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LA DIFUSIÓN DEL ‘KIGO’ JAPONÉS HACIA EL OCCIDENTE HISPÁNICO

 

por Ángel Acosta Blanco 


Quien introdujo por primera vez al español una serie de conceptos relacionados con el haikai japonés fue el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (Guatemala: 1873-Francia: 1927). En aras de explicar en qué consistía y cómo funcionaba uno de los “poemas” más breves del mundo dentro de una cultura -en ese entonces- prácticamente desconocida para los hispanohablantes, en términos generales, Gómez Carrillo dio su perspectiva en el capítulo “La poesía” en el libro El Japón heroico y galante (Madrid: Renacimiento, 1912).

 

Ahí, por primera vez se mencionaron conceptos como ‘kidai’ (tema), ‘makurakotoba’ (palabra almohadilla que funciona parecido al epíteto occidental), ‘kakekotaba’ (palabra eje, muy parecida a las significaciones de las homófonas en español), ‘kireji’ (corte de frase), ‘engo’ (vocablo que une otros vocablos o frases, le puede otorgar tono emocional al texto), ‘haijin’ (hacedor o conocedor de haikai)… y, al parecer, ‘kigo’ (o “palabra almohada”) cuyo término además se había confundido erróneamente con el de “kerenji”, incluso el uso de léxicos que señalan lo estacional simplemente se calificó como un clisé, como una fórmula costumbrista y monótona, que en lugar de inventar, se repetían las frases o palabras como fórmulas. Para Occidente hispánico, tal vez fue uno de los principales motivos por lo que al uso del kigo no se le encontró relevancia y pronto se le prejuició y, sobre todo, se le abandonó; por lo que no se reparó en que la palabra o frase kigo respondiera en gran medida al registro y conservación milenaria de los sucesos naturales ya observados y experimentados (y que vienen desde China y que han pasado en algún momento a Japón) y que el mismo lenguaje los había y ha resguardado nominal y memorísticamente con base en el arte de la escritura (kanji), de aquí la pervivencia y persistencia de extendidos léxicos en enormes almanaques. De hecho y como se sabe, no se pueden explicar muchas manifestaciones culturales en la actividad del Japón sin relación con las estaciones temporales, claro está que sin las épocas estacionarias tampoco se podría comprender la poesía ni el arte, tales como los casos del tanka, haikai y haiga.

 

Sin el eje kigo se produjeron nuestros primeros textos. Por eso, se menciona que sólo se han realizado haikai con base en el influjo o intención haikista. Entre la gama de obras en español, no hay indicios o registros claros que enseñen que haya habido casos específicos en su designio o función como kigo, pues no hay exposición ni de hacedor ni de alguno de los críticos o estudiosos del haikai que hablen del caso. Quizá, lo que podemos encontrar son coincidencias en la usanza de alguna palabra o frase nipona, que bien pudiera tener uso de kigo en Oriente (“flor de cerezo”, “sol brillante”, “aire cálido”, “hojas secas”, …), pero no por eso al emplearlos en español realmente tuvieran la función de kigo. En todo caso, en la producción del haikai en español sólo se utilizó como producto o adaptación japonés que llegó por las diferentes traducciones y lecturas, pero no por la práctica técnica consciente.

 

Así, por lo menos de 1919 a 1967, se hizo caso omiso a esos conceptos. Todo se redujo a señalar el origen (japonés), las nominaciones “hiakai”, “hokku”, “haijin” y la supuesta métrica (vv 5, 7, 5 ss), agregando a esto rimas al final de verso y haciendo uso excesivo de la expresión connotativa. (Hoy, jóvenes que quieren iniciarse en el conocimiento y producción del haikai, tal cual lo repiten)

 

Al seguir a Reginald Horace Blyth (1898-1964), Octavio Paz (1914-98) introdujo el uso del concepto ‘haiku’ entre las letras hispánicas (en Nueva York (1945), al leer el ensayo “La estela de José Juan Tablada” en memoria por el recién fallecimiento de dicho poeta. Ahí mismo, interpretó textos de Bashoo y otros desde una lectura zen, así como encontrando supuestos contenidos filosóficos. Sin embargo, tampoco comentó a partir de los elementos técnicos y culturales con los que el haikai naturista denotativo se sostiene, como es el caso de la práctica del kigo. La intriga es ¿por qué la parte técnica la repitió tal cual, como la mayoría de sus predecesores, por qué todo lo centró a la interpretación, por qué no dio razones y referencias por el cambio conceptual? Con esta perspectiva, los lectores nos preguntamos ¿el haikai se interpreta o sólo se describe al comentarlo?

