EXPLORACIÓN METÓDICA
(*) (2)
JERZY GROTOWSKI
(*) Este artículo fue
escrito para explicar el objetivo del Instituto Bohr. Fue publicado en Tygodnik
Kulturalny (Varsovia, 17, 1967).
II
Estamos convencidos de
que las condiciones esenciales para el arte de la actuación son las siguientes y
su estudio debe ser objeto de investigación metodológica:
a) estimular el proceso de
autorrevelación, llegando hasta el inconsciente, pero canalizando los estímulos
a fin de obtener la reacción requerida;
b) Ser
capaz de articular el proceso, disciplinarlo y convertirlo en signos. En
términos concretos esto significa construir una partitura cuyas notas sirvan
como elementos tenues de contacto, como reacciones a los estímulos del mundo
externo: a aquello que llamamos “dar y recibir”.
c) eliminar
del proceso creativo las resistencias y los obstáculos causados por el propio
organismo, tanto físico como psíquico (ya que ambos constituyen la totalidad).
¿De qué manera pueden
exponerse objetivamente las leyes que gobiernan estos procesos individuales?
¿Cómo llegar a definir solamente las leyes objetivas sin caer en las recetas?
(Porque las “recetas” terminan siempre en lo banal.)
Creemos que con el objeto
de lograr esa individualidad no es necesario aprender cosas nuevas, sino más
bien liberarse de viejas costumbres. Cada actor debe advertir claramente cuáles
son los obstáculos que le impiden expresar sus asociaciones íntimas, y que
originan su falta de decisión, el caos de su expresión y su falta de
disciplina; que le impide experimentar el sentimiento de su propia libertad,
qué obstáculos hay para que se organismo sea totalmente libre y poderoso y para
que nada esté más allá de sus capacidades. En otras palabras: ¿cómo eliminar
los obstáculos?
Eliminamos lo que bloquea
al actor, pero no le enseñamos a crear; por ejemplo, cómo interpretar Hamlet,
en qué consiste el ademan trágico, cómo actuar una farsa, porque es
precisamente en este “cómo” donde el germen de la banalidad y del clisé que
desafía a la creación se asienta. Para llevar a cabo una investigación semejante
es necesario colocarse en la zona limítrofe de disciplinas científicas como la
fonología, la psicología, la antropología cultural, la semiología, etcétera.
Un instituto que se
dedica a investigaciones de este tipo debe, como el Instituto Bohr, ser un
lugar de reunión, para observar y refinar los experimentos obtenidos por los
individuos más talentosos en esta profesión que provengan de los distintos
teatros de otros países. Tomando en cuenta el hecho de que el ámbito al que
nuestra atención se dirige no es científico y de que dentro de él no todo puede
definirse (en realidad, muchas cosas no deben ser definidas), tratamos sin
embargo de determinar nuestros fines con toda la precisión y consecuencia
necesarias para la investigación científica.
El actor que trabaja en este centro es ya un profesional no sólo por el hecho de que su arte es creativo, sino porque las leyes que lo gobiernan se han convertido en el objeto de su preocupación esencial. Un instituto que realiza investigaciones metodológicas no debe confundirse con una escuela que entrena actores y cuya finalidad es “lanzarlos” al teatro. Esta actividad no debe ser confundida tampoco con el teatro (en el sentido habitual de la palabra), aunque la esencia misma de la investigación exige la elaboración de una representación y su confrontamiento con el público. No es posible crear un método y permanecer apartados del acto de la creación.
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