¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más
profundo centro;
pues ya no eres equiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este
dulce encuentro!
DECLARACIÓN (18)
Resumiendo,
pues, ahora toda la canción, es como si dijera: ¡Oh llama del Espíritu Santo,
que tan íntima y tiernamente traspasas la sustancia de mi alma y la cauterizas
con tu glorioso atdor!, pues ya estás tan amigable que te muestras con ganas de
dárteme en vida eterna, si antes mis peticiones no llegaban a tus oídos, cuando
con ansias y fatigas de amor, en que penaba mi sentido y espíritu por la mucha
flaqueza e impureza mía y poca fortaleza de amor que tenía, te rogaba me desatases
y llevases contigo, porque con deseo te deseaba mi alma, porque el amor
impaciente no me dejaba conformar tanto con esta condición de vida que tú
querías que aun viviese, y si los pasados ímpetus de amor no eran bastantes,
porque no eran de tanta calidad para alcanzarlo, ahora que estoy tan fortalecida
en amor, que no sólo no desfallece mi sentido y espíritu en ti, mas antes,
fortalecidos de ti, mi corazón y mi carne se gozan en Dios vivo (Ps.
16,2), que es cuando los ruegos precias y oyes, rompe la tela delgada de esta
vida y no la dejes llegar a que la edad y años naturalmente la corten, para que
te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma, sin
término ni fin.
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