Rimer Cardillo conserva su
casa de Montevideo ubicada en una callecita tranquila del barrio Larrañaga
desde hace más de medio siglo. “Este lugar es el triángulo de las bermudas”,
dice sonriendo mientras explica la razón: a pocos metros de allí vive el
escultor Octavio Podestá y habitó también el artista Nelson Ramos hasta el día
de su muerte.
El espacio está repleto de plantas vigorosas y añejas y de objetos que
delatan el interés del artista por el valor estético de una época: balanzas
antiguas, morteros, un envase de pulidor Bao, jaulas hechas artesanalmente,
grabados y más grabados.
Pero en realidad Cardillo vive lejos de allí, en otro continente, a una
hora y media de la ciudad de Nueva York, rodeado de otras plantas y muy cerca
de otro río.
Este consagrado maestro del grabado que ha representado a Uruguay en la Bienal de Venecia y cuyo trabajo forma parte de las colecciones de importantes muesos del mundo como el Instituto de Arte de Chicago, el Museo de Arte de Cincinnati, el Museo de Arte Moderno y la Biblioteca Pública de Nueva York, entre muchos otros, inaugurará el próximo 28 de junio una gran exposición en el Museo Nacional de Artes Visuales.
Este consagrado maestro del grabado que ha representado a Uruguay en la Bienal de Venecia y cuyo trabajo forma parte de las colecciones de importantes muesos del mundo como el Instituto de Arte de Chicago, el Museo de Arte de Cincinnati, el Museo de Arte Moderno y la Biblioteca Pública de Nueva York, entre muchos otros, inaugurará el próximo 28 de junio una gran exposición en el Museo Nacional de Artes Visuales.
“Del Río de la Plata al valle
del río Hudson”, es un proyecto gestado a lo largo de cuatro años de trabajo y
representa el sentir de una obra que fue floreciendo entre dos continentes y
dos ríos.
¿Cómo empezó tu historia con el grabado?
Cuando entré a Bellas Artes en 1961 comencé a visitar los distintos
talleres. Tuve a maestros como (Julio) Marenales, (Octavio) Podestá y (Eduardo)
Yepes que daban clases en ese momento. Yo entonces estaba muy vinculado con el
dibujo, la acuarela, el óleo, los lápices de colores, grafitos, todo lo que se
hace en el liceo. Y un día dio la casualidad que bajé al sótano de Bellas Artes
y descubrí un mundo que me fascinó. Había gente trabajando con planchas de
metal y planchas de madera con rodillos. Estaba tan fascinado y asombrado de lo
que veía que no me olvido más. Había un estudiante que era cubano al que le
pregunté qué era lo que estaban haciendo. Y me dijo “chico, esto es grabado”.
¿Cuándo comenzaste a trabajar como artista con el grabado?
Recién comienzo a trabajar sofisticadamente en estas técnicas cuando voy
a Alemania, entre el año 1969 y 1971 con una beca. Estudié en los talleres de
Arte Gráfico de Berlín, que eran patrocinados por la Unión de Artistas
Plásticos. Allí hice el doctorado en grabado y en fotografía.
¿Qué lugar ocupa la fotografía en tus obras?
Casi siempre hago fotografía, tengo miles de fotografías como documento,
pero nunca las había integrado a la obra hasta ahora.
¿Como técnica de expresión, qué te ofrece el grabado?
Lo que se obtiene técnicamente con el grabado no se logra con otra
técnica. Por ejemplo las imágenes que podés sacar en xilografía. Ahora voy a
exhibir toda una serie de obras en el Museo Nacional de Artes Visuales que
integran en la misma obra, fotografía digital, xilografía, serigrafía y dibujo
y no te das cuenta la diferencia entre una cosa y la otra. No hago tiraje, son
piezas únicas.
¿Con qué materiales trabajás dentro de la técnica de grabado?
na de las cosas que yo he perfeccionado mucho y que casi te diría que
inventé, han sido las planchas con resina poliéster. Hago originales en yeso, a
veces en plastilina o barro de cerámica o arcilla y saco moldes. Luego hago
bajo relieves y allí creo planchas de resina poliéster, de ahí al metal y
después el grabado. Cuando trabajás una madera estás haciendo bajo relieve
prácticamente, de ahí a hacer una escultura en madera es un paso y lo mismo con
estas técnicas de moldeado. Podés hacer esculturas en aluminio, todo está muy
relacionado. El grabado en realidad da aperturas hacia otras técnicas, porque
tenés que zambullirte en distintas especialidades.
Hoy el grabado está vinculado también a técnicas digitales ¿Cómo te
llevan los cambios acelerados que propone el avance tecnológico? ¿No te asustan
o te limitan?
No, para nada. Lo que sí a veces le pido a algún alumno “resolveme esto
porque vos lo vas a hacer en un minuto y yo tardo una hora”. Además se está
dando una cosa interesante. Hubo un momento en que yo le decía a una estudiante
“vamos a hacer unos dibujos”. Y me respondía “dibujos no, yo solo uso la
computadora”. A ese punto se llegó cuando la informática era una novedad y
estaba en auge. Ahora hay una vuelta a las técnicas, al desarrollo artesanal y
a la utilización de la mano. Casi todos los que están en la computación que son
en su mayoría jóvenes, cuando les das la posibilidad de trabajar con técnicas
como la del grabado en madera que es una de las más difíciles, les encanta y se
meten de una manera asombrosa.
¿Y por qué te parece que pasa eso?
