Los parientes mejicanos del LSD (8)
La “enredadera mágica” ololiuqui (4)
Después del
descubrimiento de los efectos psíquicos del LSD había probado también la amida
del ácido lisérgico mediante un autoensayo y comprobé que, aunque sólo en una
dosis diez a veinte veces mayor que el LSD, también genera un estado onírico.
Este estado se caracterizaba por un sentimiento de vacío espiritual y de
irrealidad y sinsentido del mundo exterior, una mayor sensibilidad auditiva y
un cansancio físico no desagradable que terminaba en sueño. El psiquiatra Dr.
H. Solms confirmó este cuadro de acción de LA 111, como se llamaba la amida del
ácido lisérgico en su forma de preparado experimental, mediante una
investigación sistemática.
Al presentar en otoño de
1960 los hallazgos de nuestras investigaciones del ololiuqui en el
congreso de sustancias naturales de la Unión Internacional para Química Pura y
Aplicada (IUPAC), mis colegas profesionales reaccionaron con escepticismo. En
las discusiones que siguieron a mi exposición se expresó la sospecha de que en
mi laboratorio, en el que tanto se trabajaba con derivados del ácido lisérgico,
se podrían haber contaminado involuntariamente los extractos del ololiuqui con
trazas de estos compuestos.
Las dudas provenían de la
presencia de alcaloides del cornezuelo de centeno, que hasta entonces se
conocían sólo como sustancias contenidas en setas inferiores, en plantas
superiores de la familia de las convolvuláceas, se contradecía con la
experiencia, según la cual determinadas sustancias son típicas de una familia
de plantas determinada y están restringidas a esta. Efectivamente, la presencia
de un grupo de sustancias características, en este caso, los alcaloides del
cornezuelo de centeno, en dos secciones del reino vegetal muy distantes en
cuanto a su desarrollo, es una excepción muy rara.
Sin embargo, nuestros resultados fueron confirmados cuando diversos laboratorios en los Estados Unidos, Alemania y Holanda verificaron nuestras investigaciones de las semillas del ololiuqui. El escepticismo llegó tan lejos que se consideró la posibilidad de que las semillas podrían estar infectadas con setas que producían alcaloides, aunque luego esta hipótesis se dejó de lado tras los primeros experimentos.
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