miércoles

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (53)

 EL AMOR (9)

 

Duelo criollo (1)

 

El duelo criollo fue ¿es? una institución regida por normas convencionales y estrictas. La causal es la afrenta en cualquiera de sus formas posibles. Desde los griegos, y seguramente desde antes, los hombres, sobre todo en los modos heroicos de vida, tuvieron sus códigos no escritos pero rígidos de honor, tuvieron una areté que sostener: una areté que pueden vulnerar ellos mismos -por cobardía, por menos valer, por fallas diversas, pero que pueden, además, vulnerar los otros rebajando en cualquier forma de honor, el prestigio; en fin, y supremamente, la hombría.

 

Si alguno duda

de mi palabra

que salga y hable

con el facón,

que es ley de criollos

jugar la vida

cuando le tocan

el corazón.

 

Frente a la ofensa el único remedio posible es la muerte del ofensor; seguro que la muerte en duelo criollo es distinta de las muertes por venganza, en que uno actuaba y el otro padecía la acción. Ya no se trata de ir derecho a matar sino de pelear esa muerte, tal vez con la confianza en que una justicia última haga que venza el asistido por la razón, tal vez con la simple certeza de que, después de su acción el otro no puede quedar vivo. Como se juegan las vidas, tiene más dramatismo, más interés, más finales posibles que aquella.

 

Su carácter consagrado, justiciero, de lid lo exime a veces de odio. Se lo toma como una manera de dirimir un derecho, de resolver una situación equitativamente, de cumplir con las formas. Por eso, aunque generalmente lo cuenta uno de los agonistas, y se podría suponer que el vencedor, para jactarse y por la obvia razón de que vive para contarlo, se cuentan también derrotas, y el tono no es necesariamente de jactancia. En En su ley hay respeto y admiración -ni la menor sombra de remordimiento- por el contrario:

 

Estoy herido, hermano

no digas nada a nadie

ni quiero que mi sangre

tampoco la vengués,

que el hombre que me ha herido

es macho donde cuadre,

varón de un solo temple,

derecho y sin revés…

 

En Pa mí es igual se menciona el lejano duelo con cierta indiferencia, como un avatar corriente en el que ambos hicieron un buen papel y que no parece razón suficiente para que los dos amigos sigan separados:

 

Total

por unos ojos y una boca

más roja

que la sangre de esa tarde…

Ninguno de los dos

fuimos cobardes,

me tiraste un hachazo

y lo atajé.

En fin, eso pasó…

 

 

En Allá en el Bajo tampoco hay animosidad; se cumple con la única manera aceptada, inapelable de resolver el pleito:

 

Dos hombres llegan,

son dos rivales,

en duelo criollo

resolverán

que el brazo diga

quién tiene más derecho

a desflorar los besos

de la mujer fatal.

 

En todo caso se habla de cobrar, de hacer pagar una deuda, pero, como vimos, en términos justicieros, casi impersonalmente. En El ciruja:

 

Frente a frente,

dando muestras de coraje,

los dos guapos

se trenzaron en el Bajo

y el Ciruja

que era listo para el tajo,

al cafiolo

le cobró caro su amor.

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