domingo

LOS SECRETOS DEL PODER (8) - RICARDO AROCENA


EL GRAN DICTADOR

El siglo XX uruguayo podría alimentar incontables cuentos y novelas sobre conjuras y complots. Entre los más peligrosos grupos conspirativos sobresale la Logia “Tenientes de Artigas”, según las denuncias realizadas por los periodistas Nelson Caula y Alberto Silva en su libro “Alto el Fuego (2). La logia de los tenientes de Artigas”. Estuvo integrada, entre otros, por los Coroneles Julio Barrabino, Federico Silva Ledesma, Julio Tanco y Arquímedes Maciel; los Generales Oscar Aguerrondo, Esteban Cristi, Eduardo y Rodolfo Zubía, Iván Pintos, Julio Rapela, Abdón Raimúndez, Amaury Prantl, Yamandú Trinidad y los Teniente Generales Julio Vadora, Luis Queirolo.

En conjunto impulsan la integración del país al Plan Cóndor, una de las peores asociaciones conspirativas que ha conocido el continente. Una vez instaladas las dictaduras militares dicha coordinación impulsa acciones represivas contra los opositores. El periodista Claudio Trobo en su libro “¿Quién mató a Michelini y Gutiérrez Ruiz?”, cita las investigaciones de un periodista norteamericano.

“En el libro The Real Terror Network, denuncia Edward Herman que en el año 1976, con el auspicio y apoyo de Estados Unidos, seis países integraron a un sistema común para la vigilancia conjunta y para el “asesinato de refugiados disidentes. Tras una exhaustiva investigación que incluye numerosos testimonios de refugiados y agentes de la CIA, y que cita y menciona una serie de fuentes documentales, el periodista denuncia que “bajo esta operación, refugiados políticos que dejan Uruguay y viajan a Argentina, serán identificados y mantenidos bajo militancia de las fuerzas de seguridad argentinas. Herman agrega que los servicios argentinos permiten a sus similares uruguayos  “Ingresar al país y moverse libremente en Argentina y tomar bajo custodia a los refugiados, torturarlos y asesinarlos”. Bajo este sistema, dos ex legisladores uruguayos, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, fueron secuestrados y asesinados en Buenos Aires”

La Logia “Tenientes de Artigas” fue fundada el 25 de agosto de 1965, pero algunos de sus integrantes ya venían complotando desde antes, tanto así que por ejemplo en 1964 le imponen al gobierno del momento al General Pablo Moratorio como Ministro de Defensa. Este, entre otras “minucias”, maniobra para impedir el arribo al Uruguay del ex Presidente argentino Juan Domingo Perón. Durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco, la Logia conquista puestos claves, que le permitirán implementar el golpe de junio de 1973.

Alberto Ballestrino, que fue, como  ya señalamos, uno de  los fundadores del grupo, no ocultó nunca la ideología que lo inspiraba. “Era gente de pensamiento de derecha. Se inspiraba mucho en la trayectoria del General Franco, inclusive en los líderes de Europa de aquel momento, Mussolini y Hitler… Había muchos de esos, esa es la verdad. A no ser por Aguerrondo, que siempre dijo: nosotros no somos nazis, ni fascistas (…) somos nacionalistas doctrinarios”.

Con posterioridad a la dictadura han ocurrido hechos que exponen alguna clase de complot, como por ejemplo el crimen de Berríos y el incendio de la UTE; en otras situaciones por lo menos cabe la duda, como por ejemplo con la muerte de Villanueva Saravia y finalmente están los  casos en que la conspiración es explícita, valga el ejemplo en estos días de las amenazas del denominado “Comando Barneix”.

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Hasta aquí algunos de los tantos hechos que han marcado la historia, está claro que más allá de cómo se los llame, ocultamientos, manipulaciones, complots, conjuras y conspiraciones existen y han existido siempre. En la actualidad, aunque las evidencias sean indesmentibles, los operadores de la posmodernidad dejan caer como que son cosas de otros tiempos, que no se repiten en el presente. Y con afectada inocencia nos dicen que hay que dar por buena la historia oficial sobre asuntos tan variados como el atentado a las Torres Gemelas, los ataques en Europa, los pretextos con los que otros países han sido invadidos, lo que nos informan sobre la denominada “primavera árabe”, Al Kaeda y la muerte de Bin Laden, el Estado Islámico, el Club de Bilderberg, o, por estos días, lo sucesos de Venezuela. Pero, lo concreto es que, parafraseando a Shakespeare, la faz siniestra de la conspiración continúa alimentándose del mal que libre vaga, escondida tras un rostro halagador.

No obstante, para quienes insisten con denuncias ahora está la post verdad. Es decir, un planteo por el cual, al decir del sacerdote jesuita Natham Stone, “los hechos objetivos tienen menos peso sobre la opinión pública que los sentimientos y creencias”. Es la entronización de la mentira lisa y llana, que en su momento denunciara el ya citado Marc Bloc

Para el cineasta Oliver Stone la post verdad, “pareciera indicar una época en la cual la verdad quedó como obsesión excéntrica de algunos, una moda obsoleta de antaño”. Y cita nada menos que al Washington Post, que teoriza: “Es oficial. La verdad ha muerto. Los hechos pasaron de moda. Se trata de una dosis de ironía. Los políticos siempre han mentido, pero, de ahora en adelante, no importa”.

Pero no solamente son descalificados por obedecer visiones “conspirativas”, hechos en concreto como los recordados en este trabajo, el discurso posmoderno del poder va más lejos y arremete contra cualquier doctrina, corriente de pensamiento o incluso relato artístico que denuncie la expoliación que sufren los países eufemísticamente definidos “en vías de desarrollo” por parte de las grandes potencias y los organismos internacionales.

No importa que, pruebas en mano, abunden las denuncias sobre la dependencia comercial, productiva, financiera, tecnológica y cultural de los países pobres o que cada día los hechos pongan en evidencia el control de los monopolios. Tales planteos son rechazados como parte de un discurso poco menos que “paranoico”, aunque aborden temas de enorme vigencia en este primer tramo del Siglo XXI.

Por supuesto que al “Príncipe neoliberal y posmoderno” no le atraen estudios como los publicados por Tita Barahona, en Canarias Semanal: “La Internacional Capitalista existe, está muy bien organizada y, obviamente, muy bien financiada. Funciona subrepticia y eficazmente a través de una inmensa red de fundaciones, institutos, centros, sociedades..., unidas entre sí por hilos casi invisibles. No es teoría de la conspiración, sino hechos constatables. Uno de los nodos de esta red es la llamada ATLAS NETWORK (Atlas Economic Research Foundation), de la que después nos ocuparemos”.

Están claros los intentos de descalificar cualquier estudio como el mencionado, que denuncie la dependencia de los países pobres y a los circuitos de poder, lo único consentido es repetir los devaneos del pensamiento único y lo que dictan (entre otras) las cátedras de ciencias políticas al unísono sobre lo “políticamente correcto”, que no es otra cosa que lo oficialmente permitido. Por lo visto no queda otra alternativa que salirle al paso a tanto engaño, por aquello que decía Bertold Brecht: “cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”.

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