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GRACIELA PIÑEIRO - UN SISTEMA PRODUCTIVO QUE DAÑA EL AGUA, LA SALUD Y EL MEDIO AMBIENTE


por Sebastián González Vignoli

Graciela Piñeiro es paleontóloga, doctora en Biología, investigadora y profesora de la Facultad de Ciencias. La profesional explicó detalles sobre el deterioro de la calidad del agua potable en nuestro país, quiénes tienen responsabilidad en este tema y cómo podría mejorarse. Este año, Piñeiro recibió el Premio Nacional a la Excelencia Ciudadana y fue nombrada Ciudadana de Oro por el Centro Latinoamericano de Desarrollo.

Uruguay se caracterizaba por tener un agua corriente de calidad, ¿Cómo se llegó a la situación actual donde el agua de la canilla tiene mal olor, mal sabor, grandes cantidades de cloro y donde algunos académicos recomiendan no tomarla?

Es verdad, el agua del Uruguay era de primerísima calidad hace tan solo 20 años, tanto así que las bebidas producidas en nuestro país tenían un sabor especial que las diferenciaba claramente de otras de la misma marca producidas en otro país. Hoy en día, la calidad del agua bruta de ríos y arroyos que son las principales fuentes de abastecimiento para OSE, ya no es la misma. El agua superficial, así como también algunas aguas subterráneas, contienen más partículas en suspensión (metales, materia orgánica, medicamentos, detergentes, distintos compuestos químicos de la estética personal, pesticidas, etc.), demandando el uso de mayor cantidad de productos químicos para removerlas.

¿Qué responsabilidad tiene el agronegocio y el monocultivo de soja transgénica en esta situación?

Gran parte de la responsabilidad. El sistema productivo que se ha implantado en el país a partir de 2004-2005, pero que se disparó exponencialmente en la temporada 2011-2012, ha sido determinante para explicar el deterioro superlativo de las condiciones ambientales en el medio rural y que repercuten directamente como factor social negativo en las urbes. Fumigaciones brutales que acompañan al sistema de plantaciones por siembra directa destruyen la riqueza del suelo. Esto provoca la necesidad de aplicar excesivas cantidades de fertilizantes que escurren a las fuentes de agua, incrementan los nutrientes y hacen que se produzcan floraciones de cianobacterias, pasibles de liberar microcistinas. El agua debe ser purificada con métodos no convencionales y esencialmente convencionales como la cloración, pero utilizando mayores cantidades de químicos, aumentando así la posibilidad de formación de compuestos muy peligrosos para la salud como los trihalometanos. Estos compuestos, a su vez, también se están formando en el agua bruta (incluyendo aquellas fuentes que son usadas para consumo humano) por la aplicación de pesticidas organoclorados. La liberación de barros tóxicos resultantes de la potabilización del agua en estas condiciones de deterioro, también contribuye a empeorar la situación de las cuencas. Este sistema de producción no solo le causa un daño económico muy importante al país en el concepto de purificación del agua y de recuperación ambiental, sino también en el deterioro de la salud humana y de los ecosistemas que sostienen la preservación de nuestros principales recursos. Los antecedentes en otros continentes y las realidades actuales de muchos países de América Latina que han optado por este sistema productivo, mostrando un deterioro de la calidad de vida y de la salud sumado a un aumento de la violencia, no se condicen con las valoraciones que los gobiernos han hecho de él para justificar su permanencia.

La falta de saneamiento en varias localidades de la cuenca del Río Santa Lucía, ¿tiene alguna vinculación con la calidad del agua de ese cauce?

El saneamiento es importante, pero no es vinculante con el deterioro de la calidad del agua. En el Uruguay siempre hubo zonas rurales sin saneamiento y eso no afectaba la calidad del agua. El deterioro del Santa Lucía, por ejemplo, es debido al tipo de producción intensiva, ya sea agrícola o ganadera, que se permite realizar en la cuenca. 

