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“Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas”, Entrevista a Bruno Bettelheim


Francisco López Moreno / 


Bruno Bettelheim (n. Viena, 28 de agosto de 1903 – f. Chicago,13 de marzo de 1990) fue un psicoanalista y psicólogo austriaco.
Durante los años de su formación estuvo en contacto con el sólido ambiente cultural vienés, y especialmente con la primera generación de discípulos de Freud, de cuya ortodoxia psicoanalítica Bettelheim no tardaría en apartarse, para destacar la importancia del entorno educativo familiar en el equilibrio psicológico del niño.
Después de ser internado en los campos de concentración de Dachau y Buchenwald (era de origen judío), Bettelheim logró exiliarse a Estados Unidos en 1939, donde fue profesor de Psicología de la Educación, director de la Escuela Ortogénica de Chicago (1947-1973) y, desde 1963, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Chicago.
Su primer estudio, que puede inscribirse, como el resto de su obra, dentro de la corriente de la “psicología del yo” estadounidense, se basa en su experiencia personal de internamiento en los campos de concentración, experiencia límite que más adelante le condujo a interesarse por la conducta de los niños autistas: Comportamiento individual y comportamiento de masa en situaciones extremas (Individual and Mass Comportement in Extreme Situations, 1943).
Pasó gran parte de su vida como director de una sección en la Universidad de Chicago, que servía de hogar para niños emocionalmente perturbados. A lo largo de su carrera, escribió varios libros acerca de la psicología de los niños.
La siguiente entrevista, realizada en París por un corresponsal de “Paula” a Bruno Bettelheim, está centrada en “Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas“, seguramente la obra más importante del célebre psiquiatra infantil. En él aborda el estudio de los cuentos de hadas y su influencia sobre la educación de los niños. Para ello, examina los cuentos más conocidos de la cultura occidental: Caperucita Roja, Cenicienta, Blancanieves, Hansel y Gretel, etc., y pone de relieve su función liberadora y formativa para la mentalidad infantil. 
¿Qué le dio la idea de hacer un libro sobre los cuentos de hadas?
-En realidad, éste debió ser el primer capítulo de una obra que aconsejara a los padres sobre la manera de educar a sus niños y donde yo quise mostrar mi experiencia adquirida en treinta años en la Escuela Ontogénica de Chicago, con los niños autísticos, pero me apasioné tanto por lo que descubría leyendo los cuentos de hadas que finalmente escribí ese volumen: “Psicoanálisis de los cuentos de hadas“.
-¿Releyó Ud. todos los cuentos de hadas?
-¡Eso es imposible por la cantidad que hay! Hacia 1920, los alemanes comenzaron a reunir en una sola colección todos los cuentos del mundo entero, limitándose a un volumen por cultura, con el propósito de restringirse un poco. Actualmente van en el volumen 741. Una investigadora, Marian Cox, ha reunido ella sola 324 versiones de La Cenicienta.
-¿Difieren mucho esos cuentos de una cultura y de una versión a otra?
-Se encuentran siempre los mismos temas y esto es lo que traté de investigar: ¿por qué los mismos temas y qué aportan estos de esencial al desarrollo de un espíritu joven?
-¿Piensa que para desarrollarse bien un niño necesita la fantasía, lo irreal? ¿Y cómo ya no se cuentan tantos cuentos de hadas a los niños?
-Es cierto, ¡Pero en ningún caso es porque los cuentos de hadas son irreales! Es justamente lo inverso: presentan a los niños, por el contrario, la realidad tal cual es. El amor mezclado con el odio, la angustia, el sufrimiento, el miedo a ser abandonado, la vejez, la muerte: el mundo en que vivimos y que muy a menudo tratamos de ocultar a los niños. ¡Como si ellos no estuvieran en él!
Los cuentos de hadas toman muy en serio las angustias de los niños.
-Pero ¿no hay en los cuentos de hadas muchos niños que son abandonados, que se pierden porque sus padres los han dejado solos a propósito o que son echados de sus casas?
