1ª edición en formato papel: Eterno Femenino / México / 2020
1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de
Artes / 2020
Ilustración de portada:
Mariano Rodríguez (1912-1990), Cuba.
PRIMERA ENTREGA
PRIMERA SOLAPA
Saúl Ibargoyen
(Montevideo, 1930). Poeta y narrador uruguayo/mexicano. Su obra alcanza más de
70 títulos en poesía, novela, cuento, testimonio, teatro infantil. Es Miembro
correspondiente de la Academia Nacional de Letras, Uruguay. Doctor Honoris
causa por la Universidad de Tijuana-CUT, México y la Universidad “Arnulfo
Romero”, República de El Salvador y Miembro del Centro de Estudios
Latinoamericanos de la Universidad de Sofia, Bulgaria. Traducidos varios de sus
trabajos al francés, inglés, portugués y otras lenguas.
PALABRAS INNECESARIAS
Toda armazón
poética, ya sea tradicional, vanguardista, posvanguardista o simplemente
renovadora, implica para la poesía una contradicción hasta ahora no resuelta:
es decir, cómo tener acceso por parte del poeta, y aun del receptor, a una
simbiosis entre forma y materia artística, entre sustancia y estructura, bajo
la cifra primera de una libertad creativa que no destruya sus componentes, pues
éstos son también esa misma libertad que los congrega y modifica.
O sea, el
haiku como estructura deja de serlo en la medida en que es escrito, pero sólo
al escribirlo el poeta logra un contenido cuya forma es un haiku. O algo así,
como una interacción insoslayable entre autor -o no autor-, escritura y
naturaleza. En las añejas artes poéticas de Asia Oriental hay también otras
expresiones de estructura breve, como el Chüeh
chü en China y el shijo clásico
en Corea. El primero es un cuarteto de versos cortos, cada uno de cinco a siete
caracteres, y el segundo es una composición de tres versos de unas quince
sílabas cada uno. Pese a sus diferencias formales, gráficas y prosódicas, estas
especies comparten valores estéticos, éticos y filosóficos con el haiku. Por
otra parte, y volviendo a lo anterior, todo haiku redactado en otra lengua que
no sea la japonesa, no es en verdad un haiku; sólo en ésta el sonido y la
imagen pueden formar parte, según sugeríamos, en función de la
escritura/pintura misma y de fundamentos religiosos y culturales muy
específicos e irrepetibles, tanto del paisaje contemplado como de los ámbitos
espirituales percibidos por cada haikusista, haikuista o haikusero. El poeta
mexicano José Vicente Anaya lo ha esclarecido en su magnífico trabajo “Breve
destello intenso (el haiku clásico del Japón)”, 1992.
En nuestra
colección de haikus, compuesta con la lentitud que todo lo veloz encierra, y
además apenas releída, se hallan, integrados a ella, los escritos por Mishiko
Hado (uno de los heterónimos de quien firma al calce como el auctor). Haberlos
distinguido significaría violar la ley de Isidore Ducasse: “La poesía debe ser
hecha por todos. No solo por uno.”
UN MIL Y UN HAIKUS
La luna canta
su helada lejanía
de cielo gris.
Noche tras noche
oigo campanas rotas
por tu silencio.
Negras montañas
rodean la solitaria
senda hacia el cielo.
Gira la rueda
como un lento sonido
que vuelve a ti.
La flor de jade
levanta en mi jardín
su piel de luz.
Tus ojos miran
la limpia oscuridad:
tiemblan las sombras.
Miro en tu rostro
el frío de la lluvia.
Las aguas vuelan.
En el otoño
sobre una roca roja
grita este sol.
Llega otro aire
con su ruido de pájaros:
vive el silencio.
Las hierbas crecen:
nada saben del cielo
ni de la tierra.
Crujen los pétalos.
En mitad del jardín
entra una sombra.
Mueren abejas
fallece un colibrí
por qué el vacío.
Palomas saltan
sobre granos y pan
que ya se acaban.
Casas y nubes
calles plazas y parques
hombres y sombras.
Los secos cielos
con sus arrugas de agua
muy junto al sol.
La servilleta
blanca sobre la mesa.
Tu rostro lejos.
Humo en el cielo.
Gorriones en el viento.
Allá tu sombra.
Montaña sola
bajo la verde lluvia.
Huyen los pájaros.
La noche se abre
como una inmensa boca.
Y nadie canta.
Nubes marchitas
se clavan en el cielo.
Todo es silencio.
Nace una flor
con pétalos de sombra.
Tú no la ves.
Llegan los pájaros
con sus plumas de invierno.
Tiembla el silencio.
El árbol crece
desde la tierra fría.
Sus hojas cantan.
Ciudad oscura
entre lenguas de lluvia:
aquí tu ausencia.
Grita un relámpago
en aires de cristal:
nadie lo escucha.
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