 

Más adelante tenemos que Fernando Rodríguez-Izquierdo ayudó mucho para comenzar a definir con algo de precisión los conceptos y funciones en el haikai japonés (El haiku japonés, historia y traducción, evolución y triunfo del haikai, breve poema sensitivo: España: Guadarrama, 1972). Los conceptos que mostró son ‘hokku’, ‘haikai’, ‘haiku’, ‘kireji’, ‘kire’, ‘kigo’. Por un lapso prolongado, no se abordó de forma profunda en torno al uso del kigo, tampoco de la existencia de los almanaques, saijikis y kiyoses, ni aparecieron como elementos a entender y seguir para la realización de tankas y haikai. Aunque con la propuesta de dicho español, se había ampliado el panorama, se mostraba un estudio fundamentado, se abría la perspectiva hacia entender el haikai japonés y de alguna manera realizar así el escrito en español.

 

Es necesario tener en cuenta que en la producción en habla hispánica muchos siguieron el modelo de Tablada, otros se ajustaron rápido a la perspectiva de Rodríguez-Izquierdo, otros oscilaron entre estos dos modelos y, todavía más, otros optaron por la microficcionalidad o combinaciones entre los géneros hispánicos breves. El asunto del kigo seguía ajeno. (Aquí hablamos entre 1970 y hacia el 2000)

 

Ahora bien, el conocimiento en Occidente sobre el kigo nipón comienza de alguna manera con el libro Five Hundred Essential Japanese Season Words (Las quinientas palabras de la temporada japonesa) (EU, 1986), cuya selección y revisión fue hecha por Kenkichi Yamamoto (Japón: 1907-88). El antecedente a esta obra viene de la efervescencia que en Japón se había dado en los años 30, pues se habían publicado tanto la edición de Masaoka Shiki (Japón: 1867-1902): Kiyose (1930), como la de Kyoshi Takahama (1874-1959): A New Saijiki (1934). No obstante, y previo a estos mencionados, existen otros más antiguos: Manantiales de la montaña (Yama no i) (1647) y El Saijiki japonés (Libro de las estaciones) (1688) de Ekiken Kaibara y Yoshifuru Kaibara. Aunque, con los trabajos críticos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX de Shiki y Kyoshi, el interés por desentrañar almanaques de vida (donde había y hay cientos de kigos) comenzaba una etapa autónoma por su conocimiento.

 

A Kenkichi, debemos los comienzos de un nuevo interés por los términos de la poesía breve nipona, en este caso, en específico, por el ‘kigo’. Claro que la iniciativa comenzó entre los sajones y pasó al hispánico todavía más tardíamente, pero como sea llegó. Es decir, de dicha obra, a partir del 2000 se hizo una edición web y, en el trascurso del tiempo, no sólo ésta se presenta en inglés sino además hay traductor a otras lenguas donde incluye al español y, quizá, ahora (2021) falte en las originarias como el náhuatl, ch´ol, mee’phaa, quechua… Gracias a este proyecto en línea, han surgido poco a poco otros. Se puede incluir la “Lista de kigo japonés” o “Kigo. Wikipedia”, que ayuda mucho a quienes apenas están iniciándose sobre el tema; ya que, es confiable porque los kigos son transcripciones traducidas directamente del material en inglés proveniente del japonés que se ha ido difundiendo. En seguida se suman las aportaciones web de los proyectos siguientes: el “Saijiki japonés” de la Universidad de Virginia, que proporciona un poco más de datos y referencias serias y claras, lo cual ayuda a entender una parte importante y fundamental del camino del haikai o haiku clásico y del tanka; el “Sites.google.com. Kiyose. Colección de palabras de temporada en Japón” (Archivos temporales, de Shiki Kukai) (2003); el “Kiyose (Guía de Season World”, de William J. Higginson) (2005) y el “World Kigo Top. Base de datos mundial de kigo.blogspot” (2005).

 

En Latinoamérica, tenemos que poco después de que apareció Las quinientas palabras de la temporada japonesa, en Brasil se editó el de Hidekazu Masuda Goga y Teruko Oda: Natureza-berço do Haikai. Kigología e Antología (1988). Sólo en este país se avanzó entre los escritores por la existencia y uso del kigo. Lo extraño es que dicho saijiki no tuvo una repercusión hacia Hispanoamérica, por el contrario, se desconoció su existencia, prácticamente no hay influencia alguna.