-¡Ser abandonados por sus padres es el temor más grande de todos los niños! ¡Los padres se van a morir! ¡Los padres se van a divorciar! Los cuentos de hadas toman muy en serio las angustias de los niños. No debemos olvidar que fueron inventados principalmente en una época en la muchas mujeres morían de parto y muchos niños quedaban huérfanos e incluso eran abandonados. Hoy en día los padres se separan y el temor sigue siendo muy grande.
Los cuentos de hadas no dicen ¡Eso no es nada! Los cuentos de hadas dicen: ¡Es terrible! ¡Es sumamente terrible! ¡Pero no desesperes! ¡En el mundo todos deben afrontar las dificultades y, curiosamente, no sólo saldrás de ellas sino que llegarás incluso a ser superior a tus padres cuando crees que no puedes vivir sin ellos!
-¿Incitan los cuentos de hadas al niño a explorar el mundo exterior?
-Lo ayudan, sobre todo, a explorar el mundo de la realidad interior, con el fin de permitirle salvar los obstáculos difíciles que él va a encontrar en el camino de su desarrollo y de su madurez. No sólo es necesario que él aprenda a arreglárselas sin depender totalmente de sus padres, sino que tendrá también que atravesar el espinoso camino del período edipiano, superar y soportar las rivalidades fraternales tan duras durante la infancia, descubrir y aceptar como normal sentirse sucio, desordenado, perezoso, más débil, más insignificante, más violento y lleno de malos pensamientos que los que lo rodean, eso cree él.
Porque si bien el niño ama a sus padres con una intensidad increíble ¡al mismo tiempo los detesta!. Esto es lo que los cuentos saben responder. El cuento le permite vivir su ambivalencia bajo forma de ficción. Y cuando son sus padres quienes son los que los cuentan (lo que es muy importante), él tiene la impresión de que aprueban sus pensamientos más íntimos y más indecibles, esos por los que él preferiría hacerse cortar en pedazos antes que confesarlos…Esto es lo que lo va a ayudar a tener confianza en la vida, él debe primero tener confianza en sí mismo.
Además, los cuentos de hadas son obras de arte, si no, no agradarían al niño. Simplemente entreteniéndolo y seduciéndolo, estos revelan verdades esenciales sobre la especie humana y sobre sí mismo.
No me gusta la denominación “cuentos de hadas”, un poco limitante y da una idea falsa.
-¿Usted cree que los cuentos de hadas pueden hacer todo eso?
-No me gusta la denominación “cuentos de hadas”, un poco limitante y da una idea falsa. En muchos de estos cuentos no hay hadas ni ese ser sobrenatural obligatorio que implica la palabra “hada”. En muchos cuentos de hadas hay más bien animales o viejos muy sabios. Yo prefiero la denominación de Rudyard Kipling “historias simples” o la denominación de “cuento popular” que se usa en la mayoría de los otros idiomas. De hecho, en su origen, un cuento de hadas es una historia contada por cualquier persona a cualquier persona.
-¿Y qué pasa con los cuentos mitológicos?
-Hay una diferencia entre los cuentos mitológicos, las fábulas y los cuentos de hadas, si bien en un principio el origen haya sido el mismo. El objetivo del cuento de hadas es dar confianza (tiene un desenlace feliz) con una solución aceptable, mientras que el cuento mitológico tiene un final trágico. Y además, el cuento mitológico se refiere a acontecimientos que no pueden aplicarse ni a Ud. ni a mí, con héroes que viven en un universo de superhombres, como Hércules o Ulises. Ahora, bien, el niño es tan inseguro que necesita que le den confianza en este mundo, en el que debe vivir, y no en un mundo mitológico en el que el héroe es, o llega a ser, un semidiós.
-Pero ¿no comienzan siempre los cuentos de hadas con “érase una vez, en un país muy lejano”?
