domingo

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 203


47: ESCRIBIENDO SOBRE EL OTRO

Deena Metzger (1)

Psicoterapeuta, profesora, poeta y novelista. Vive en Los Angeles y es autora de Tree; The Woman Who Slept with Men to Take the War Out of Them; What Deena Thought y Looking for Faces of God.

La sombra -ese elusivo fantasma del que no podemos escapar y con el que resulta difícil establecer contacto- es nuestra propia imagen oscura. Por consiguiente, para conectar con la sombra debemos estar dispuestos a entrar en su morada -la oscuridad- a convivir con lo desconocido y a sentir que somos la misma oscuridad. Dirigirnos hacia la sombra nos enfrenta al miedo a ser devorados por ella pero de no hacerlo así corremos el riesgo de que termine abatiéndose violentamente y furtivamente sobre nosotros.

¿Pero cómo conectar con la sombra? Para ello debemos reconocer que hay ciertas facetas que normalmente consideramos extrañas y ajenas -aspectos que solemos aborrecer, desdeñar o rechazar en nosotros mismos- y aceptar que por más abominables que puedan parecernos forman parte de nosotros mismos. El hecho de que existan partes de nuestro Yo que son extraños y al mismo tiempo próximos a nosotros mismos es uno de los principales misterios del psiquismo. Su reconocimiento y aceptación, sin embargo, constituye una especie de declaración de paz que anima a la sombra a emerger.

Todos somos conscientes de que la sombra se extiende a medida que cae el día y de que la noche es su morada. En el acto de escribir existe también una situación parecida a esta, el momento en el que la luz meridiana de la razón se atenúa. En esas circunstancias -al desaparecer la luz que podría aniquilarla y de la cual, por consiguiente escapa, es muy probable que la sombra responda a nuestra invocación y termine por hacer acto de presencia.

Con estas ideas la mente ha elaborado una serie de preguntas y ejercicios imaginarios que pretenden evidenciar la sombra a través de la escritura y el desarrollo de personajes e historias. Se trata de un conjunto de cuestiones tan arriesgadas para el Yo como para la sombra y que, por ello mismo, favorece la manifestación de la sombra.

Las primeras preguntas aspiran a definir el territorio en el que reside la sombra, un territorio en el que reconocemos que la sombra es un continuo de nosotros mismos en el que nos convertimos cuando vamos al otro lado. La sombra, por así decirlo, es nuestro rostro oscuro.

¿Cuáles son las cualidades o los atributos de aquellas personas a quienes se encuentra más distintas a sí mismo? Recuerde una época en la que haya sentido odio. ¿Esa persona a quien aborrecía también le odiaba? ¿Cuáles son sus prejuicios más incorregibles? ¿Con qué grupo de personas se siente menos afín? ¿Quiénes son las personas que no quisiera imaginarse ser porque le repugnan, le ofenden, le aterran, le encolerizan o que considera indignas de usted o grotescas? ¿En qué circunstancias se sentiría tan humillado como para no seguir viviendo? ¿Cuál es el miedo que le resulta más intolerable?

Cuando analice sus respuestas observará que algunas de sus aversiones están basadas en principios morales o éticos mientras que otras, en cambio, estarán cargadas de desprecio, repugnancia y náusea. Estas últimas están asentadas en el reino de la sombra. Con esas cualidades podrá crear un personaje, alguien con un nombre, una personalidad y una historia. Establezca un diálogo íntimo y sincero con esa persona hasta que lo sepa todo sobre ella -dónde vive, cómo es su casa, qué desayuna, qué piensa, qué teme, qué desea, qué sueña, por ejemplo. Sea lo más sincero y abierto que la sombra le permita.

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