El actor relata en una entrevista en 'The New York Times' lo difícil que
le fue superar la presión mediática en los años noventa, cómo la evitó mediante
las drogas y las dificultades de rodar algunas de sus cintas de juventud
En los años
noventa, Brad Pitt era un hombre en la cúspide de
su éxito. Querido, alabado, premiado y aplaudido, parecía resucitar la imagen
del galán de Hollywood clásico. Un hombre alto, rubio, de ojos claros y proporciones
casi perfectas. Solo que su vida no lo era tanto. Como el propio actor ha
contado en una entrevista con The New York Times, esos años de fama fueron complicados
para él.
El alcohol formó
parte de la vida del actor durante mucho tiempo. Él mismo confesaba
recientemente, en una charla con el también intérprete
Anthony Hopkins en la revista estadounidense Interview, que veía la bebida "como una vía
de escape". De hecho, fue uno de los problemas que le llevaron a su separación de la actriz Angelina
Jolie, en 2016.
Pero no sólo del
alcohol se alimentan sus adicciones. Cómo él mismo cuenta, la marihuana también
fue uno de sus clásicos. "Ha habido momentos en los que he visto fotos de
mí mismo de hace años y he dicho: 'Ese chaval tiene buena pinta'. Pero en
realidad no me sentía tan bien por dentro. Me pasé la mayor parte de los
noventa escondiéndome y fumando hierba".
Según explica, su
afición por esa droga llegó porque no se sentía del todo a gusto con la fama y
eso le suponía una vía de escape. "Me sentía incómodo con toda esa
atención. Llegué a un punto en el que estaba encarcelándome a mí mismo. Ahora
salgo a la calle y vivo mi vida y, en general, la gente es bastante maja",
explica en el diario estadounidense.
Además, Pitt
desgrana algunos de los aciertos y errores de su carrera. Por ejemplo, cuenta
su experiencia en la película Doce monos (1995):
"Bordé la primera parte. La segunda la hice completamente mal",
reflexiona. O de cómo, después de rodar Thelma & Louise (1991),
sólo le ofrecían papeles de autoestopista o de protagonista romántico. "En
los noventa había solo un tipo de personaje concreto para mí. Me sentía
limitado".
Para él Troya, la película de Warner Bros de 2004 dirigida
por Wolfgang Petersen, fue un punto de
inflexión en su carrera. Confiesa que se sintió "decepcionado".
"Tuve que hacer Troya —supongo que ahora ya se puede contar— porque
rechacé hacer otra película y tenía que hacer algo para el estudio. Fue
doloroso, pero me di cuenta de que la forma en la que las cosas se contaban en
esa película no era como debería ser. Yo también cometí mis propios errores en
ella. No podía salir del centro del plano. Eso me estaba volviendo loco. Me
había convertido en un niño mimado por David Fincher [director de El club de la lucha]. Allí no había ni rastro de Wolfgang Petersen [...]. Así que tomé la decisión de invertir mi
tiempo solo en historias de calidad. Fue algo que se notó en mi carrera la
siguiente década".
Otra de las
cuestiones de las que habla el intérprete de Seven o
de la reciente Érase una vez en
Hollywood, de Quentin Tarantino —por la que podría obtener una nominación para
los Oscar el próximo 13 de enero—, es sobre lo que se dice o escribe sobre él y
cómo le afecta en su vida. Asegura que dejó de leer "todo tipo de prensa
sobre 2004". "No sólo reseñas [de películas]. Quiero decir: cualquier
revista en una sala de espera. Muchas de ellas dan tumbos", asegura. "No
me desvío del camino para evitarlo [leer esas informaciones], simplemente no lo
busco. No sé con cuántas mujeres habrán dicho que he salido durante los últimos
dos o tres años, pero nada es verdad", reflexiona sobre los romances que se le han atribuido
con actrices y modelos como Marion Cotillard, Charlize Theron, Kate Hudson,
Ellen Macpherson, Sienna Miller e, incluso, Jennifer Aniston, su esposa durante
cinco años y con quien se dijo que había retomado su
relación.
A sus 55 años, Pitt
usa una anécdota para reflejar su relación con la prensa. "Cuando arrancó
mi carrera, salí en el periódico USA Today. Estaba
encantado conmigo mismo. Dos días después de que saliera, fui a casa de un
amigo. Miré al suelo de la cocina y ahí estaba el arenero del gato, y mi
artículo del USA Today con una mierda de
gato encima. Creo que lo define bastante bien".
(EL PAÍS / Madrid / 13-12-2019)
(EL PAÍS / Madrid / 13-12-2019)
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