-Uno de los objetivos de los cuentos de hadas es dar confianza, y una similitud muy grande con lo que vive el niño sólo lo inquietaría más, en lugar de tranquilizarlo. Es por eso que el cuento de hadas deja entender desde el comienzo de la intriga que no nos habla de hechos tangibles, de personas y lugares reales. Esta imprecisión hecha a propósito indica que dejamos el mundo concreto y de la realidad cotidiana. Los viejos castillos, las cavernas profundas, los cuartos cerrados en los que está prohibido entrar y los bosques impenetrables sugieren que se nos va a revelar una cosa que, normalmenta está oculta… La lógica y la casualiadad se dejan de lado. En un período arcaico de nuestra existencia, pensábamos que todos nuestros deseos podían ser satisfechos y que el sol se interesaba en primer lugar en nosotros. Así, la historia no se sitúa en el espacio y en el tiempo sino en la “realidad interior del niño”.
Luego, y finalmente, cuando se hayan solucionado los problemas, cuando el niño haya tomado conciencia de su propio poder de dominar una situación y de llevar a un feliz desenlace todo lo que pasa en él, entonces el niño volverá a las cosas de la realidad cotidiana que, de ahora en adelante, le darán menos miedo. El final de los cuentos siempre está perfectamente situado en lo cotidiana y el mundo familiar.
-¿Y la diferencia entre el cuento de hadas y la fábula?
-La fábula es algo que pone en guardia. Es moralizadora y, en lugar de darle confianza en sí mismo a alguien que está inseguro, le dice, por el contrario: “Desconfía de todos y sobre todo de ti mismo”, lo que es precisamente lo inverso del fin que se persigue.
Veamos “La Cigarra y la Hormiga“, de La Fontaine, que tiene un objetivo muy moralista. Es muy amenazante para un niño: la hormiga no siente ninguna simpatía por la cigarra, a ella le da lo mismo y la dejará morir de frío durante el invierno. El niño que quisiera cantar, bailar, jugar todo el día sin pensar en el invierno, se siente mucho más cerca de la cigarra que de la hormiga. El juego, la alegría, sin pensar en el porvenir, son naturales en el niño, ahora bien, ésta fábula le dice que todo lo que le parece natural hacer, será terriblemente castigado.
En “El zorro y el cuervo“, este último no hace más que responder inconscientemente a los cumplidos que le hace el zorro ( y, frecuentemente, se celebra a los niños incitándolos a mostrar lo que saben hacer: cantar, bailar, recitar…). Enseguida, como recompensa por su confianza e ingenuidad (y todos los niños son ingenuos y confiados por naturaleza), el cuervo pierde su queso.
Es una terrible voz de alerta que no incita a los niños a ir hacia un mundo que ya les da miedo y, según mi opinión, esto no es lo que más necesitan. Esta es la razón por la que me gustaría separar las fábulas moralizadoras de los cuentos de hadas.
El cuento le dice que para llegar a eso es necesario hacer algo positivo, constructivo y socialmente útil.
-¿Quiere decir esto que el cuento de hadas aconseja a los niños a llevar una vida fácil, abandonándose a su naturaleza?
De ninguna manera. El cuento de hadas dice, por el contrario, que es necesario trabajar y que no se obtiene nada sin iniciativa y sin perseverancia en el esfuerzo. Vea “Blanca Nieves“: es ella la que mantiene limpia y ordenada la casa de los siete enanos. Cenicienta es ella la que trabaja, mientras que sus hermanas, por el contrario pasan todo el año frente al espejo y no hacen nada. El cuento no se contenta con decir que las cosas que hoy le parecen tan terribles van a cambiar favorablemente para él y que va a triunfar. El cuento le dice que para llegar a eso es necesario hacer algo positivo, constructivo y socialmente útil.
-¿Puede el niño muy pequeño comprender este mensaje?
