jueves

JORGE PALMA - SELECCIÓN DE POEMAS PARA “LA FRAGANCIA DE LAS OLIVAS”

 

 

EL PERSEGUIDO

(piensa el desterrado)

  

He sufrido mucho: del frío, de mis huesos

y articulaciones, de dolores que no siempre

vienen del cuerpo material

sino de algo intangible y vulnerable

que algunos llaman alma.

¿Pero acaso he sufrido más que mis hermanos

en Mazada?

 

He sido silenciado, apagado, cubierto

con un velo de humo negro, como

silencian a un pájaro en su jaula

durante el día, para que no cante.

Pero nunca más que Ovidio, con su

boca cosida y a la intemperie.

 

No tengo nada.

No tengo nada.

He visto morir a un niño

mientras jugaba

en la puerta de su casa.

No tengo casa.

No tengo nada.

He visto como un coche escuela

quería imitar el vuelo

de los pájaros, volando

por el aire envuelto en llamas.

Entonces tengo todo.

 

He sido silenciado.

He sido golpeado.

He sido sepultado vivo.

Apedreado

con mis propias piedras,

expulsado

de mi propio cielo

y perdonado

sin haber hecho nada

y calumniado

en medio de la calumnia.

 

He sufrido del frío

igual que los ángeles

en la tierra.

He sufrido por tener alas

y por no tenerlas.

Y eso que en mi casa

cuando la tenía

había herraduras

sobre las ventanas y la puerta

y tréboles de cuatro hojas

y pañuelos

con la forma de mi patria.

 

No tengo caballo.

No tengo caballo.

Pero estoy vivo

y puedo todavía contarlo.

 

La noche no es igual

para todos

y el cielo es el mismo.

 

He envejecido

más de la cuenta,

más que los otros peces

de este río.

 

No tengo caballo.

No tengo caballo.

Pero estoy vivo

y puedo contarlo.

 

Y mientras pueda hacerlo,

todos sabrán

que hemos sido golpeados

que hemos sido silenciados

que hemos sido sepultados

en vida

apedreados

con nuestras propias piedras

expulsados

de nuestro propio cielo

y perdonados

sin haber hecho nada

y calumniados

en medio de la calumnia

y que no fueron suficientes

las herraduras

sobre las ventanas y las puertas

ni los tréboles de cuatro hojas

en las casas

cuando había casa

y pañuelos

con la forma de la patria

cuando había cielo.

 

 

SÓLO SON TRUENOS

      (recuerda Hassin)

  

La vida nada tiene que ver con eso.

Te dirán, sin mirar más allá de sus manos,

que no vale la apena, si al fin, y para qué…

 

Mi madre, que era analfabeta

ponía su cuerpo junto a las ventanas

y cantaba tan alto como le diera la voz,

para tapar el sonido de las bombas

cayendo en el huerto.

 

Mi madre no mentía. Sólo lo hacía

para que durmiéramos sin temor.

 

Cuando temblaba el cielo

y se sacudían los olivos y las cobijas,

ella sólo decía:

“Son truenos, mi niño, sólo eso”.

 

Pero la vida,

la vida no tiene nada que ver.

  

ANTES QUE LLEGARAN LOS BÁRBAROS

 

Un rato, sólo un rato…

Cuéntame, madre, cómo era el cielo

cuando había cielo.

Cómo era la tierra

cuando había una patria,

una bandera, un huerto.

Y tú llorabas de felicidad

cuando el abuelo volvía del desierto.

 

Un rato, sólo un rato, madre…

Cuéntame cómo era el abuelo,

cómo hacía para doblar

el cielo como un pañuelo,

cómo hacía, dime, para que

lo siguieran las estrellas.

 

Cuéntame, madre, cómo era el mundo,

antes que llegaran los bárbaros.

  

DICEN TUS CARTAS

 

Soñaste que hacían ataúdes

con los troncos mutilados

de los olivos.

 

Soñaste que los ahuecaban

con un hacha

una mano de hierro

un edicto

pegado en los muros del silencio.

 

Soñaste que volabas

por encima del miedo.

 

Soñaste que abrías

la puerta de tu casa

y anunciabas

colgándote la llave al cuello:

“Madre, voy a contar

la historia del llanto”.

  

TE ESCRIBO AL BORDE DE LA LLUVIA

 

Te escribo al borde de la lluvia

contando los minutos en un viejo relicario.

 

“Dame discernimiento, Señor, dame sabiduría,

para que en esta hora, los fuertes latidos

de mi corazón, no alerten al despiadado centinela”.

 

Que mi corazón desbocado no corte mis días

en esta tierra acosada por la ambición y el odio.

 

Que mis ojos vean pronto un cielo nuevo

una nueva tierra,

y que mi pulso no fallezca hasta tanto

no termine de escribir

lo que tu voz segura me dicta

en esta noche oscura.

 

Dame, Señor, lo que puedan mis labios beber

sin modificar palabra o sentido,

y que mis manos desplieguen mañana

las páginas limpias de un nuevo amanecer.

 

Dame, Señor, la fuerza que me falta,

el aliento que he perdido.

No dejes que mis pasos

se hundan en la niebla.

 

Recuérdame a cada minuto

que soy el barro que amasaste

para multiplicarse en una tierra fértil

llena de voces y latidos.

  

Jorge Palma

(Montevideo. Uruguay, 1961)

Poeta, narrador, periodista y divulgador. Ha publicado seis libros de poesía. Entre el viento y la sombra, 1989. El Olvido, 1990. La Vía láctea, 2006. Diarios del cielo, 2006. Lugar de las utopías, 2007. La voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas, 2018. Narrativa: Paraísos artificiales, 1990 (cuentos). Su poesía ha sido publicada en varias revistas latinoamericanas y de otros países del mundo. Letralia (Venezuela). UNAM (Mexico). Akzente (Alemania). Wasafiri (Inglaterra). Actualmente es coordinador para Uruguay de la revista Caravansary (Colombia). Su poesía esta traducida al inglés, francés, italiano, árabe, rumano, macedonio, húngaro, griego y alemán. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía como los de La Habana (Cuba). Struga Poetry Evenings (Macedonia). Granada (Nicaragua). Africa Poetry (Durban/Sudafrica). Trois-Rivieres (Canada).

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