¡QUÉ LOS PARIÓ A LOS GRINGOS PISOTEADORES
Y A LOS PEORES URUGUAYOS!
Hugo Giovanetti Viola
Hermano Eustaquio: te escribo esta paginita como quien levanta una mano
para despedir a un arcoiris que acaba de invisibilizarse dejándonos un
resplandor tan inasible como imborrable en el bobo.
El año pasado fuimos hasta Colón junto con Álvaro Moure Clouzet para
hacerte un celu-reportaje (que adjuntamos a esta nota) donde dijiste todo.
Esa noche también nos regalaste una versión de tu mítico gato Del Cardal, que en pocos días cosechó
más de 7000 visitas en el muro de elMontevideano Laboratorio de Artes.
Fue un verdadero récord, y a tu propia hija Victoria le costó convencerse
de que tu juglaría radicalmente oriental fuese
capaz de hipnotizar a tanta gente de tan distintos países de habla hispana y no
hispana.
Vivo muy cerca del Estadio Centenario, y en este momento escucho resonar
ráfagas del show del extraordinario cantautor inglés Roger Waters preguntándome
cuántas de las 50 mil personas que lo aplauden y reverencian saben quién fue
Eustaquio Sosa o conocen algunas de tus canciones.
Este país da cada vez más vergüenza, porque vos también fuiste un
extraordinario cantautor, y los versos Qué
los parió a los gringos / que se nos vienen, que se nos vienén ya hace casi
medio siglo que se nos quedaron irreversiblemente prendidos como abrojos en la memoria, para
hablarlo en Atahualpa Yupanqui.
Y quienes escuchen el celu-reportaje que te grabamos aquella noche donde
llovían relámpagos en tu humildísima casita de Colón comprenderán, antes que
nada, que un hombre que afirma que tuvo
la suerte de dormir en la calle y abrirse paso a puro güevo en las vinerías
de la década de los 60 y durar
inscribiéndose como oyente en la Facultad de Humanidades y terminar
compartiendo escenario con algunas de las más grandes figuras del Cono Sur,
siempre supo enfrentarse a la cultura hegemónica manijeada por el gringaje pisoteador
sin posar como un agnóstico estético
acomodaticio.
Hoy, más que nunca, asistimos a los pobres triunfos pasajeros de músicos nacionales
que no hacen un legítimo arte mestizo sino
un artecito desarraigado de las
incanjeables y profundas raíces comunitarias para flotar inocuamente en una
zona de confort neutral.
Y le tienen terror a las definiciones ideológicas que impliquen el religamiento
irreversible o la adoración religiosa o la rotundidad política. A la fe, en una palabra.
Roger Waters, en cambio,
anda levantando su puño comunista en cualquier escenario que le pinte y
bancándose amenazas y escupidas y catalogaciones de activista new-age sin traicionar jamás a su estirpe beat raigal.
Y vos, Estaquio, te
mandaste la patriada de parir con una enjoyada gracia digna del Siglo de Oro español
tu canción cumbre, El guitarrero, una
milonga que isomorfiza el trote de las bordonas encadenando insólitas rimas
pareadas que terminan por denunciar con un artiguismo tan piadoso como
peleador: Los rostros pobres / llanto
salobre / boliche y caña / la pena extraña / dolor con dueño / humildes sueños
/ junta el madero / del guitarrero.
Y el madero era
la cruz que aceptaste cargar desde la
infancia.
https://www.youtube.com/watch?v=JmiYmrG8Pag
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