Son épocas en las que se habla y pondera la innovación en el aula. Se
habla de la tecnología aplicada para mejorar los aprendizajes, de trayectos
personalizados, de que los alumnos no deben aprender lo mismo. Se repite que ya
no tiene sentido memorizar, que para qué aprender de memoria las capitales o
las tablas de multiplicar si para eso está Google. Se habla también de que el
alumno necesita autonomía.
En ese contexto, Inger Enkvist, una de las más prestigiosas pedagogas,
escritoras, investigadoras, catedráticas suecas sostiene volver a las bases de
una pedagogía más tradicional, una corriente que empieza a tomar fuerza
nuevamente entre los académicos.
En diálogo con Infobae, fue contundente: "No hay
ejemplos de que los sistemas que dan mucha 'autonomía' a los alumnos sean
exitosos ni intelectual ni socialmente – y menos a largo plazo. Los alumnos no
logran motivarse a sí mismos más que por un tiempo muy breve y los primeros en
cansarse son los que menos apoyo reciben en sus casas".
¿No comparte la idea de innovación en el aula, muy boga en estos
momentos?
La palabra innovación es tramposa. Lo que queremos es un buen
aprendizaje. Si el aprendizaje es novedoso es lo de menos. Con el cuento de la
innovación la plata de la educación ha ido a parar a los bolsillos de los
"innovadores" y no a la mejora del aprendizaje. ¿De qué innovación
estamos hablando si se invirtió tanta plata en la innovación y los resultados
están empeorando?
¿Está de acuerdo con que se debe poner al estudiante en el centro de la
enseñanza o es una idea peligrosa?
Es otro término tramposo, porque por un lado dice algo que es obvio y es
que todo en educación es para que el estudiante aprenda. En ese sentido, el
alumno está y ha estado siempre en el centro de la educación. La idea de
"poner al alumno en el centro de la enseñanza" parece anodina, pero
así empieza una fragmentación de la organización de la escuela y de los
presupuestos, y empieza a bajar el resultado. Ese es uno de los muchos lemas
que circulan en educación no comprobados científicamente.
¿Qué consecuencias tuvo esa idea?
Introdujo una serie de nociones no tan positivas como la de decir que
cada alumno debe tener su propio currícula, que tiene derecho a adaptaciones y
que debe tener derecho a elegir sus tareas y su ritmo de trabajo. En otras
palabras, el término se utiliza para quitarle importancia a que el alumno
estudie lo que está en el currículo del año. Tendrá un plan de estudio "personalizado".
La idea está también asociada a que el profesor debe motivar al alumno. No se
dice que es la tarea del alumno estudiar el contenido del año. Uno puede pensar
en los países del sureste asiático que lograron resultados magníficos en un
tiempo récord. Y no fue tratando a cada alumno de manera diferente.
Algunos académicos piensan que el modelo finlandés es poco menos que una
farsa, que cuando cambiaron empezaron a caer en las pruebas internacionales.
¿Está de acuerdo?
No es correcto. El modelo existe y es bueno, pero el gobierno finlandés
tomó hace unos años decisiones en educación que son desacertadas. Se nota el
factor de la "sociedad de bienestar" que hace que los jóvenes
estudien algo menos, pero de ninguna manera es una farsa.
¿Hasta qué punto es bueno darle autonomía a un estudiante y hasta qué
punto es contraproducente?
La autonomía es un concepto muy vago y no es raro que se traduzca como
abandono porque se le deja "libre", sin una idea clara de lo que debe
hacer. Los más flojos y los menos interesados en aprender desperdician el
tiempo. La autonomía más importante es la que tiene el alumno para aprender en
su casa. Tiene total libertad para organizar sus estudios en casa y algunos lo
hacen bien y otros no tanto.
¿Cómo se trabaja con alumnos hiperestimulados por la tecnología?
Hay que crear en la escuela zonas sin tecnología donde reinen el
silencio, la concentración y el enfoque en el aprendizaje intelectual. Crear
entusiasmo por el aprendizaje colectivo del grupo y a veces el aprendizaje
individual con buenos profesores que abran el mundo del conocimiento. Es
enormemente estimulante entender cosas nuevas.
Hoy se dice que con Google no vale la pena aprender de memoria, pero usted
no coincide. ¿Dónde ve el valor de memorizar?
Porque no hay otro aprendizaje que el del cerebro, es decir de la
memoria. La memoria es lo que posibilita nuestro desarrollo intelectual. Sin la
memoria seríamos más como los animales. La memoria es nuestra faceta de seres
racionales. El concepto mismo de escuela se basa en la idea de lo racional que,
a su vez, necesita basarse en los conocimientos adquiridos, guardados en la
memoria.
Los exámenes también empezaron a estar mal vistos. ¿Cómo se debería evaluar
a los estudiantes?
La evaluación es una parte de cómo se enseña, cómo se practica, cómo se
organizan las clases. Sí, es útil tener exámenes. Da a todos la misma
posibilidad de prepararse. Si hay evaluación continua, supuestamente hay menos
estrés, pero también se podría hablar de un estrés continuo. La evaluación
continua da más importancia al criterio del profesor, mientras que un examen
normalmente es más objetivo. Algo que no se dice lo suficiente es que el valor
de un examen depende también de cómo se integra en el resto del trabajo y de la
inteligencia con la que se preparan las preguntas.
Otro tema del que se habla mucho es la integración de las nuevas
tecnologías al aula. ¿Le parece que se le da demasiada importancia o que la
amerita?
