domingo

EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (53) - JOSEPH CAMPBELL


4 / LA RECONCILIACIÓN CON EL PADRE (2)


La “pura complacencia de Dios” que defiende al pecador de la flecha, del agua, de las llamas, es lo que se llama en el vocabulario tradicional del cristianismo “misericordia” de Dios; y la “poderosa fuerza del espíritu de Dios” que tiene poder de cambiar los corazones, es la “gracia” de Dios. En la mayor parte de las mitologías, las imágenes de misericordia y de gracia, se dan en forma tan víviva como las de la justicia y la ira, de manera que se mantiene el equilibrio y el corazón recibe más apoyo que castigo en su camino. “¡No temáis!”, dice el gesto de la mano del dios Shiva, mientras baila ante sus devotos la danza de la destrucción universal. (46) “No temáis porque todo permanece en Dios. Las formas que vienen y van, una de las cuales es vuestro cuerpo, son los reflejos de mis miembros que bailan. Conocedme totalmente, y nada habréis de temer.” La magia de los sacramentos (hecha efectiva por la pasión de Jesucristo o en virtud de las mediaciones del Buddha), la fuerza protectora de los amuletos y encantos primitivos y los ayudantes sobrenaturales de los mitos y cuentos de hadas del mundo, son las seguridades que recibe el hombre de que la flecha, las llamas y la corriente no son tan brutales como parecen.

Pero el aspecto de ogro del padre es un reflejo del propio ego de la víctima, derivado de la sensacional escena infantil que se ha dejado atrás, pero que ha sido proyectada para el futuro; y la fijación idólatra de esa pedagógica no-cosa es en sí misma la falta que hace permanecer al individuo penetrado de la esencia del pecado, impidiendo que su espíritu potencialmente adulto llegue a tener una visión más realista y más equilibrada del padre, y por ende del mundo. La reconciliación no consiste sino en el abandono de ese doble monstruo generado por el individuo mismo; el dragón que se piensa como Dios (superego) (47) y el dragón que se piensa como Pecado (el id reprimido). Pero esto requiere abandonar la unión al yo mismo y eso es lo difícil, El individuo debe tener fe en la misericordia del padre y debe confiar en esa misericordia. Por lo tanto, el centro de la creencia se traslada fuera del apretado anillo del dios demoníaco, y los ogros temibles desaparecen.


Notas

(46) Lám. IX. El simbolismo de esta elocuente imagen ha sido bien expuesto por Ananda K. Coomaras wamy, The Dance of Shiva (Nueva York, 1917), pp. 56-66, y por Heinrich Zimmer, Myths and Symbols in Indian Art Cibilization, pp. 151-175. En resumen: la mano derecha extendida sostiene el tambor, cuyo batir es el batir del tiempo, el tiempo es el primer principio de la creación. La mano izquierda extendida sobre la llama, que es la llama de la destrucción del mundo creado; la segunda mano derecha asume la actitud de “no temaís”, mientras que la segunda mano izquierda señala al levantado pie izquierdo y está en la “posición del elefante” (el elefante es el que abre los caminos a través de la “selva del mundo”, esto es, el guía divino); el pie derecho está plantado en la espalda de un enano, el demonio del “no conocer” que significa el paso de las almas del Dios a la materia, pero el izquierdo está levantado mostrando la libertad del alma; el izquierdo es el pie al cual señala  la “mano elefante” y proporciona la razón de asegurar “no temáis”. La cabeza del dios se mantiene en equilibrio, serena y quieta, en medio del dinamismo de creación y destrucción que está sinbolizado por los brazos arrulladores y el ritmo lento del talón derecho. Esto significa que en el centro todo está en calma. El arete derecho de Shiva es de hombre, el izquierdo es de mujer, porque el dios incluye y está por encima de las parejas de contrarios. La expresión del rostro de Shiva no es de congoja ni de júbilo, sino que es el aspecto del Motor Inmóvil; detrás y adentro de ella está la felicidad y el dolor del mundo. Los mechones de cabellos revueltos representan el pelo desarreglado de antiguo del yogui hindú, que ahora se revuelven en la danza de la vida; pues la presencia conocida en los júbilos y en las tristezas de la vida, y aquella que se conoce por medio de la meditación en la soledad no son sino dos aspectos del mismo Ser-Conciencia-Bendición, que es universal y no dual. Los brazaletes de Shiva, los aros de sus brazos, los de sus tobillos y el cordón (y, más adelante) brahmínico son serpientes vivas. Esto significa que él ha sido embellecido por el Poder de la Serpiente: la misteriosa Energía Creadora de Dios, que es la causa material y formal de su propia manifestación en y como el universo con todos sus seres. En el cabello de Shiva se ve un cráneo, símbolo de la muerte, que es el ornamento de la frente del Señor de la Destrucción, así como también una luna en creciente, símbolo del nacimiento y del crecimiento, que son sus otras dádivas para el mundo. También hay en su cabello la flor de estramonio, planta con la cual se prepara un tóxico (compárese con el vino de Dionisios y el vino de la misa). Una pequeña imagen de la diosa Ganga está escondida en sus cabellos; porque es él quien recibe en su cabeza el choque del descendimiento del divino Ganges desde los cielos, y quien permite que las aguas que dan la vida y la salvación corran suavemente a la Tierra para refrescar física y espiritualmente a la especie humana. La posición de danza del Dios puede visualizarse como la sílaba simbólica AUM que es el equivalente verbal de los cuatro estados de la conscienda y su campo de experiencia. A: conscienda despierta; U: conscienda en el sueño; M: dormir sin sueños; y el silencio alrededor de la sílaba sagrada es lo Trascendente no Manifiesto. Para el estudio de esta sílaba véase infra, pp. 242-243 y nota 16, p. 243). El Dios está así adentro del que lo adora y también afuera.

Dicha figura ilustra la función y el valor de la imagen esculpida y muestra por qué los sermones largos son innecesarios para quienes adoran ídolos. Se permite al devoto penetrar el significado del divino símbolo en profundo silencio y oportunamente. Lo que es más, así como el Dios lleva aros en los brazos y en los tobillos, así los lleva el devoto; y significan lo mismo que los del dios. Están hechos de oro en vez de serpientes (oro, metal que no se corroe) y que simboliza la inmortalidad: la inmortalidad es la misteriosa energía creadora de Dios que es la belleza del cuerpo.
Muchos otros detalles de la vida y de las costumbres locales están duplicados en forma similar, interpretados y así hechos válidos, en los detalles de los ídolos antropomórficos. De esta manera, toda la vida es el apoyo de la meditación. Cada hombre vive siempre en medio de un silencioso sermón.

El cordón brahmínico está hecho de algodón tejido por los miembros de las tres castas superiores (los llamados “dos veces nacidos”) de la India. Se pasa sobre la cabeza y el brazo derecho, de modo que descansa en el hombro izquierdo y rodea el cuerpo (pecho y espalda) hasta la cadera derecha. Esto simboliza el segundo nacimiento de los dos veces nacidos, el cordón mismo representa el umbral, o puesta del sol, así que el que ha nacido dos veces habita a la vez en el tiempo y en la eternidad.

(47) O “interego” (ver supra, p. 81, nota 45).

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