PRIMERA ENTREGA
La verdad nunca puede
ser dicha de manera
que sea comprendida
sin ser creída.
WILLIAM BLAKE / “The
marriage of Heaven and Hell, 1790-93”
Cada hombre, entonces,
sin alma, sin hombre, tendrá que ser considerado como simple fuerza
productora, y el mundo será como una descomunal máquina de comer, digerir, y
dar su rendimiento; vida estática dentro de su endiablado dinamismo mecánico,
moviéndose uniformemente y con admirable ajuste, finalidad sin fin de un vivir
sólo para vivir, sin misterio, sin esperanza, sin poesía. Regresión sin
sospecharlo a un estado infracivilizado. Aunque no cuadre a esta sociedad un
arte civilizado, hay que hacerlo. EL HOMBRE no puede ni debe morir. Y el
artista, otra vez, ha de dictar normas de arte de acuerdo a un vivir
equilibrado.
JOAQUÍN TORRES GARCÍA / “Lo
abstracto y lo concreto en el arte, 1947.
Integridad del arte / 1
Cintinúa promoviendo formidables
discusiones el asunto de los frescos de la Diputación.
Nuestra redacción no se
ha librado del contagio y tenemos discusiones fresquistas y anti-fresquistas.
Ya no se discute: se disputa, se grita y se apuestan cenas.
Hay quien asegura que no son
frescos. Y enumera las condiciones que debe reunir una pintura para ser
considerado fresco.
-Le digo a usted que son
frescos.
-Pues yo le juro que no
son frescos.
¿Son frescos o no son
frescos? He aquí el problema.
Hamlet se ha domiciliado
en Barcelona.
Suelto de prensa de un
diario de Barcelona, fines de 1913.
En la prensa (1) de
Barcelona que corresponde a los últimos meses de 1913, se registran al menos 20
notas y 16 sueltos donde se expresan opiniones a favor de los referidos
frescos, y otras 6 notas de dura crítica, que se suman a las 18 cartas de
lector en apoyo a la campaña que se había emprendido en su contra y que tenía
como divisa cubrirlos con una mano de cal y restaurar la dignidad del venerable
Salón San Jorge del Palacio de la Diputación de Cataluña donde se estaban
pintando. Los detractores de los frescos señalaban como sus principales
defectos la pobreza de dibujo, una paleta baja que no aprovechaba “las
innovaciones encontradas en el renacimiento” y la falta de relieve y
profundidad -en una palabra, de naturalismo-. El sentimiento que los frescos
generaban en un influyente sector de la sociedad barcelonesa era que esa
pintura austera -pobre, según sus términos- no contribuía a la construcción de
un imaginario nacional de modernización y pujanza. También se los tildaba de
paganos por su temática grecolatina, entendiendo que la verdadera tradición catalana
era eminentemente cristiana. La campaña en contra de los frescos era
despiadada, y campeaba la ironía y el menosprecio, no solamente por la obra que
se ponía en la picota sino también por su autor.
La única participación pública
del aludido, Joaquín Torres García, es en una entrevista publicada el 24 de
diciembre de ese año, cuando lo peor de la tormenta ya había pasado. Durante
los meses previos una enérgica “contra protesta” había reunido entre artistas y
allegados al arte 150 firmas de apoyo a los murales entre las que se contaban
las de J. Folch i Torres, Miguel Utrillo, Roberto Payró, J. Dalmau, J. Miró, J.
Llorens i Artigas, Joan Mir y J. Sunyer. Asimismo las asociaciones de artistas Cercle
Artistic de Sant Lluc y Les Arts i els Artistes apoyaban la obra de
Torres García, y se habían publicado inflamadas respuestas a las críticas. El
tema se había laudado -provisoriamente- en una sesión de la Diputación Provincial
de Barcelona que había avalado la continuidad del proyecto de decoración mural
del emblemático salón. En la entrevista, Torres García dice no sentirse aludido
por los insultos porque no iban realmente contra él -me desconocen al tratar
de hacer de mí y de mi obra una grosera caricatura-. En lugar de responder
a las críticas, hace una descripción somera de su posición, que responde a una
construcción estética, teórica y filosófica que había desarrollado desde los
primeros años del siglo -el Arte Mediterráneo- y que mantendrá en su
núcleo más profundo para elaborar a partir de 1928 su Arte constructivo y
convertirse en uno de los principales maestros de la pintura del siglo XX.
Uno de los principales
críticos de los frescos, después de tildar su obra de anémica y sin musculatura
le recomienda a Torres que tenga presentes las palabras de Gustave Moreau a sus
discípulos: “Los maestros nos dan el consejo de no hacer un arte pobre. En
todos los tiempos han introducido en sus cuadros lo que consideraban más rico,
más brillante, más raro y más extraño (…) vean esas coronas, esas joyas, esos
bordados en los mantos, esos tronos cincelados (…) creo que el mobiliario
suntuoso y los accesorios de precio incalculable que se combinan en las obras
maestras del pasado, refuerzan la línea del tema abstracto.”
En tanto, Torres en la
entrevista dice que… yo no reconozco otros padres ni otros maestros que los
griegos, y esta tierra en que vivimos con la gente que trabaja en ella. Ni para
nuestro arte admito otra tradición (2) ni otros precursores del
movimiento actual. Frecuentemente se confunden lo académico y lo clásico. Esto
proviene de que los académicos han imitado a los clásicos. Pero al hacerlo no
han vuelto a lo vivo, a la realidad que es fuente de toda inspiración. Entre
unos y otros ha de haber forzosamente la diferencia que va de lo vivo a lo
muerto. (…) la pintura mural -o decorativa- por ir asociada a la arquitectura
tiene un carácter muy particular; en primer lugar exige la estilización. Y
también exige en cuanto a los temas, porque debe ir con frecuencia a sitios
públicos de significación, y porque la arquitectura que lo acompaña ha de
llevarla a expresar la idea de algo que ha de resistir a los siglos, algo que
responde a esta idea de tiempo, es decir, algo de universal, de humano y
eterno. Yo encuentro en la pintura decorativa el punto de partida para cosas
muy grandes. Además, la arquitectura le exige un procedimiento que armonice con
ella y cierta sobriedad, cierta severidad sin las cuales la pintura sería una
estridencia, como vemos por desgracia frecuentemente (…) No quiero que nadie
vea en mis frescos la representación concreta de nada. Hay quien ha visto en
mis frescos las cuatro provincias catalanas. ¡Quizás sí! Pero yo no me he
preocupado de ello; las cuatro doncellas representan cuatro modalidades del
alma catalana, pero conste que podría haber pintado dos o haber pintado veinte (3).
Notas
(1) La relativa al tema
que se encuentra en el Archivo del Museo Torres García.
(2) Se refiere a la tradición
mediterránea o grecolatina. N. del A.
(3) Nota publicada en El
Día Gráfico. Miércoles 24 de diciembre de 1913.
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