La música puede acercarnos al momento sublime, a la pura abstracción, al
trance.
Sin música la vida
sería un error.
–Friedrich
Nietzsche
Glenn Gould, uno de los grandes
pianistas de la historia, era un hombre peculiar que vivía de manera
verdaderamente única la música. Se dice que de niño no lloraba; en vez de eso,
tarareaba. No solía practicar; simplemente preparaba sus conciertos mentalmente,
tocando con dedos imaginarios.
En este video recuperado por RobertKrulwich para su extraordinario blog en el sitio de NPR, podemos entrometernos
al mundo de Gould. Como dice Krulwich esta intrusión, observar a Gould ante su
piano en su casa, es algo como ver "a Michael Jordan jugando baloncesto o
a Etta James cantando blues; hay una concentración, un zoom que es tan profundo
que se siente especial, como una forma de éxtasis". En ocasiones el
Funkelin se enciende, el cuerpo se deja poseer por la musa en movimiento; esto
le ocurre a Gould tocando una fuga de Bach. En el minuto 1:57 podemos ver cómo
Gould deja de tocar y va a la ventana, mientras sigue la música con su voz
baritona --y regresa en un estado de trance.
Este estado es lo que Mihaly Csikszentmihalyi llamó el "estado de
fluidez" (a veces conocido como "flow"). Krulwich relata el caso
descrito por Csikszentmihalyi, de un cirujano que no se dio cuenta de que
estaba colapsando el techo mientras operaba debido al alto nivel de
concentración en el que trabajaba. El neurocientífico Daniel Levitin
describe el "flow" como la fusión de "la acción y la
atención", un completo involucramiento en lo que se hace, hasta el punto
de que "lo que piensas se convierte en lo que haces", y "el
tiempo desaparece" e incluso la identidad se diluye en el
"maravilloso éxtasis de una actividad". De nuevo Krulwich:
Es un misterio cómo llegamos ahí.
Entra la dopamina y la noradrenalina: se suprime el hambre y el deseo sexual...
estás libre para jugar de forma profunda con asociaciones en el flujo de la
conciencia; estas liberado químicamente y puedes expandirte ampliamente. Sí,
realmente no sabes quién eres o qué está pasando; pero el solo hecho de que
está pasando es una de las experiencias más maravillosas. Cuando veo a Glenn
Gould caminando de regreso a su piano, llevado ahí por una fuga del siglo
XVIII, veo un hombre transportado, un hombre que se ha hallado, un hombre en un
estado de gracia. Si existe el cielo, Glenn Gould está muy cerca en ese
momento.
Quizás Gould prueba el éxtasis divino
reservado para el artista, algo equivalente a lo que le sucede al hombre
religioso cuando entra en un estado de kundalini. Una forma de posesión divina
en la que el cuerpo es un diáfano vehículo para el espíritu: una descarga numinosa
que recorre todo el cuerpo (lo utiliza para comunicar lo inefable).
(CULTURA INQUIETA / 3-2018)
(CULTURA INQUIETA / 3-2018)
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