¿Qué productos nocivos para la salud humana se encuentran hoy en el agua que sale por nuestras canillas?

El cloro gas es un descontaminante muy efectivo del agua. Pero en el proceso de cloración y dependiendo de la cantidad de materia orgánica presente en el agua, la temperatura y el pH entre otros factores, se puede producir la generación de compuestos halogenados (trihalometanos) que son peligrosos para la salud. Los trihalometanos son compuestos que se forman cuando el agua con abundante contenido de materia orgánica recibe un exceso de cloro. Esos compuestos son: dibromoclorometanos (CHCLBr2), bromoformos (CHBr3), cloroformos (CHCL3), y diclorobromometanos (CHCL2Br). Si la concentración de materia orgánica es mayor, se necesita aumentar la cantidad de cloro para que la potabilización sea efectiva y por ende se aumenta también la generación de trihalometanos. Sería interesante conocer la cantidad promedio de trihalometanos que hay en el agua bruta existente alrededor de las plantas de purificación, investigar su presencia en algunos ríos, o cañadas en distintos puntos del país y compararlos con la cantidad de trihalometanos que se encuentran en el agua tratada que sale de la canilla. Esos datos nos permitirían inferir cuánto afecta el proceso de cloración a la propia fuente que proporciona el agua a tratar, la cual muchas veces contiene el doble de la cantidad de trihalometanos permitida. Esto puede deberse a que muchos ríos o arroyos muestran altos índices de eutrofización y por tanto de materia orgánica que puede reaccionar con el cloro que proviene de los agroquímicos organoclorados que se usan abundantemente en el agro. Existen otras metodologías para potabilizar el agua que son menos agresivas e incluso más baratas como las plantas que usan membranas de bentonita y zeolita. Estas rocas provienen de la diagénesis de cenizas volcánicas depositadas hace millones de años y al ser parte de la familia de las arcillas, y al poseer una carga iónica natural, retienen las partículas indeseadas del agua que escurre a través de ellas mediante un fenómeno llamado adsorción. En el proceso, similar al que caracteriza al uso de carbón activado, no hay incorporación de químicos al agua. El carbón activado es un producto relativamente caro, mientras que las bentonitas y zeolitas las tenemos disponibles en yacimientos de Uruguay.

¿Cómo pueden los hogares mejorar la calidad del agua a un costo razonable?

El consumo del agua de OSE sigue siendo la mejor solución, a pesar del contenido de cloro. La cloración elimina la posible existencia de bacterias u otros microorganismos que podrían producir daños en la salud. Pero como todo proceso químico, la cloración deja residuos que también son nocivos y pueden producir efectos negativos en los consumidores. Si en el hogar pueden usarse filtros de distinta naturaleza mejorarían sustancialmente la calidad del agua, al eliminar las sustancias químicas en suspensión que ella podría contener y que podrían, en algunos casos, afectar la salud. En otros casos, dejar el agua en recipientes de vidrio por al menos 12 horas, mejora también la calidad del producto, dado que permite la remoción del cloro, que al ser un gas, se disipa al paso de las horas.

¿El agua embotellada es buena solución al problema de la mala calidad del agua corriente? ¿Los bidones traspasan alguna sustancia química al agua?

