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ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (51) - HÉCTOR GARBARINO

 

 

 1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996

 1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

  

VI. AUTISMO

 

ESPACIO Y TIEMPO EN EL AUTISMO (1)

 

HÉCTOR GARBARINO

 

El autismo es la patología que más justifica la inclusión de la realidad cósmica en la metapsicología psicoanalítica, puesto que los autistas son seres cósmicos antes que seres humanos.

 

Ellos prueban que nacieron como seres cósmicos, y por la conjunción de factores constitucionales y deficiencias del investimento materno no han podido ingresar en el mundo humano lo han hecho de una manera muy precaria.

 

Se hallan, por consiguiente, instalados en otros espacios, otro tiempo y otro narcisismo que el correspondiente a los seres humanos, no habiendo podido constituir un aparato psíquico.

 

Presentan un psiquismo detenido en el estado del yo-Ser, viviendo, por lo tanto, en un espacio imaginario bidimensional recorrido por el narcisismo del Ser y en un tiempo circular. Del mismo modo, su cuerpo es abierto, no poseyendo un cuerpo humano organizado y limitado por la piel, a consecuencia del déficit importante de su mecanismo yoico.

 

La deficiencia del esquema corporal y la falta del eje yoico determina que caminen torpemente, a veces con movimiento de balanceo, o en forma desarticulada y amorfa.

 

Este cuerpo abierto y bidimensional se extiende sin solución de continuidad con elementos de la naturaleza variables en los diferentes autistas, como el agua, el aire, la espiral, el círculo, los movimientos rítmicos, y otros.

 

Consideramos estas extensiones del cuerpo sin límites del autista como verdaderas identificaciones primarias con elementos cósmicos, que sustituyen a las identificaciones primarias con la madre que no han podido realizarse de un modo adecuado.

 

Estas identificaciones libidinales procuran cierto orden a la falta del orden humano, sirviéndoles, por consiguiente, para aminorar el caos en que los sume su cuerpo y psiquismo desintegrados.

 

Esta continuidad del cuerpo y el mundo externo es la obra del narcisismo del Ser, cuya energía se extiende sin límites hacia el Cosmos.

 

El agua es uno de los elementos de la naturaleza con el que más frecuencia se continúan, no sólo por ser al agua el elemento que nos rodea durante los nueve meses de embarazo, sino más especialmente por provenir la vida del agua de los océanos y a ella desean retornar. Así como buscan sumergirse en el agua, o inclinan su rostro hasta la superficie del agua, de modo que la superficie del cuerpo humano se continúe con la superficie del agua, en una unión indiscriminada.

 

Voy a mencionar algunos otros ejemplos a los cuales ya nos hemos referido en trabajos anteriores. Una niña autista que está llorando, dice “llueve”.

 

Vemos aquí cómo el déficit yoico determina que el centro no sea la niña sino el cosmos, la lluvia no es el llanto humano, sino a la inversa, el llanto es la lluvia. La niña se siente una emanación del cosmos, en lugar de investir ella al cosmos por medio del narcisismo yoico, son las excitaciones provenientes del cosmos las que invisten a la niña.

 

Los autistas suelen girar en forma continuada describiendo órbitas por lo común alrededor de una mesa o del terapeuta, a la manera de los planetas girando alrededor del sol.

 

Otra niña autista pedía insistentemente a la terapeuta que fumara hasta que esta interpretó que ella se sentía como las volutas del humo del cigarrillo diluyéndose en el espacio, a lo cual la niña la aplaudió.

 

Estas identificaciones cósmicas constituyen lo que llamamos presentaciones del narcisismo del Ser, es decir, percepciones en las cuales el niño se continúa y lo unen al Todo.

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