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ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (123) - M. BAJTIN

 TIEMPO Y ESPACIO EN LAS NOVELAS DE GOETHE (5)

 

Como resultado, el cuadro inicial presentado por Goethe cambia brusca y profundamente. Porque al principio se representan los cambios atmosféricos rotundos (brillo bajo el sol, nieblas, nubarrones, lluvias violentas, nieve) sobre el inmóvil fondo de los montes eternamente incambiables; pero al final ya no existe este fondo inmóvil e invariable, este fondo manifestó un movimiento más importante y más profundo que el movimiento evidente pero secundario de la atmósfera, este fondo se ha vuelto activo, es más, el movimiento auténtico y la actividad se trasladaron precisamente a este fondo.

 

Esta particularidad de la visión de Goethe que se revela en nuestro pequeño ejemplo, se manifiesta en todas partes en una y otra forma (según el material), con diferentes grados de evidencia. En todas partes, todo aquello que, antes de Goethe, servía, representaba un fondo sólido e invariable para toda clase de movimientos y cambios, para Goethe resultaba incorporado en el proceso de formación, se compenetraba del tiempo hasta el límite e inclusive llegaba a ser la movilidad más importante y creativa. Más adelante, en el análisis de Wilhelm Meister, veremos de qué modo todo aquello que solía servir de fondo sólido a la novela, que aparecía como una constante, como una premisa inmóvil del movimiento argumental, precisamente se vuelve portador básico del movimiento, su iniciador, gracias a lo cual se modifica radicalmente el argumento mismo de la novela. Para el “gran genio” de Goethe, el movimiento esencial se manifestó precisamente en aquel inmóvil fondo de fundamentos universales (socioeconómicos, políticos y morales), los cuales habían sido proclamados a menudo como invariables y eternos por el Goethe “filisteo limitado”. En Wilhelm Meister, este fondo de fundamentos universales inicia su pulsación, como las cordilleras en el ejemplo citado, y esta pulsación determina el movimiento y el cambio de los destinos y de las opiniones humanas, que son variaciones más superficiales.

 

Así, pues, nos acercamos a la sorprendente particularidad de Goethe que le permitía ver el tiempo en el espacio. Es una visión excepcionalmente fresca e impresionante del tiempo (lo cual, por lo demás, es característico de los escritores del siglo XVIII, para los cuales el tiempo apenas empezaba a manifestarse); estas cualidades podrían, en parte, atribuirse a la relativa sencillez de esta visión y, por lo tanto, a su mayor ejemplaridad sensorial. Goethe poseía una visión muy aguda para captar todas las señas e indicios visibles del tiempo en la naturaleza: por ejemplo, sabía determinar rápidamente y a simple vista las edades de los árboles, conocía el ritmo del crecimiento de diferentes especies de estos, veía épocas y edades. Tenía una visión excepcionalmente aguda para todos los indicios visibles de la vida humana: desde el tiempo cotidiano de la existencia medida por el movimiento del sol y por el orden diario de la actividad humana, hasta la totalidad del tiempo de una vida humana marcada por edades y épocas del proceso de formación del hombre. Las propias autobiografías de Goethe (los trabajos biográficos que representan un enorme porcentaje dentro de su obra) y el constante interés hacia la literatura autobiográfica y biográfica, que era característico de su época (los métodos autobiográficos empleados por Goethe forman parte de nuestra preocupación especial), todo esto atestigua la importancia para Goethe de la noción del tiempo biográfico.

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