El agua embotellada es el gran negocio que ha surgido y se ha desarrollado de manera exponencial, a expensas de la contaminación del agua. Si bien, para mucha gente es, se podría decir, un alivio, no es obviamente una solución a largo plazo. Lo ideal es que el agua esté disponible para la población en su estado más cercano a su naturaleza original, si así fuera, el agua sería muchísimo más barata que lo que pagamos hoy en día por un líquido que no sabemos bien qué es, dada la cantidad de sustancias “extra” que contiene. La potabilización del agua embotellada es la misma que la que se realiza en el agua del grifo, aunque con algunas variantes que mejoran su sabor. Pero lo que puede variar es la composición de la fuente original. Si el agua embotellada proviene de un manantial, puede poseer condiciones físico-químicas diferentes de la que potabiliza OSE del Río Santa Lucía, por lo cual, el producto final puede ser diferente. Para saber eso, habría que tener la información sobre el estado del agua bruta (contenido de materia orgánica y de otros compuestos y/o elementos químicos) en ambos casos (agua de OSE y embotellada) y también del sistema de potabilización que se aplica, para así, evaluar la calidad del agua resultante en cada caso. Respecto del envase de plástico, los estudios que se han realizado indican que puede haber incorporación de materiales plásticos hacia el contenido, sobre todo en el caso de uso de policarbonatos en base a tereftalato de polietileno. Otros estudios sugieren que aún así, las cantidades que se transfieren son muy mínimas y se asegura que ellas no afectan a la salud, aún contando su acumulación diaria. En mi opinión, el plástico es altamente contaminante para el ambiente y por ende habría que dejar de producirlo. La exigencia a las empresas de almacenamiento de alimentos en envases de vidrio, debería ser una materia de preocupación gubernamental, pero la reducción de consumo de los plásticos es una responsabilidad de cada uno de nosotros. 

¿Es posible revertir este problema y que Uruguay vuelva a tener agua corriente de calidad? ¿En qué plazo?

El tema pasa por evitar la contaminación antes que nada, o sea, tomar las medidas correspondientes que permitan proteger las fuentes de abastecimiento del grado de contaminación a las que están sometidas hoy en día, no solo en Uruguay sino en general en toda la cuenca del Río de la Plata. Lo que veo es que se hace el camino incorrecto en permitir la contaminación y luego aplicar la cloración para poder llevar un producto a los hogares que cumple en apariencia con las normas requeridas por la OMS. Por supuesto que en el Uruguay se puede revertir el proceso de deterioro de nuestra agua, reconvirtiendo las políticas de producción de monocultivos contaminantes a un sistema de producción diversificada, orgánica y en armonía con la naturaleza. El tiempo de recuperación puede ser variable, pero de acuerdo a recientes casos que he podido observar, en los cuales se produjo un retroceso importante de los monocultivos o su remoción completa (ej. Laguna del Cisne, departamento de Canelones), la mejora de las condiciones puede producirse relativamente rápido. 

Esta situación del agua, ¿afecta también a los animales?

La situación de deterioro del agua afecta a todos los seres vivos. Cuando cuantificamos los daños de la contaminación de las fuentes de agua dulce, no incluimos a los animales y vegetales que son parte de los ecosistemas afectados; no tenemos muchos datos de ello tampoco. Pero, por ejemplo, se ha notado un aumento de algunas afecciones en animales domésticos, como por ejemplo las alergias y la aparición de tumores en perros y gatos. Se debería estudiar la incidencia del agua con exceso de cloro que esos animales beben en la aparición de estas enfermedades, y calibrar también el efecto de la ingesta de productos transgénicos que contienen la mayoría de los alimentos secos que nos ofrece el mercado para nuestras mascotas. Los efectos del consumo de organismos genéticamente modificados (OGM) no han sido totalmente comprobados según algunos especialistas, a pesar que algunos estudios han mostrado claramente su responsabilidad en la aparición de tumores cancerígenos en mamíferos. En el Uruguay, no es posible realizar estudios de trazabilidad, o sea un seguimiento de los efectos que puede producir en nuestra salud o en la de nuestras mascotas el consumo de OGM, dado que no se legisla a favor del etiquetado obligatorio de los alimentos. El preconcepto que se ha introducido en la opinión pública es que si fueran malos, ya estaríamos muertos porque hace más de veinte años que se comercializan. Pero, ese concepto es casi un slogan empresarial; es lógico que si nos mataran de inmediato, ya no serían rentables. Respecto de la toxicidad que puede representar el agua bruta contaminada con distintos residuos químicos de la agricultura y actualmente también de la ganadería, es que ella favorece la proliferación de floraciones de cianobacterias generadoras de toxinas (microcistinas). Los animales de cría beben de esa agua y enferman hasta morir. Se han reportado muchos casos de ganado vacuno y también ovino que han muerto al beber el agua de los arroyos o ríos con un alto grado de eutrofización y eventual presencia de microcistinas, representando una pérdida económica para el productor y para el país. El Uruguay es un país geográficamente pequeño, pero siempre se destacó por su idiosincrasia de respeto al medioambiente y a los derechos humanos. Recuperar esta cualidad de grandeza implicará sin duda, mantener el distintivo de “Uruguay Natural” que nos promociona en el mundo.