-Lo que encuentro admirable en los cuentos de hadas es que toman al niño tal cual es, en su nivel de edad y en su etapa actual y que, mediante una evolución muy lenta, lo llevan a una etapa de madurez superior, permitiendo con esto la integración progresiva de su personalidad.
En el cuento todo está implícito, de manera que el niño pueda sacar lo que necesita, -y esto a su vez, está en trozos muy pequeños- a medida que va creciendo. Esta es la razón por la que los niños leen y releen los mismos cuentos, año tras año. Cada vez ellos encuentran algo nuevo, alguna cosa que va más lejos, a medida que están en edad de captarla, de comprenderla y aprovecharla.
-¿Quiere darnos un ejemplo?
-Tomemos La Cenicienta. En la versión de los Gimm, porque la de Perrault me parece mucho más limitante.
¡En Francia, Perrault es un tema delicado! El tuvo, es verdad, el gran mérito de transcribir los cuentos que estaban aún en la tradición oral. Pero yo creo que un cuento no tiene efecto total hasta que es contado. Porque mientras lo cuenta, uno puede seguir lo que pasa por la cara del niño, suprimir o acortar si él se inquieta, exagerar algo si, por el contrario, él rebosa de alegría, dándole más importancia al detalle, prolongando la parte en la que él se ve más interesado.
Y Perrault, un cortesano que se dirigía a los adultos y que, por sobre todas las cosas, no quería lastimar a nadie, a menudo suavizaba la historia, la moralizaba y le ponía límites que no estaban en la versión original, cosa que no hacían los Grimm, que habían escrito muchos cuentos infantiles. Gimm me parece mucho más fiel a la versión original. Pues bien, Cenicienta, dedicado a los niños más pequeños, comienza por decirles lo que más les preocupa en ese momento. Todos los niños, cualquiera que sean, se sienten desprotegidos, maltratados y es esa la edad en la que los hermanos y hermanas mayores les parecen mucho más eficaces e inteligentes que ellos…
Cenicienta les dice: “No temas nada. Hoy estás sentada al lado del fogón (que por lo demás, es el símbolo de la madre, de su regazo), tú estás en las cenizas, pero un día serás más que los que tanto admiras y envidias hoy. ¡Tú los aventajarás!“.
Es cierto que muchos cuentos tienen por héroe al benjamín o al miembro más insignificante de la familia… O incluso al retardado, a quien llaman “simple”, al que le cuesta pensar y tiene dificultades para hacer las cosas tan bien y tan rápido como los otros. Esto no impide que sea él quien finalmente triunfe. Se debe tener presente que el niño atormentado por la rivalidad fraterna se siente no sólo rechazado por sus hermanos y hermanas sino también inferior: ¡los adultos lo hacen sentirse disminuídos y se burlan de él! Esta es la razón por la que él se identifica tan facilmente con un prófugo de la justicia. Podemos darnos cuenta de la fuerza de su frustración en la terrible cólera que lo atormenta.
Asímismo, la suerte de Cenicienta, destinada a andar siempre andrajosa y a hacer trabajos más duros, no tiene el fin de sorprender al niño. Ya sea niño o niña (puesto que en la infancia los dos sexos se identifican mutuamente) el pequeño se reconoce fácilmente en ella: ¡Cenicienta soy yo! ¡Así es como ellos me maltratan o querrían maltratarme! ¡Y ésta es la pobre opinión que tienen de mí!
Este es el primer mensaje del cuento que captan los niños: “no tú no eres el único que tienes que soportar una suerte que te parece tan terrible. Mira a la Cenicienta, es la más insignificante, la más maltratada de la casa y, finalmente, será superior a todos los demás. Tú también vas a salir de eso…”
-Y más tarde, cuando ellos crezcan, ¿qué les aportará La Cenicienta?
-Debemos saber que los niños, a partir de cierta edad, sienten un cariño especial por la madre y las niñas por el padre y, al mismo tiempo, se sienten culpables del deseo de eliminar, entonces, al progenitor de su mismo sexo, de reemplazarlo.