 

No obstante, es hasta el 2013 cuando aparece el primer saijiki impreso en español. Se lo debemos a las investigadoras Seiko Ota y Elena Gallegos: Kigo. La palabra de estación en el haiku… (Madrid: Hiperión). Así, entre la versión web de Las quinientas palabras… y este último mencionado es como se conoce más ampliamente o por lo menos comienza a usarse y adaptarse el kigo de orientación nipona, lo cual está modificando notoriamente la producción en español. Y muy recientemente, desde México está en construcción el “Haikukigo.com” (2019), el cual promete un gran avance en contenidos como en facilidad para consultarlo.

 

Entre los encabalgados siglos XX y XXI, en España Vicente Haya estimula mediante su descripción en torno al “haikai clásico” o “haiku clásico” de Bashoo y seguidores la importancia de la función del kigo; al cual, lo reivindica, influyendo de manera notable en todo el orbe hispánico. Esto agranda la demanda por conocer los kigos japoneses.

 

Por consiguiente, aquí no proporcionaremos ninguna definición sobre el kigo, apelamos a la búsqueda e investigación del lector. Ni el de aclarar el cambio de calendario lunar por el gregoriano, que a nuestro juicio el primero es más preciso. Lo que queremos entonces es que se esclarezca todo lo anterior mencionado y acercarlos al orden de los aspectos en torno al kigo a través de la invitación de la consulta y revisión web de Las quinientas palabras… y demás sitios, lo cual, para aclarar cinco puntos esenciales:

 

1.- Entender por sí mimos qué es kigo a partir de un kiyose o saijiki y cuál es su valía.

2.- En términos generales, entender qué kigo hace referencia a alguno de los cuatro momentos estacionales, así como el referido al del inicio del año. (Y de ser posible, retener esos datos en la memoria, pues ayudarán mucho al leer tankas y haikais japoneses antiguos, así como identificar hoy cómo los están usando algunos autores)

3.- Notar las categorías y subcategorías.

4.- Identificar la importancia de elementos sustanciales y permanentes (lexicalizados) y determinar una parte del registro y gama de la naturaleza dentro de los elementos globales de conocimiento que se han culturalizado y obtenido con base en la observación de siglos en los márgenes principalmente de la región tokiota y, tras la era Meiji, extendido en todo Japón y, de aquí, a casi todo Occidente.

5.- Entender que conocer la naturaleza es principio de conocimiento. Entender las interrelaciones es principio de sabiduría. Entender y experimentar (vivir) como ente natural y de la naturaleza es principio de trascendencia. En conjunto, experimentarlo sin tu “yo” a través de la observación y sentidos se te revelará algo, algo que sólo podrás experimentarlo tú, y explicarlo no te será sencillo, si acaso, te llevará a la realización del haikai. (Esto va acompañado de principios taoístas, que por el momento y por el espacio no abordaremos, no obstante, tiene que ver con conductas éticas) (Además cabe señalar que esto no responde a ejercicios abstractos o mentales o de pensamientos, no es literatura occidental ni tiene nada que ver con ello, y esto es lo primero que hay que dejar atrás y quitar, para acercarse a estas expresiones naturales en relación con la naturaleza)

 

Así, nuestro interés ahora es seguir difundiendo en torno al concepto ‘Kigo’, con la intención de acercar a aquellos quienes tienen desconocimiento o confusión sobre él. Asimismo, a quienes ya tienen referencias sobre el tema, quizá quieran ampliar y mejorar comentarios y datos críticos, importantes para iluminar mejor el camino hacia el haikai o haiku clásico.

 

Dicho lo anterior, los invito a que consulten los soportes que se han citado. Ahí, en esas páginas, no sólo hay un amplio corpus de léxico, sino hay un conjunto de nominaciones correspondientes a seres y cosas reales, cuyas actividades parecieran reiterativas para cada momento estacional de cada ciclo. Tengan paciencia sobre el diseño con el que se presentan, sin embargo, aportan la información. Esperamos que ayude a encaminar, pero sobre todo a enmendar o evitar equivocadas concepciones. (Y quizá también podamos consensar en Iberoamérica sobre estos asuntos, pues todavía ronda la desorientación sobre el tema) Incluso entender y responder por qué a nuestra centuria de “producción de haikai”, algunos especialistas señalan que no se ha hecho “haikai clásico” en español. En nuestro caso, afirmamos que apenas se han hecho poemas con intensión haikista, sin embargo, hoy va creciendo día a días el interés por el “clásico” y, con ello, mostrándose un nuevo tono y espíritu en el escrito en español.

 

Ángel Acosta Blanco (Xochimilco, CDMX) (https://orcid.org/0000-0002-8461-6536): Poeta y ensayista. Lingüista Hispánico por la UNAM. Capacitador en Comunicación Escrita para el IPN. Tallerista en el Instituto de la Juventud de la CDMX. Así como promotor e investigador literario independiente.


(Taller Igitur / 27-4-2021)

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