Porque creo que el hombre tiene la necesidad de utilizar las manos y el
cerebro y envolver su cuerpo más físicamente, que simplemente usando el teclado
de la computadora. Yo no tengo nada en contra de eso pero creo que el balance
de las dos cosas es fundamental.
¿Tus intereses como artista conceptualmente hablando qué caminos han
tomado? ¿De qué te interesa hablar en tus obras?
Siempre estuve muy vinculado a la naturaleza y a la ecología. Me
interesan los grupos humanos que viven por ejemplo en la selva Amazónica; hice
varios viajes y conviví con los distintos grupos culturales que viven allí.
Estuve en contacto con los problemas que tienen, relacionados fundamentalmente
con las grandes compañías que invaden sus tierras y talan su selva. Es decir me
interesa la ecología en el sentido político.
Por otro lado pensá que yo vengo de Alemania en el año ’73, cuando ocurre el
golpe de Estado. Para nosotros viniendo de un país donde jamás habíamos sentido
una dictadura fue un golpe muy grande. Entonces hice una serie en respuesta a
eso, que la van a ver en el museo y se llama “Las mariposas y las chicharras”.
Es decir el tema político ha estado presente en mis obras de distintas maneras.
Es una especie de puesta al día de determinadas situaciones donde yo no doy
soluciones, pero planteo los problemas a través de la obra.
¿Hoy vivís en contacto con la naturaleza en Estados Unidos?
Vivo en el campo. Es un lugar cercano a Nueva York, pero en una zona de
granjas, bosques, lagos glaciares y ríos. Además estuve muy vinculado a la
naturaleza desde muy pequeño porque mi familia adoraba el campo, mis padres
hacían campamentos, íbamos a lugares muy agrestes. Desde ese momento siento muy
fuerte la vinculación con la naturaleza. De ahí que acepté este empleo en la
universidad en Estados Unidos, porque es en plena montaña y pleno bosque. Vivo
y trabajo cerca del agua, en el valle del río Hudson donde hay cadenas de
montañas y lagos glaciares.
¿También te hacés tiempo para meter las manos en la tierra?
Sí. Yo cultivo también, hago jardinería y paisajismo. Hago mangueras de
piedras, jardines, entonces eso te da un contacto de estudio permanente con la
naturaleza. A pesar que estás a una hora y cuarenta minutos de la ciudad, hay
ciervos, zorrinos, lobos y todo tipo de animales donde vivo.
Y todo tiene que ver. También colecciono libros de botánica con grabados
antiguos, sobre todo los que tienen grabados originales de aguafuerte, o
grabados en madera.
Decías hace un rato que esta casa en Montevideo “es como el triángulo de
las bermudas” porque a unas pocas cuadras vive Octavio Podestá y antes vivía
también Nelson Ramos ¿Cómo ha sido tu contacto con estos artistas?
En la década del 70 teníamos mucho contacto. Lo que sucedió es que en la
dictadura habían cerrado la Escuela Nacional de Bellas Artes y el conocimiento
del arte se realizaba entonces en los talleres de los artistas. Ramos tenía su
taller con sus alumnos, yo tenía los míos aquí, a veces se hacían fiestas en el
taller de Nelson e iban mis alumnos. Ramos era muy osco, no salía casi nunca,
nosotros íbamos allá o los alumnos de él venían aquí. Venía gente del exterior
y hacíamos proyección de sus obras en esta casa y entonces venían los
estudiantes de un lado y de otro. Fijate que además se necesitaba porque no
había prácticamente nada y la enseñanza del arte se daba solamente en los
talleres.
¿Y ahora seguís manteniendo relación con Octavio Podestá?
Sí, todo el tiempo. Nos vemos mucho.
Tenés la experiencia de dar clases acá y en Estados Unidos ¿Por dónde
van hoy los intereses de los jóvenes vinculados con el arte?
En general los jóvenes, tanto de allá como de acá, parten de un interés
real de hacer algo con sus manos e imágenes. Por distintas razones han recibido
esa información de pronto de sus padres o en exposiciones, o han encontrado en
algún momento un artista que los inspiró. Lo que ocurre allá es que casi
siempre el interés es un poco más profesional y lo ven como una carrera.
Quizás tenga que ver con otra realidad de mercado.
Exacto. Imaginate que aquello es un continente. Si no estás bien en
Nueva York te vas a San Francisco o a otro lado. Es decir, es un continente
donde se desplaza gente de un lugar a otro y con muchas más posibilidades de
empleo, de desarrollo en general. Allá hay cientos de universidades y todas
tienen un departamento de arte, así que son miles de estudiantes que se gradúan
año a año. No hay lugar para todos, en absoluto, entonces muchos enseñan,
algunos se emplean en museos o en galerías, otros inclusive abren sus propios
talleres para imprimir serigrafía. Yo tengo muchos estudiantes que se han
abierto sus propios talleres para imprimir t-shirt, afiches,
posters.
¿Cuál es el hilo conductor de la exposición que veremos en el Museo
Nacional de Artes Visuales a partir del 28 de junio?
Esta exposición es realmente toda mi vida como artista. Desde que empecé
en la Escuela de Bellas Artes hasta hoy. “Del Río de la Plata al valle del Río
Hudson” así se titula, porque en realidad es mi vida.
Hoy después de tantos años de vivir fuera del país ¿te sentís más
identificado con el río Hudson o con Río de la Plata?
Me identifico con ambos. Formé mi familia allá y acá tengo mis afectos
también, mis amigos. Hoy con las nuevas vías de comunicación en un día, en
pocas horas, estás en un lado o en otro. Yo viajo mucho; dos veces al año
vuelvo a Uruguay.
(MEDIUM / 26-6-2018)
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