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LA POESÍA DE MARGARET ATWOOD: UN “CABLE DE ALTO VOLTAJE”

 

por Vanessa Graell

 

Aunque su poesía ha quedado eclipsada por su narrativa y está casi descatalogada en España, la eterna candidata al Nobel publica en inglés un nuevo poemario 'Dearly', 13 años después del último. Hay otra Margaret Atwood, poeta antes que novelista

 

Hay un libro que explica a Margaret Atwood, a la escritora en la que se convertiría. Y no es 'El cuento de la criada', sino un raro objeto de culto prácticamente inencontrable: Double Persephone, la ópera prima que autopublicó en 1961, cuando tenía 19 años. Ella misma pegó las páginas. Aún estudiaba en la universidad y junto a dos colegas editó un breve volumen de siete poemas: 220 copias que vendían a 50 céntimos. Hoy, esos escasos ejemplares pueden alcanzar más de 2.500 euros, como ocurre con el de la librería The Scribe Bookstore de Toronto.

 

En Double Persephone, Atwood hablaba de jardines y de la naturaleza, del amor y de Perséfone. Unos temas que aparecerán una y otra vez en toda su obra, ya sea poética o en prosa. Desde El cuento de la criada (1985) hasta Oryx y Crake (2003), la naturaleza suele adoptar forma de distopía en sus novelas. Y si en 1961 ya escribía desde otra mirada sobre Perséfone, reina de los infiernos, también lo hará con Penélope -que no sólo espera a Ulises- en Penélope y las doce criadas (2005). Atwood también subvertía el mito y la condición de la mujer.

 

Aunque su éxito como escritora ha eclipsado su faceta lírica Margaret Atwood es, ante todo, poeta. "Tengo una teoría que no se puede comprobar... Un novelista y un poeta utilizan zonas diferentes del cerebro: el novelista usa la parte más común, la del discurso social, mientras que el poeta activa algo más parecido a la música", contaba Atwood desde su apartamento en Canadá en la inauguración del Festival Barcelona Poesía, el pasado octubre. Antes de publicar su primera novela, La mujer comestible (1969) Atwood ya había escrito ocho poemarios. Y hoy publica en el mercado anglosajón Dearly (Penguin), el número 17 (sin contar sus tres antologías).

 

"y esto es la poesía: un cable de alto voltaje. / Es como si metieras un tenedor / en un enchufe. Así que no pienses que se trata sólo de flores", escribe Atwood en Sor Juana en el jardín, uno de los poemas en los que reflexiona sobre la poesía y el significado de ser poeta. Su silencio poético se remonta a ese Sor Juana..', recogido en La puerta (2007), uno de sus pocos poemarios traducidos en España y publicado por Bruguera, la editorial de Ana Maria Moix. "Aún es mejor poeta" que novelista, solía repetir Moix cuando Atwood recibió el Príncipe de Asturias en 2008. Decidida a dar a conocer su poesía, ese mismo año Moix también rescató -junto a la traductora y especialista Pilar Somacarrera- Historias reales, uno de los mejores poemarios de Atwood, publicado en 1981.

 

Las dos ediciones de Bruguera están descatalogadas, como las anteriores Los diarios de Susana Moodie (en Pretextos, 1991) o Luna nueva (en Icaria, 2000). Navona lanzó en 2019 Posturas políticas, un poemario de 1971 que la editorial balear Lleonard Muntaner publicó también en catalán bajo el título Política de poder . En catalán también existe una breve antológica de 2019, L'alè misteríós (Edicions de 1984), pero en castellano su obra permanece prácticamente inédita.

 

¿Y cómo es la poesía de Atwood? Fácil y sorprendentemente divertida, de una extrema lucidez e inteligencia, a veces incluso violenta. "Fácil" en un sentido no críptico: en sus composiciones ella misma ironiza sobre los poetas dolientes, aquellos de los que no se entiende una línea. Y aunque construye paisajes de gran belleza, en su escritura poética hay cierta renuncia al lirismo bucólico. Atwood no tiene reparos en deslizar huevos con beicon, los inviernos de hockey o las chaquetas de Gore-Tex en sus versos. No es que haga eterno lo trivial, ni que sublime lo cotidiano.

 

¿Sus poemas explican su narrativa? ¿Hay claves de lectura para sus novelas? Sí y no. Los temas y la ironía son claramente atwoodianos. E incluso cuenta historias, sólo que más íntimas, fugaces. Pero si hubiese firmado los poemas con pseudónimo nadie sabría reconocerla en ellos, así se lo aseguraba a Joyce Carol Oates en 1985, en una entrevista mítica en el New York Times: un tête à tête entre las dos grandes escritoras de Canadá y de Estados Unidos (ambas suenan cada año como candidatas a un Nobel que no les llega).

 

A sus 80 años, Atwood sigue jugando con las palabras y los versos libres: en Dearly vuelve a escribir sobre la ausencia, la melancolía, el paso de los años, la naturaleza devastada y... sirenas, hombres lobo, zombis y aliens. Ella tiene su propia imaginería. Y siempre es de alto voltaje.


(EL MUNDO / 10-11-2020)

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