1 / EL MITO Y EL SUEÑO (4)
El inconsciente manda a
la mente toda clase de brumas, seres extraños, terrores e imágenes engañosas,
ya sea en sueños, a la luz del día o de la locura, porque el reino de los
humanos oculta, bajo el sueño del pequeño compartimiento relativamente claro
que llamamos conciencia, insospechadas cuevas de Aladino. No hay en ellas
solamente joyas, sino peligrosos genios: fuerzas psicológicas inconvenientes o
reprimidas que no hemos pensado o que no os hemos atrevido a integrar a
nuestras vidas, y que pueden permanecer imperceptibles. Pero por otra parte,
una palabra casual, el olor de un paisaje, el sabor de una taza de té o la
mirada de un ojo pueden tocar un resorte mágico y entonces empiezan a aparecer
en la conciencia mensajeros peligrosos. Son peligrosos porque amenazan a la
estructura de seguridad que hemos construido para nosotros y nuestras familias.
Pero también son diabólicamente fascinantes porque llevan las llaves que abren
el reino entero de la aventura deseada y temida del descubrimiento del yo. La
destrucción del mundo que nos hemos construido y en el que vivimos, y de
nosotros con él; pero después una maravillosa reconstrucción de la vida humana,
más limpia, más atrevida, más espaciosa y plena… esa es la tentación, la
promesa y el terror de esos perturbadores visitantes nocturnos del reino mitológico
que llevamos adentro.
El psicoanálisis, la
ciencia moderna que lee los sueños, nos ha enseñado a atender a estas imágenes
insustanciales. También ha encontrado la manera de permitirles realizar su
obra, o sea, deja que las peligrosas crisis del desarrollo del yo pasen bajo el
ojo protector de un iniciado en la ciencia y en el lenguaje de los sueños,
quien representa el papel y el personaje del mistagogo o guía de almas, el
médico de los primitivos santuarios selváticos dedicados a la prueba y la iniciación.
El médico es el maestro moderno del reino mitológico, el conocedor de todos los
secretos caminos y de las palabras que invocan a las potencias. Su papel es
precisamente el del sabio viejo de los mitos y de los cuentos de hadas, cuyas
palabras sirven de clave para el héroe a través de los enigmas y terrores de la
aventura sobrenatural. Él es quien aparece y señala la brillante espada mágica
que ha de matar al dragón, quien habla de la novia que espera y del castillo
donde están los tesoros, el que aplica el bálsamo curativo a las más mortales
heridas y finalmente despide al conquistador, de regreso al mundo de la vida
normal, después de la gran aventura en la noche encantada.
Cuando volvemos, con esta
imagen en la mente, a considerar los numerosos rituales extraños que se informa
tuvieron lugar en las tribus primitivas y en las grandes civilizaciones del
pasado, resulta claro que su finalidad y su efecto real era conducir a los
pueblos a través de los difíciles umbrales de las transformaciones que demandan
un cambio de normas no sólo en la vida consciente sino de la inconsciente. Los
llamados ritos de “iniciación”, que ocupan un lugar tan prominente en la vida
de las sociedades primitivas (ceremoniales de nacimiento, nombre, pubertad,
matrimonio, entierro, etc.), se distinguen por ser ejercicios de separación
formales y usualmente severos, donde la mente corta en forma radical con las
actitudes, ligas y normas de vida del estado que se ha dejado atrás (9).
Después sigue un intervalo de retiro más o menos prolongado, durante el cual se
llevan a cabo rituales con la finalidad de introducir al que pasa por la
aventura de la vida a las formas y sentimientos propios de su nuevo estado, de
manera que cuando finalmente, se le considera maduro para volver al mundo
normal, el iniciado ha de encontrarse en un estado similar al de recién nacido.
(10)
Notas
(9) En los ceremoniales
del nacimiento y del entierro, los efectos significativos son, por supuesto,
los experimentados por los padres y parientes. Todos los ritos de iniciación deben
afectar no sólo a los candidatos, sino a cada miembro de su círculo.
(10) A. Van Gennep, Les rites de passage (París, 1909).
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