Lo importante es aprender lenguaje, conocimientos culturales generales y
matemática. Si el alumno domina esto, aprende fácilmente tecnología. Si al
revés dedica mucho tiempo a las tecnologías, pero no aprende lenguaje y
conocimientos generales, no sale a la vida adulta bien preparado. La escuela
debe, en primer lugar, preparar al alumno intelectualmente, es decir, formar su
cerebro. El riesgo hoy es que se dedique tiempo a actividades que son
secundarias.
¿Qué modelo educativo en el mundo ve hoy como un ejemplo a seguir?
Es peligroso contestar una pregunta así, porque siempre se puede
encontrar algún "pero". En un mismo país puede haber escuelas buenas
y menos buenas. Hay buenas escuelas en muchos países, pero tenemos un problema
con los políticos que intentan introducir principios que no pertenecen al mundo
de la educación. He visto con mis propios ojos buenas escuelas en Finlandia,
Estonia, Suiza, Alemania, Estados Unidos. También en Argentina. El problema es
cómo convertir lo bueno en lo común.
El sistema educativo argentino tiene muchos problemas. Solo la mitad se
gradúa en tiempo y forma de la secundaria, por ejemplo. ¿Cómo cree que se
mejoran los indicadores desde la pedagogía?
La lista de lo que se debe hacer es larga: mejor enseñanza primaria,
mejor formación docente, mantener el orden en las escuelas, itinerarios en la
secundaria para que no todos tengan que hacer exactamente lo mismo al mismo
ritmo, revisar los currículos que se proponen.
¿Cómo se logra en los hechos que los estudiantes no hagan lo mismo al
mismo tiempo y sigan sus ritmos de aprendizaje?
Es complejo y hay dos tiempos: la primaria y la secundaria. Para empezar
hay que hacer varias cosas a la vez: tener profesores inteligentes y bien
preparados, que pueden dar buenas clases y lograr un aprendizaje sólido desde
el primer grado. Tener un currículo coherente. Nunca aceptar que se pierda
tiempo en tonterías en la escuela. No aceptar que los alumnos no asistan con
asiduidad. Cuando los alumnos lleguen a la adolescencia, permitir que elijan
itinerarios algo diferentes para poder terminar sus estudios con éxito. Basar
la escuela obligatoria en el modelo de "la misma talla para todos"
simplemente no corresponde a lo que sabemos sobre los seres humanos.
¿Qué hace falta para que el país puede salir del estancamiento
educativo?
Si los países del sureste asiático han podido levantarse en pocos años,
también podría hacerlo Argentina. Lo que hace falta es más esfuerzo. Sin
esfuerzo no se avanza. Una vez, un periodista me replicó que, por razones
culturales, el esfuerzo sostenido en el estudio en Argentina no gusta. Mi
comentario es que se trata de una elección. Si uno elige no hacer el esfuerzo,
uno elige, a la vez, las consecuencias.
¿Más esfuerzo de los estudiantes, de los maestros o ambos?
Más esfuerzo de los estudiantes. Reglas de conducta y de rendimiento
escolar más claras. Quizá ni siquiera es más esfuerzo sino solo más orden. Es
fácil decir que el maestro debe esforzarse más pero también hay que hablar del
cansancio del profesor, un cansancio que tiene mucho que ver con que los
alumnos no se comportan siempre como alumnos. Se cargan sobre la espalda del
profesor todos los problemas sociales, y se espera que el profesor haga también
las veces de asistente social y policía. Esto es pedir demasiado al profesor.
¿Cree que los maestros, en general, ganan poco dinero para la función
que cumplen?
Sí. Los maestros deben venir bien preparados y ganar un sueldo
respetable. Nunca se podrá reclutar buenos profesionales si no se les paga
adecuadamente. Allí Argentina necesita hacer una reforma. Otros países latinoamericanos
se han esforzado más por resolver ese problema.
Acá los aumentos salariales dependen casi exclusivamente de la
antigüedad del maestro en el cargo. No se valoran los resultados académicos, ni
la innovación. ¿Cree que se debería modificar?
Es un asunto controversial. Lo que se podría hacer es establecer un plan
de, pongamos, diez años y aumentar paso a paso los salarios para todos los
profesores que vayan mejorando sus conocimientos. La idea es que si el profesor
tiene más conocimientos, la sociedad va a pensar que está justificado dedicar
más plata a pagar a ese profesor, y el profesor probablemente enseñará mejor y
con más entusiasmo, ya que ese suele ser el resultado de adquirir más
conocimientos. No es seguro que funcione así, pero es bastante probable.
La brecha educativa en el país es muy grande entre las distintas clases
sociales. ¿Cómo se puede achicar en el aula?
Lo que ya se ha dicho: buenos profesores, pagados adecuadamente.
Devolverle la autoridad al profesor en el aula, porque si esto no se hace los
jóvenes más idóneos no van a querer ser profesores ni tampoco los alumnos van a
aprovechar la inversión que hace la sociedad en educación. Los jóvenes más
inteligentes no van a aceptar pasar su vida profesional en unas aulas en las
que los chicos pueden comportarse despectivamente. Sin orden y sin exigencias
en las aulas, también en los barrios vulnerables, es imposible que disminuya la
diferencia en aprendizaje entre las capas sociales.
(INFOBAE / 30-7-2018)
(INFOBAE / 30-7-2018)
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