Cenicienta amaba a su padre, él amaba a su hija. Ahora bien, después de la muerte de su madre, ella cree que será desplazada de su corazón por la llegada de su nueva esposa, la madrastra, y de sus dos hijas. Es un triste destino.
-¿Y cuál es la enseñanza de La Cenicienta?
-Cenicienta era huérfana. En esa época muchos niños lo eran y hoy en día los padres están separados y el cuento dice a los niños: “si conservan la imagen de su padre o de su madre desaparecidos, ésta imagen interior no los abandonará jamás y los ayudará toda la vida. Lo que simbólicamente está expresado por la realización de los deseos de Cenicienta que pensaba que su madre era muy bella y buena y había conservado su imagen en su corazón, cultivándola con su recuerdo y sus oraciones. Con esta imagen de la madre crece al mismo tiempo que ella y llega a ser todopoderosa.
Es una manera de decir: las imágenes que llevan en su corazón de madre o de otras personas queridas las conducirán a la perfección, al triunfo, al amor, porque esto nadie se los puede quitar. Ni la madrastra ni las malvadas hermanas pueden arrancarle a Cenicienta lo que ella ha construído en ella misma. Todo está allí. Y, más tarde, Cenicienta no conquista al príncipe por sus vestidos sino por lo que ella realmente es. Así la quiere el príncipe, por lo que verdaderamente es y cuando le reconocen su verdadero valor.
-¿No es terrible para los niños ver esos personajes que matan en los cuentos, esos que son arrojados a fosas llenas de serpientes, que son devorados por dragones o por lobos?
-Debemos tener presente que, en los cuentos de hadas, la muerte jamás es real. Esta es simbólica: la muerte en vida. Las hermanas de la Cenicienta tienen los ojos sin vida al final del cuento, lo que significa que por haber preferido los hermosos vestidos al trabajo escrupuloso y a la virtud interior, ellas no vivirán en la realidad del corazón y no llegarán a triunfar en el amor.
Sólo el amor, el Príncipe Encantado, puede despertar a la Bella Durmiente cuando ya ha pasado un tiempo, en el que ella ha dejado de amar a su padre y está finalmente madura para el amor adulto. La Caperucita Roja y su abuela salen vivas del vientre del lobo: para ellas la muerte era sólo una manera de decir que ellas habían cometido un error. La Caperucita Roja, al escuchar muy pronta la conversación del “lobo” (el seductor) y la abuela al abrir muy fácilmente la puerta al lobo, sin saber defenderse ni defender a su nieta de sus manipuleos. Más tarde ellas tendrán la sabiduría de las que han nacido dos veces, de los que “renacen” después de una crisis existencial en la que se han dado cuenta que ha sido su propia naturaleza la que los ha hundido en la crisis.
-¿Hay entonces sexualidad en los cuentos de hadas?
-En cierta forma, los cuentos de hadas son para el niño, una manera ideal de iniciarse en la sexualidad, de acuerdo con las posibilidades de su edad y con la capacidad de comprensión a medida que se evoluciona. Toda educación sexual más o menos directa y realista, incluso si esta se expresa en un lenguaje infantil y en términos que el niño puede comprender, no le deja ninguna posibilidad de elección: el niño debe aceptarla, aunque no esté preparado para recibirla y corra el riesgo de inquietarse y complicarse con esto.
Actualmente se reconoce, en efecto, que uno de los grandes defectos de la educación sexual es que ésta no toma en cuenta los diferentes grados de maduración de los niños sino sólo su edad.
