lunes

LA PATRIA Y LA TUMBA (4) - RICARDO AROCENA


crónica ficcionada del golpe de estado y de la Huelga General

José y Cristina logran eludir el interrogatorio de la patrulla militar e inmediatamente retornan a su hogar provisorio. Seguramente los operativos de control y vigilancia van a aumentar ni bien caiga el día y no pueden exponerse demasiado, como militantes comunistas mucho tienen que organizar, él en el sindicato metalúrgico y ella en la Facultad. En la pensión para estudiantes residentes del interior otros como ellos están en la misma situación. La militancia recorre Montevideo y el resto de las ciudades, el alerta es llevado a las fábricas, a las facultades, a las cooperativas, a los clubes sociales, a las comisiones vecinales, a los locales políticos, en particular frenteamplistas. Y en cada lugar comienzan a tomarse medidas, hay que abastecerse de material de propaganda y agitación, conseguir lugares de reunión y por sobre todo procurar que nadie quede sin formar parte de la reacción popular. ¿Pero cuál será esta? Cristina, agotada por el ajetreo y los nervios se derrumba sobre la cama. José la mira, está espléndida con la pollera tableada y el largo pelo húmedo que le envuelve la cara. Ella se reconforta con su mirada. Y le hace un gesto con las cejas, como diciendo: ¿Y ahora qué? 

José se pone serio y le contesta: -Lo estuve conversando en la fábrica con el resto, la resolución de la C.N.T. es clara y ha sido ratificada por varios Congresos: en caso de golpe de estado, ocupación de los lugares de trabajo y huelga general. Desde hace años el sindicato viene practicando la forma de llegar a la totalidad de las empresas del gremio ante una eventualidad como ésta, en un plazo que no puede superar las dos horas, los mecanismos organizativos y de información están aceitados como para poder hacerlo.

***

A Bordaberry los acontecimientos lo tienen desbordado. Luego de un día por demás agitado deberá afrontar una noche larga y plagada de definiciones. Son las O horas y el Senado intenta reunirse, pero por el momento no hay quórum, recién lo consigue 25 minutos más tarde. Los rumores han dejado de ser rumores y los legisladores ahora tienen la certeza de que participan en la que será, quién sabe por cuanto tiempo, la última sesión de la Cámara Alta. El Parlamento está por ser disuelto y se suceden las intervenciones condenatorias. Es un momento de inflexión de la historia, que luego del momentáneo paréntesis, recomienza su andar. No es fácil adivinar su destino, pero tanto en el Palacio de mármol como entre el común de la gente, nadie ignora que el ritual de sangre será su motor.  Con su reconocida firmeza oratoria lo denuncia el senador frenteamplista Enrique Rodríguez: "Después de esta jornada aciaga, en la dura lucha, en las confrontaciones, en la sangre que seguramente verterán los que han llevado al país a esta encrucijada... más allá de todo esto, surgirá un pueblo que como aquí se ha dicho, no ha nacido para ser esclavo. Y, en el centro de ese pueblo -que nadie lo dude, que nadie tenga un asomo de duda- estarán las fuerzas que componen el núcleo político que nosotros representamos". Inicia para el país una pendiente hacia lo ignoto, hacia lo presumible pero todavía no cuantificable ni cualificable, la pregunta para muchos es ¿cuál será la dimensión y la duración de lo que vendrá? En definitiva será hasta que más temprano o más tarde, otro número en el calendario, otra esquina del tiempo, indique una nueva pausa, un nuevo rumbo en el devenir eterno. "Yo no sé si la historia de esta ignominia será corta o será larga.”, -interviene el senador del Partido Nacional Dardo Ortiz. Y haciendo una emocionada pausa condena a los que se prestan a colaborar con el régimen que nace: “Habrá quienes rodeen al nuevo poder como los cuervos que esperan alimentarse con nuestros despojos..., sé que quienes nos agobian hoy con su prepotencia y su cobardía, incapaces de vencernos con razones, dejarán sin duda una herencia materialmente cuantiosa, pero moralmente miserable. ¡Pobres de ellos!" No menos emocionado interviene el legislador colorado Amílcar Vasconcellos, quien apuesta al futuro: "Hay vencedores efímeros que las hojas del tiempo de la historia desparraman, y se olvidan hasta del odio de los pueblos. Ellos se sentirán vencedores, y muchos serviles y miserables se acercarán para decorar una situación momentánea, pero ya sentirán también el látigo de la historia sobre sus nombres y el de sus hijos, como una mancha indeleble por la inmensa traición que están cometiendo". Se suman otras intervenciones, hasta alrededor de la 1:40 de la madrugada, casi en el mismo momento en que arriba a Suárez y Reyes el Ministro de Defensa Walter Ravenna.  Ya todos saben que a las 5.00 am, hablará Juan María Bordaberry por la cadena de radiodifusión nacional.

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