domingo

CÉSAR VALLEJO - EL ARTE Y LA REVOLUCIÓN (29)


EN TORNO A LA LIBERTAD ARTÍSTICA


-Protesto -me decía un poema “au dessus de la mêlée”- de que al artista y el escritor se sometan al yugo de ningún gobierno ni clase social, así sean estos el gobierno soviético y la clase proletaria. El artista y el escritor no tienen nada que ver con la política de partidos y de clases y deben trabajar en su arte, dentro de una libertad y de una independencia absolutas.

-¿Cree usted -le argumenté- que ha habido alguna vez en la historia escritores y artistas libres e independientes desde este punto de vista?

-Naturalmente. Hoy mismo, ahí tenemos a Bernard Shaw, Stravinsky, Picasso, Chaplin.

-¿Sí? ¿Libres de qué? ¿Independientes de qué?

-De la política de Chamberlain, de Stalin, de Chautemps, de Roosevelt.

-Alto ahí. Entendámonos. Póngase usted en el caso de que un día Picasso pinte un Laval cubista, haciendo sablear por la policía de Lille a los tejedores franceses, porque reclaman un aumento de salarios. ¿Qué ocurriría? Ocurriría esto: en primer lugar, ni M. Rosemberg -“marchand” de Picasso- ni ningún otro “marchand de tableaux” de París querría exponer ese lienzo al público en sus galerías; en segundo lugar, el público de la rue de la Boétie -público “chic”, “le tout Paris cultivé et riche”, capaz de comprar los cuadros carísimos de Picasso- se indignaría y hallaría el tema y hasta el desarrollo artístico del lienzo, “drôles”, de mal gusto, truculentos y, por último, enojosos, cuando no “pas intéressants” (¡y ya sabemos por qué!); en tercer lugar, la crítica de “Le Temps”, de “Le Figaro”, de “Paris Midi”, etc., pondrían el grito en el cielo; y, en cuarto lugar, la policía secreta del famoso M. Chiappe visitaría una tarde a Picasso y le haría una notificación, por cierto, no muy agradable. Total, el pintor perdería en su prestigio y, consiguientemente, en su cartera, aparte de quedar sometido a una vigilancia sorda y alevosa, que puede terminar con el artista en Irún. ¿En qué quedó la libertad del pintor? Y conste que el tema del cuadro no sería invención de Picasso, sino tomado de la realidad de lo sucedido en julio 1930, cuando Laval era Ministro de Trabajo. Y conste, en fin, que las tragedias y -más sin son sociales- contienen sugestiones artísticas de primera categoría.

-Pero, precisamente -me decía un poco vencido, el poeta “au dessus de la mêlèe”- el artista no debe meterse en temas políticos. Picasso no pintará nunca un cuadro semejante y, así, no le acontecerá jamás lo que usted dice…

-Claro. Desde luego. Picasso y los demás artistas “libres” no se meten en temas políticos por eso: para que no les suceda más. Desconocen la frase de Zola: “Yo no puedo callar, porque no quiero ser cómplice”. Es muy cómodo ver los toros de lejos. ¿Qué importa que esos temas tengan, por sí mismos, una grandeza temática extraordinaria? Pero de meterse en ellos, adiós “libertad”.

-Pero Picasso, como otros grandes artistas, está lejos de hacerlo por cobardía y egoísmo…

-Ya, ya. Se trata de un egoísmo inconsciente y de una dependencia a la clase y al Estado Burgués, asimismo inconsciente.

*

-Supongamos que así fuese. Pero de ahí a someterse con plena conciencia a un Estado y una clase social, como lo hacen, por desgracia, los escritores y artistas rusos, hay un abismo, y no hay comparación posible.

-De acuerdo. No hay comparación posible. Mientras los artistas y escritores burgueses están sometidos a los Estados y clases capitalistas -basados en la explotación de la mayoría por unos cuantos parásitos, llamados patrones, en la injusticia más infame y en contradicciones crecientes, que están precipitando esos sistemas en la descomposición y la debacle irremediable- los escritores y artistas bolcheviques se someten, espontánea, racional y conscientemente (usted mismo lo ha dicho) a la dictadura proletaria y a la clase obrera y campesina, que lucha por implantar en el mundo la igualdad económica y la justicia social y que lleva en sus entrañas la salud y la dicha de la humanidad. Vosotros vais atados a un carro que está despeñándose al abismo y no tiene salvación; nosotros vamos atados a un carro que marcha al porvenir. En cuanto a la libertad -no absoluta como ustedes la conciben, sino relativa- ella alcanzará su máxima expresión en la sociedad socialista, creada, precisamente, por la revolución proletaria.

El poeta “au dessus de la mêlée” se quedó viéndome.

*

“Ne sacrifiez pas des hommes à des pierres -afirma Proust- dont la beauté vient justement d’avoir un moment, fixé des vérites humaines”. Le temps retrouvé. Conversation de guerre avec M. Charlus, à propos d’une église que les avions avaient détruite.

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