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A LA BÚSQUEDA DE UNA IDENTIDAD EN LA OBRA DE JUAN CARLOS ONETTI (58) - MARYSE RENAUD

 1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.

1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.

  

EL INDIVIDUO Y EL GRUPO

 

II – MODALIDADES DEL GRUPO (2)

 

Detengámonos entonces a examinar los principales distintivos de estos notables provincianos. El término elegido para su denominación expresa con claridad el peso predominante de status social, aunque las irónicas insinuaciones del narrador de Para una tumba sin nombre desplazan subrepticiamente la atención hacia un pueril sentimiento de orgullo que obedece a razones bastante inesperadas:

 

Todos nosotros, los notables, los que tenemos derecho a jugar al póker en el Club Progreso y a dibujar iniciales con entumecida vanidad al pie de las cuentas por copas o comidas en el Plaza. Todos nosotros sabemos cómo es un entierro en Santa María. Algunos fuimos, en su oportunidad, el mejor amigo de la familia, se nos ofreció el privilegio de ver la cosa desde un principio y, además, el privilegio de iniciarla (16).

 

La afirmación de ese presunto “saber” -que los notables reivindican como una prueba de indiscutible superioridad- contrasta graciosamente con su contenido irrisorio. Señalemos de paso, que de la masa de los notables no tardará en surgir un subgrupo, mencionado en reiteradas ocasiones en Para una tumba sin nombre; el de los “veteranos” (17), que enriquecerán y prestigiarán con nuevas cualidades a esta privilegiada casta “sanmariana”. La sabiduría proveniente de la edad, la experiencia, la virilidad y hasta el heroísmo repercute pues todo el grupo, engrandeciéndolo irónicamente.

 

Estas pretensiones de maestría de las que se jactan los veteranos -y de rebote, el clan entero-, tal como lo señalan seis menciones incluidas en las dos primeras páginas del relato, alcanzarán su plena significación al vincularse a otra función claramente específica de los notables: el ejercicio del poder. A través de la hábil reiteración del verbo “golpear”, el poder y la violencia se nos presentan sugerentemente como los inseparables corolarios del “saber”. Estos dos aspectos aparecerán orgánicamente ligados al dominio del tiempo que subraya el narrador y que asegura, en la novela, en forma manifiesta, la omnipotencia de la casta de los notables:

 

Comparamos -nosotros, los veteranos- las actuaciones del difunto padre Bergner con las de su sucesor, este italiano, Favieri, chico, negro, escuálido, con su indomable expresión provocativa, casi obscena.

Sabemos también de necrologías recitadas y las soportamos mirando la tierra, el sombrero contra el pubis.

Todo eso sabemos (18)

 

El puntilloso conocimiento del pasado de la ciudad, fundado sobre el enraizamiento y la permanencia envidiables de las “viejas familias”, constituye para los notables una formidable ventaja. Después de haberse apropiado de la Historia “sanmariana” a través de múltiples reinterpretaciones aparecidas en su propia prensa, y logrado modelar políticamente la conciencia de sus conciudadanos, los notables parecen haberse fijado un objetivo más ambicioso todavía. En lo sucesivo, sus prerrogativas ya no se limitarán al ámbito de la política y la economía; ahora aspirarán a controlar el conjunto de las representaciones mentales de la comunidad, dominando de modo absoluto esa doble herramienta imprescindible para todo verdadero poder: el lenguaje y la escritura.

 

Todo eso sabemos. Todos nosotros sabemos cómo es un entierro en Santa María, podemos describirlo a un forastero, contarlo epistolarmente a un pariente lejano. Pero esto no lo sabíamos, este entierro, esta manera de enterrar (19)

 

Por eso, los notables experimentarán como sacrílego el comportamiento general de Jorge Malabia, quien cuestiona desenvueltamente -a través de su lenguaje y sus relatos- estructuras mentales y certidumbres seculares: la tiranía del grupo, en una palabra. Y es a partir de lo inaudito –“esto, este entierro, esta manera de enterrar” cuando los notables comenzarán a sentirse sacudidos.

 

Notas 

(17) Ibíd., p. 7: “Es mejor, más armonioso, que la cosa empiece de noche, después y antes del sol. Fuimos a lo de Miramonte o a lo de Grimm, “Cochería Suiza”. A veces, hablo de los veteranos, de la casa de duelo, por una razón, por diez o por ninguna. Cf. pp. 8-9.

(18) Ibíd., I, pp. 8-9-

(19) Ibíd., p. 9.

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