La
afirmación del titular la hace este célebre pensador francés catedrático de
Economía en la Universidad París-Sud y una de las voces mundiales del llamado
movimiento por el “decrecimiento”. Latouche propone vivir mejor con
menos y alerta de que el actual ritmo de crecimiento económico mundial es tan
insostenible como el deterioro y la falta de recursos en el planeta.
Su movimiento también se alinea con la ecología.
"Vivimos
fagocitados por la economía de la acumulación que conlleva la frustración y
querer lo que no tenemos ni necesitamos". Se ha referido en muchas
ocasiones a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a
personas sin sueldo y patrimonio siendo el inicio de la crisis económica
mundial y ha asegurado tajantemente que "la gente feliz no suele
consumir". Aboga por trabajar menos y producir de forma
inteligente así como repartir el empleo y cultivar más la vida.
Estas
cuestiones quedaron muy bien ilustradas con el ejemplo que puso- en un colegio
mayor de Pamplona, donde dio una interesante charla hace dos años, y propuso
entre otras muchas cosas la sencilla idea de “producir cerca de donde
se vive y de forma ecológica” para evitar lo que él mismo presencia en
la localidad donde vive y es que por cualquier puesto fronterizo entre España y
Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana "con tomates de
Andalucía cruzándose con tomates holandeses".
Con un
gran sentido del humor alaba el estoicismo representado en España por
Séneca: "No se obtiene la felicidad si no podemos limitar nuestros
deseos y necesidades".
El profesor propugna la sobriedad en la vida
El
economista se basa en los hechos y las estadísticas que aluden a que “cada año
hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos, consumir
significa producir residuos y se consumen 15 millones de hectáreas de bosque
esenciales para la vida". "Y si vivimos a este ritmo -remata-es
porque África lo permite".
El
profesor Latouche, de 73 años y su movimiento “decrecentista”, que surgió en
los años 70 en Francia, donde es un personaje reconocido y relevante, premiado en varias
ocasiones, una de ellas con el premio europeo Amalfi de sociología y ciencias
sociales, defiende “la sobriedad en la vida y la preservación de los
recursos naturales antes de su agotamiento”. Desde su punto de vista no se
trata de plantear una involución sino de “acoplar la velocidad de gasto de los
recursos naturales con su regeneración” y ha alertado de que “si el
decrecimiento que ya estamos experimentando no es controlado las consecuencias
serán traumáticas”.
Dice que el término
“decrecimiento” es un eslogan, "una bomba semántica provocada para
contrarrestar la intoxicación del llamado desarrollo sostenible", una
forma de pensamiento, la sostenibilidad, que propicia pagar por todo, "por
ejemplo, en el caso del trigo, obliga a pagar por los excedentes, por su
almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes".
"Deberíamos hablar de A-crecimiento". Invita el economista a hacer
una profunda reflexión sobre nuestro estilo de vida incluso sobre la exhibición
de lo superfluo y el enriquecimiento desmesurado. Su voz clama por el
equilibrio y el sentido común ante la total incongruencia y el delirante rumbo
que ha tomado la economía mundial durante las últimas décadas.
Entre sus
libros están La sociedad de la abundancia frugal, Sobrevivir al desarrollo y Lahora del decrecimiento.
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