte, una cantante argentina, un guitarrista argentino y otro colombiano, configurándose un estilo de platería tanguera netamente rioplatense, evocadora del gran Roberto Grela y de nuestro Ciro Pérez, que sigue asombrando al mundo con la magia de su estilo aleatorio incrustado en el más purísimo dos por cuatro color de león.
Hace un año, además, Ignacio Giovanetti fue invitado a actuar con Ciro Pérez en Córcega, reuniéndose una generación que arrancó basamentando a Zitarrosa y otra que está llamada a pulimentar y enriquecer el inevitable casamiento de lo “clásico” y lo “popular” que se viene implantando en todo el mundo ya hace más de tres décadas.
Algunas grabaciones de Labiaba, por otra parte, integrarán la banda de sonido del largometraje Jesús de Punta del Este. Y es probable que los muchachos no demoren mucho en presentarse en el Río de la Plata.
Por ahora siguen iluminando hasta los pueblitos de las montañas austríacas. Porque ya se sabe que desde la aparición de El morocho del abasto hasta la fecha, el tango se ha ganado una globalidad no precisamente impulsada por las transnaciones que fomentan el entertaining estupidizante, sino por la fuerza incanjeable del río-estuario-mar destinado a embellecer el mundo.
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