Además, los cuentos toman en cuenta el hecho de que los padres pueden estar errados en cuanto a la sexualidad: hay padres demasiado encariñados con su hija, madres demasiado ávidas de conservar a sus hijos para sí, pero también hay padres tentadores. Los que le dan al niño la llave de la decimotercera puerta sólo con el objeto de ponerlo en guardia diciéndole: “No la abras”. El cuento Barba Azul, por ejemplo, le dice, entonces, a los padres y a los hijos: no tienten a los niños, porque éstos no tienen todavía los medios para resistir y esto puede ser nocivo para ellos… A la inversa, las mujeres de edad son las que, en la realidad, frecuentemente le inculcan al niño el miedo a las cosas sexuales. Generalmente, las mujeres son las responsables de los primeros tabúes sexuales y de todos los problemas que de esto se desprenden. De aquí nace el personaje, siempre femenino, de la bruja.
Además, examinando bien los cuentos, uno se percata que es principalmente la mujer, la joven, la que debe cambiar su actitud frente a la sexualidad: de hecho, es ella quien debe dejar de huir, como Cenicienta que huye tres veces del Príncipe. Se comprende que sólo se puede llegar a ser una persona humana completa, que aproveche todas las posibilidades, si es capaz de ser uno mismo con otra persona y de ser feliz. Y que la felicidad conyugal exige la felicidad sexual. La Bella no debe separarse de la Bestia, el espíritu del cuerpo.
-¿Por qué las historias que actualmente se escriben para los niños evitan cuidadosamente hablar de estos problemas?
Es una de las actitudes extrañas de nuestra era llamada “brillante”. Por un lado, se dice que se desea introducir a los niños lo más rápido posible en la realidad y, al mismo tiempo, se les quita toda realidad a las historias que se les presentan.
¿Quizás los padres tienen miedo de enfrentarse con la realidad?
-Muchos cuentos infantiles comienzan así: Un padre ya viejo se siente fatigado y comienza a preguntarse cómo va a poder dividir su reino entre sus hijos y cómo va a poder compartir su poder. Enseguida uno se encuentra enfrentado a problemas de sucesión de generaciones, de la enfermedad, de la vejez, de la debilidad que la acompaña y de la muerte. Son cosas muy importantes para los niños, problemas a los cuáles ellos pueden enfrentarse. Pero lo más importante es que, en el fondo de su corazón, todo niño desea secretamente reemplazar a sus padres y él se siente terriblemente culpable de pensar una cosa así. Ahora bien, ¿qué dice el cuento de hadas? Que es el curso natural de la vida, que así es como tiene que suceder y que lo que él siente no tiene nada de anormal o de malo. Esto lo tranquiliza enormemente, sobre todo si son sus mismos padres quienes le cuentan la historia.
-Usted dice que el cuento infantil le ayuda al niño a desarrollarse y a alcanzar la etapa de madurez. Ahora bien, puesto que nosotros somos aún de una generación alimentada con cuentos de hadas, ¿Cómo se explica que tanta gente tenga problemas consigo mismo y con sus hijos?
-He podido constatar que, por no haber creído en lo mágico en un cierto período de su vida, por no haber tenido bastantes sueños, fantasías y por no sentirse relacionado con lo imaginario a una edad en que esto es beneficioso, muchos adolescentes o adultos son incapaces de afrontar los rigores de la vida adulta.
Muchos jóvenes de ésta época buscan de pronto la evasión en los sueños procurados por la droga, se inician en todo tipo de prácticas, se entregan a la “magia negra”, satanismo, etc. Todas éstas son formas de huir de la realidad soñando despierto. Los jóvenes obligados prematuramente a conocer la realidad de una manera adulta, sin haber antes tenido la posibilidad de convencerse poco a poco y justamente a través del sueño de que la vida debe tomarse de una manera realista, tendrán una adaptación mucho más difícil.
A veces, incluso algunos jóvenes no consiguen jamás adaptarse al medio y continúan indefinidamente, refugiándose en este “mundo imaginario” que les faltó en el momento en que necesitaban y al que iban a poder recurrir para responder a las interrogantes fundamentales de la existencia: ¿Qué es realmente el mundo? ¿Cómo voy a vivir en él? ¿Qué hacer para ser realmente yo mismo? Las mismas preguntas que saben y pueden responder los cuentos de hadas.

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