domingo

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (10)

 ESTRUCTURA (1)

 

Estas letras están divididas en partes o estrofas entre las cuales se distribuye el asunto. No hay que olvidar que tales divisiones están íntimamente ligadas al texto musical y que, si bien en muchos casos éste se escribe para determinada letra, en otros, la música es previa y, por lo tanto, la letra debe adaptarse a ella.

 

A pesar de eso y a pesar de las diferencias en cuanto a número, orden, métrica, extensión o funciones de dichas partes, ellas obedecen bastante fielmente a ciertas normas no escritas, a ciertas convenciones tácitas. En la etapa de madurez del tango se fijan esas normas más o menos elásticas, más o menos imperativas, que músicos y letristas tienen en cuenta y que en alguna medida restan importancia al problema de la precedencia en lo que se refiere a la medida.

 

Como es sabido, en los primeros tiempos las letras se hicieron después, sobre músicas ya popularizadas. Pasó eso con Mi noche triste, con El llorón, con muchos tangos de los más viejos que, incluso, sobrellevaron a veces más de una letra: con la música de Argañaraz se cantaron El canillita y Aquellas farras; 9 de julio tuvo versos de Pascual Contursi además de los de Lito Bayardo.

 

La inspiración más rica, o más generosa, la falta quizá de un límite como el que pronto puso y fue estrechando el disco, produjeron piezas de tres partes -El choclo, Adelita, Ivette, El cuzquito, Mía-, partes que podían repetirse por su orden, aunque era corriente la vuelta al final de sólo la primera o de primera y segunda. También se tocaban dos veces primera y segunda partes cerrando con la tercera.

 

En la década que va del 20 al 30 se fija una forma más económica y concisa que musicalmente sigue el esquema ABA; tres partes, pues, de las que primera y tercera son iguales. Para los versos la norma es otra: se distribuyen en tres estrofas cantadas sobre dichas tres partes, pero con la diferencia de que la primera estrofa no es repetición de la primera, sino un texto nuevo, continuación y a veces remate de las anteriores. De modo que al esquema musical ABA corresponde en la letra uno no simétrico: ABC. En muy raros casos falta esa tercera estrofa -Soy un arlequín, P’al cambalache, al menos en la versión de Gardel-. En cambio, es muy corriente, es la regla general, que la segunda estrofa se repita y, por lo tanto, tengamos cuatro partes ABAB en la música, y cuatro, ABCB, en la letra; esquema a que obedece la gran mayoría de los tangos.

 

Es una fórmula equilibrada, que seguramente ha forzado una de las mejores virtudes de estas letras: su capacidad de síntesis. En caso de necesidad, el autor cuenta con una estrofa más con sólo cambiar los versos de la segunda, en vez de repetirlos. Es frecuente por eso encontrarse con cuatro estrofas diferentes, ABCD; por ejemplo, en Entrá, nomás.

 

Aunque ello sea excepcional, puede haber más de cuatro, ya no porque la música tenga más partes, sino porque la anécdota se extiende; es el caso de Talán, talán, donde la música repite AB AB AB y la letra no tiene repeticiones llenando -ABCDEF- seis estrofas diferentes.

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