¿Qué opinión tiene Ud. sobre la Ley de Riego que promueve el Poder Ejecutivo y que ya tiene media sanción?

La reforma que se propone realizar a la ley de riego existente, plantea básicamente el almacenamiento de agua por represamiento y micro-represamiento de nuestros cursos de agua superficiales en usufructo de la producción agrícola fundamentalmente, y ganadera intensivas. En mi opinión, además de tener en cuenta que un grupo calificado de científicos uruguayos, especializados en el estudio de ambientes límnicos ya advirtió a las autoridades sobre la inconveniencia del represamiento de nuestros cursos de agua superficiales, habría que preguntarse qué tipo de productores podrían tener problemas de acceso al riego en un país pequeño como el Uruguay, cuyo territorio es abundantemente regado por ríos, arroyos, cañadas, contando con un régimen de lluvias absolutamente suficiente y aún exaltado como el que tenemos ahora. Si los defensores de esta enmienda a la ley de riego buscan favorecer a los que producen commodities (grandes extensiones de monocultivos de semillas transgénicas, incluida la forestación), es posible que el agua que se necesite para el “riego” deba ser mayor que lo normal, dado que deben contar con miles de litros para disolver los agroquímicos que aplican en esos cultivos, varias veces en cada temporada. Pero estos “productores” están asegurados contra las posibles inclemencias meteorológicas, ya sea por sequías o por inundaciones y difícilmente les falte agua de lluvia para obtener el máximo de producción que les aseguraron con la compra del paquete tecnológico. Si eventualmente se presentaran casos excepcionales que ameriten una acción que no esté contemplada en la reglamentación actual, se pueden estudiar las formas de socorro por parte del Estado, siempre y cuando la solución no perjudique la sustentabilidad del/los cursos de agua. Otro aspecto que impacta negativamente de esta propuesta de ley que lamentablemente, ya mereció un apoyo de parte de los senadores de la República sin siquiera analizar el llamado de alerta que responsablemente se emitió desde la Academia, es que una vez represada, la gestión de esa agua, que es de todos, se pondrá en una subasta y pronto tendrá otros dueños que no son el pueblo uruguayo. Cabe entonces imaginar que el destino que los “inversores” le darán al agua será el más conveniente a sus intereses empresariales, los que seguramente, no serán los de ayudar a pequeños productores, por ejemplo, de frutas y verduras, que valientemente aún siguen produciendo y son los que verdaderamente alimentan a la población. A pesar de ello y representando una gran paradoja, esos pequeños productores de alimentos viven con lo justo si los comparamos con los que producen insecticidas (ej. maíz transgénico y en general organismos genéticamente modificados). Si como se afirma desde algunos sectores, nuestra agua ya se comercializa por concepto de riego y otros, sin que al Estado le entre el canon correspondiente, pues que se investiguen esos hechos y se realicen controles más exhaustivos y si es necesario, que se revise la reglamentación vigente para encontrar la forma de evitar y/o penalizar esas malas prácticas. Lo que está mal, no se puede “enmendar” con algo que está peor, hay que buscar la forma de solucionarlo. Por los motivos que he expresado y por muchos más inconvenientes que podrían aparecer en el futuro, estoy en contra de esta reforma de la ley de riego que propone el gobierno y apoyan los parlamentarios de la Cámara Alta, así como también de todas las leyes que impliquen o impulsen la pérdida de soberanía sobre nuestros más preciados bienes

(La Juventud / 29-9-2017)

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